125 Años del Nacimiento de Raúl Scalabrini Ortiz.

Publicado: 14 feb 2023
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Su madre fue Ernestina Ortiz, una mujer oriunda de Entre Ríos descendiente de conquistadores de origen vasco, que se instalaron en la ciudad Paraná cuando arribaron al Río de la Plata. Su padre fue el naturista Pedro Scalabrini, un inmigrante italiano que llegó al país a los 20, en 1868, y sobrevivió como profesor de historia y filosofía en la misma ciudad entrerriana que su futura esposa. Tuvo una destacada labor como docente, fue miembro del Concejo Deliberante de Paraná, varias veces presidente de la Sociedad Italiana, y hasta colaboró con Florentino Ameghino en el estudio de los pisos geológicos de su provincia y patria adoptiva: Entre Ríos.

Raúl Ángel Toribio Scalabrini Ortiz, bautizado con el apellido del padre y la madre, nació el 14 de febrero de 1898 en Corrientes.

Sus padres se habían instalado tres años atrás para llevar a cabo tareas educativas y científicas, creando en su paso el Museo de la Provincia.

Pasado los cuatro años en Esquina, ciudad correntina donde vivieron con el pequeño «Marangatú», como le decía Pedro al menor de sus tres hijos (antes de él nacieron Matilde e Inés ), dejaron el litoral y se instalaron en la Ciudad de Buenos Aires, viviendo en distintas casas de Barrio Norte.

Estudió ingeniería en la Facultad de Ciencias Exactas y se recibió de agrimensor, al tiempo que practicaba deportes como el boxeo, y se interesaba por la literatura y la Revolución Rusa.

Su masa corporal crecía tanto como su materia gris, frecuentando tanto el club como los cafés, debatiendo con los intelectuales y artistas de la época, como Macedonio Fernández, Alfonsina Storni y Quinquela Martin. En ese entonces escribió para la revista Martín Fierro, y también lo hizo para La Nación, La Gaceta de Buenos Aires, El Mundo, Noticias Gráficas y Reconquista, el diario que fundó y dirigió.

En 1923 publicó un libro de cuentos llamado «La manga», y en 1931 su segunda y más afamada obra: «El hombre que está solo y espera».

Sus páginas describen con elocuencia criolla, a manera de ensayo, la personalidad y perspectiva de un porteño de clase media que el autor llama el Hombre de Corrientes y Esmeralda, a quien define como el «vórtice en que el torbellino de la argentinidad se precipita en su más sojuzgador frenesí espiritual».

En materia política, formó parte de la revolución radical yrigoyenista, que fracasó dos días antes de su ejecución, en diciembre de 1932, y se exilió en Europa, donde pudo observar y estudiar con más detalle los métodos de sometimiento de las grandes potencias con los países subdesarrollados. Sus ensayos hicieron énfasis en la cuestión nacional y el imperialismo.

En esos años, bajo el marco de la agrupación política FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), que contaba con pensadores como Arturo Jauretche, publicó «Política británica en el Río de la Plata» (1936), «Los ferrocarriles, factor primordial de la independencia nacional» (1937), «El petróleo argentino» (1938), «Historia del Ferrocarril Central Córdoba» (1938), e «Historia del primer empréstito» (1939).

Según describe IRSA, el Instituto Raúl Scalabrini Ortiz y sindicato de empleados de comercio, el autor denunció la farsa perfectamente organizada de un sistema de entrega, dominación extranjera y explotación. Acusaba como cómplice del despojo a «la oligarquía vernácula» y a los que consideraba «personeros intelectuales puestos a su servicio». Realizando una extraordinaria y paciente labor, expuso dónde y de qué manera se manejaban los hilos del destino de nuestro país.

Se casó con Mercedes Comaleras Ortiz, el 23 de febrero de 1934, y tuvieron cinco hijos: Raúl Pedro, Jorge José, Juan Miguel, Perdro Alberto y Matilde Alicia.

Murió el 30 de mayo de 1959, a los 61 años. Perón le envió una carta a la viuda.

Previo a ella esta misiva:

“A usted le cabe el honor de ser el precursor, el formador de una promoción que alimentó la Revolución Nacional…Pienso que nadie como usted sería más eficaz, para propiciar y encabezar un movimiento que tienda a aunar las inquietudes de liberación de los intelectuales que no desertan del hombre y de la tierra argentina”, carta de Juan Domingo Perón a Scalabrini Ortiz, 1958

 

Mi estimada Señora:

A pesar de haber encargado a algunos de mis compañeros que me hicieran espiritualmente presente en el acto de sepelio de su ilustre esposo, deseo hacerle llegar mi homenaje, mi recuerdo y mi más sentido pésame por la desaparición de este gran argentino.

