12 de Febrero, Muerte de Cortázar.

Publicado: 12 feb 2018
Comentarios: 0

Julio Cortázar, considerado uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, nació en Bélgica el 26 de agosto de 1914 y murió en París, el 12 de febrero de 1984. Fue escritor, traductor y un intelectual, de nacionalidad argentina por sus padres.

Vivió tanto la infancia como la adolescencia e incipiente madurez en Argentina y, desde la década de 1950, en Europa.

Residió en Italia, España, Suiza y Francia , país donde se estableció en 1951 y en el que ambientó algunas de sus obras.

Además de escritor, fue también un reconocido traductor, oficio que desempeñó, entre otros, para la Unesco.

Rayuela es su obra más reconocida, escrita en 1963. La historia del protagonista, Horacio Oliveira, y su relación con «La Maga», es narrada de un modo tal que juega con la subjetividad del lector. A esta obra suele llamársela «antinovela», aunque Cortázar prefería denominarla «contranovela».

La obra ofrece diferentes lecturas, de modo que es «un libro que es muchos libros», pero sobre todo dos.

El primero se lee desde el principio y termina en el capítulo 56. El segundo se comienza a leer en el capítulo 73 y al final de cada capítulo se indica dónde continuar la lectura.

Recordamos diez frases de Rayuela:

1. “Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”.

2. «Del sí al no ¿cuántos quizá?».

3. “Cómo cansa ser todo el tiempo uno mismo”.

4. “Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”.

5. “Cada vez sospecho más que estar de acuerdo es la peor de las ilusiones”.

6. “Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos”.

7. “¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión?”.

8. “Creo que no te quiero, que solamente quiero la imposibilidad tan obvia de quererte. Como el guante izquierdo enamorado de la mano derecha”.

9. “Apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente”.

10. “Como siempre, me costaba mucho menos pensar que ser”.