Los que hemos luchado por los ideales que inspiraron la vida de Scalabrini Ortiz no podremos olvidarlo, como no lo olvidarán las generaciones de argentinos que escucharon sus enseñanzas y lucharán por hacerlas triunfar en el tiempo y en el espacio.

Dios ha de acogerlo en la gloria que su gran espíritu conquistó y nosotros hemos de honrar su memoria y amistad.

Le ruego quiera aceptar, con la expresión de mi mayor afecto, mi más afectuoso saludo y consideración.

Juan Domingo Perón

 

Algunas frases célebres de Scalabrini Ortiz:

«Nuestra liberación será obra de nuestra constancia, de nuestra fe y de nuestro valor. Saber que se está construyendo una patria es un estímulo bien grande para nuestras pequeñas vidas. Más no olvidemos que toda obra grande es producto de la acción, no de la meditación ni de la esperanza. La propiedad y la libertad se conquistan”.

En Política Británica en el Río de la Plata, 1940.

«Luchar es en cierta manera sinónimo de vivir. Se lucha con la gleba para extraer un puñado de trigo. Se lucha con el mar para transportar de un extremo a otro del planeta mercaderías y ansiedades. Se lucha con la pluma. Se lucha con la espada y el fusil. El que no lucha se estanca, como el agua. El que se estanca, se pudre”.

En Qué, 1º de octubre de 1957.

«El pueblo escucha, mira, coteja y continúa en silencio su tráfico habitual. El pueblo tiene esos desplantes de gran señor, porque la conciencia del pueblo sabe adonde va aunque lo ignore cada uno de los individuos que lo componen”.

En Noticias Gráficas, 24 de junio de 1931.

«En 1930 yo había alcanzado el más alto título que un escritor puede lograr con su pluma: el de redactor de “La Nación”, cargó que renuncié para descender voluntariamente a la plebeya arena en que nos debatimos los defensores de los intereses generales del pueblo”.

En Qué, 1957.

«Estos asuntos de economía y finanzas son tan simples que están al alcance de cualquier niño. Solo requieren saber sumar y restar. Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo. Cuando usted entienda eso, ya habrá aprendido a defender la patria en el orden inmaterial de los conceptos económicos y financieros”.

En Bases para la Reconstrucción Nacional, 1965.

«Hay que volver a la realidad y para ello exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer saber exactamente como somos”.

En Tierra sin nada, tierra de profetas (poesías y ensayos), 1946.

«Todo lo que nos rodea es falso e irreal, falsa la historia que nos enseñaron, falsas las creencias económicas que nos impusieron, falsas las perspectivas mundiales que nos presentan, falsas las disyuntivas políticas que nos ofrecen, irreales las libertades que los textos aseguran”.

En Política Británica en el Río de la Plata, 1940.

«Las tentativas de conquista de 1806 y 1807 fueron errores de algunos marinos y guerreros… para eludir la responsabilidad de los verdaderos instigadores, la historia argentina adopta ese aire de ficción en que los protagonistas sin relación con las duras realidades de esta vida. Las revoluciones se explican como simple explosiones pasionales y ocurren sin que nadie provea fondos, vituallas, municiones, armas, equipajes. El dinero no está presente en ellas, porque rastreando las huellas del dinero se puede llegar a descubrir los principales movilizadores revolucionarios”.

En Política Británica en el Río de la Plata, 1940.

«Actualmente el pueblo argentino va saliendo de ese marasmo satisfecho en que se lo había hundido… Está analizando, azorado, su realidad y verifica que sus dirigentes han colocado, poco a poco, a la república en condición de una factoría. Pero ante este nuevo estado de espíritu popular, el capital extranjero no permanece inerme… Se ordena y cohesiona para seguir asegurando sus privilegios. Para ello es indispensable coartar la voluntad del pueblo, ahogar la opinión y establecer un gobierno de fuerza y selección… La selección se efectuará naturalmente entre los allegados al capital extranjero que son los poseedores del prestigio social que da el dinero…lo económico tiene hoy primacía sobre todos los órdenes. Lo extranjero en esta tierra no es el hombre. El extranjero que aquí vive y se multiplica es hermano e igual al argentino. Lo extranjero aquí es el capital esclavizador y lo que no vaya contra él, está a su favor”.

En Última hora, 18 de diciembre de 1933.

«La riqueza en tanto capacidad de acción, poder, independencia, voluntad y aún espíritu, no es riqueza de estas tierras. Es riqueza particular de los capitalistas extranjeros, así como el valor económico, político o social de las cosechas son del propietario y no del peón que las sembró, cuidó y cosechó”.

En Señales, 8 de mayo de 1935.

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