9 de Junio de 1956, Comienza la Resistencia Peronista.

Publicado: 09 jun 2020
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El 9 de junio de 1956 fue el inicio de un levantamiento de militares y civiles peronistas, que intentó poner fin al tiránico gobierno cívico-militar-eclesiático, encabezado por los fusiladores Pedro Eugenio Aramburo e Isaac Rojas.

Ese día nacía la Resistencia Peronista, que luego de casi 18 años de lucha, lograría el retorno al país del líder popular Juan Domingo Perón.

Rodolfo Walsh escribió por esos años su obra fundamental: «Operación Masacre», visibilizando los fusilamientos de civiles y militares  patriotas, llevados a cabo en la localidad de José León Suárez.

En 1972, durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, el cineasta Jorge Cedrón  filmó de manera clandestina, el film «Operación Masacre».

 

 

El criminal bombardeo sobre Plaza de Mayo, realizado por aviones de la Marina de Guerra, y unos pocos de la Fuerza Aérea Argentina, el 16 de junio de 1955 -en cuyo fuselaje habían pintado la consigna «Cristo Vence», y que recibieron el apoyo de los partidos políticos que integraban la «Unión Democrática»: UCR, PC, PS, Partido Conservador-, causó la muerte de más de 400 civiles argentinos.

Dos meses después se producía el golpe cívico-militar-eclesiástico, que derrocó el segundo gobierno democrático de Juan Domingo Perón, quien para evitar una guerra civil, optó por el «tiempo y no por la sangre», como explicaría más tarde, dando comienzo a un largo exilio que duró casi 18 años.

Los militares procesistas Issac Rojas y Pedro Eugenio Aramburu, encabezaron el gobierno de facto, tomando medidas profundamente anti-populares y recrudeciendo la represión.

En ese contexto, el 9 de junio de 1956, los oficiales del Ejército leales al pueblo, y pertenecientes al Movimiento Nacional Justicialista, Juan José ValleRaúl Tanco y Oscar Cogorno, encabezaron un levantamiento cívico-militar contra el gobierno de la tiranía.

Habían transcurrido 9 meses del derrocamiento del gobierno constitucional de Juan Domingo Perón,  cuya runfla frente cívico-militar-eclesiástico habían denominado «Revolución Libertadora».

 

Para comprender mejor aquel contexto, es de destacar que tras el golpe cívico-militar de 1955,  y en un acto cargado de perverso simbolismo, el cadáver de Evita había sido secuestrado de la sede de la CGT.

Por decreto no se podía nombrar a Perón ni al peronismo, ni cantar la marcha ni usar símbolos partidarios, entre otras prohibiciones.

La Constitución sancionada en 1949, que daba rango constitucional a los derechos económico-sociales fue anulada y miles de dirigentes gremiales y políticos peronistas fueron a dar con sus huesos a las cárceles de la dictadura.

Durante la noche de aquel 9 de junio de 1956, los oficiales patriotas Juan José Valle y Raúl Tanco, que estaban ya en la clandestinidad, deciden iniciar las acciones antes de que fuera tarde. La señal sería la lectura de la proclama revolucionaria, a las 23 hs. del 9 de junio. A esa hora comenzaba la tradicional noche de boxeo de los sábados en el Luna Park, lo que motivó que la instrucción a los insurrectos para lanzarse a la acción debía ser el inicio de la pelea de Lausse.

El responsable de llevar adelante tal acción era el coronel José Irigoyen, secundado por el capitán Costales y varios civiles. Eran las diez de la noche. La radio debía instalarse en una escuela de Avellaneda. A las 22.30, un comando del gobierno los arrestó a todos.

La proclama sólo pudo ser escuchada en La Pampa, donde actuaba el coronel Adolfo Philippeaux.

La rebelión se extendió a Campo de Mayo, sublevado por los coroneles Ricardo Ibazeta y Eduardo Cortínez, el Regimiento II de Palermo, dirigida por el sargento Isauro Costa, la Escuela de Mecánica del Ejército, a cargo del mayor Hugo Quiroga; el Regimiento 7 de la Plata, responsabilidad de Cogorno y el grupo de civiles que debía operar en Florida, en la calle Hipólito Yrigoyen 4519, donde se reunieron los Lizaso, Carranza, Garibotti, Brión y Rodríguez y Troxler, entre otros. También hubo civiles armados y militares que intentaron sublevarse en Santa Fe, Rosario, Rafael, Río Negro y Viedma. Salvo en La Pampa, la mayoría de los jefes de la sublevación fueron apresados. Ante el fracaso del levantamiento, el general Tanco se dirige a Berisso para lograr apoyo, inútilmente, y debe huir y esconderse.

El general Valle también se oculta ante la certeza de que el movimiento había sido delatado y había fracasado.

Los levantamientos ocurrieron entre las 22 horas. y las 24. del 9 de junio. A las 0.30 hs del 10 de junio, el gobierno estableció la Ley Marcial. Es decir, que para que la ley marcial fuera utilizada contra los sublevados ésta debía ser aplicada con retroactividad al delito cometido, violando el principio legal de la irretroactividad de la ley penal.

Pocas horas después, se firma el decreto 10.363 que ordena el fusilamiento de quienes violen la Ley Marcial.

Como dijimos, los fusilamientos estaban decididos de antemano por el gobierno de Aramburu. En la madrugada del 10 de junio, entre las 2 y las 4 de la madrugada, son asesinados los detenidos en Lanús.

Horas más tarde, en los basurales de José León Súarez, el teniente coronel Desiderio Fernández Súarez, a cargo de la policía bonaerense le ordena al jefe de la Regional San Martín, comisario Rodolfo Rodríguez Moreno, que fusile a 12 civiles, de los cuales siete logran huir pero cinco mueren posteriormente.

Uno de los sobrevivientes, Juan Carlos Livraga, será el «fusilado que vive» que permitirá al escritor y periodista Rodolfo Walsh reconstruir la historia a través de una investigación publicada en artículos desde enero a marzo de 1957, y que luego constituyó la base de su célebre libro «Operación Masacre».

En la Escuela de Mecánica del Ejército, el general Ricardo Arandía consulta telefónicamente a Aramburu— que había regresado ya a Buenos Aires el 10 al mediodía—sobre los detenidos. En Campo de Mayo, en tanto, el general Juan Carlos Lorio preside un tribunal militar que realiza un juicio sumarísimo y concluye que los sublevados no deben ser fusilados. Pero Aramburu ratifica su decisión. Lorio pide que la orden se deje por escrito. En respuesta, Aramburu firman el decreto 10.364 que detalla la lista de once militares que deben ser fusilados. Este es el único documento que queda oficialmente inscripto en la historia. No existen registros de esos juicios sumarios. No existe registro del informe forense que debió determinar la causa de la muerte de esos peronistas.

 

El 12 de junio, Valle decidió entregarse a cambio de que se detuviera la represión y se le respetara la vida. A las 14 horas de ese día, Valle ingresa al Regimiento I de Palermo donde es interrogado y juzgado por un tribunal presidido, también, por el general Lorio. Después, Valle es enviado a la Penitenciaría Nacional, donde a las 22.20 horas fue fusilado por un pelotón cuyos nombres fueron guardados como un secreto de Estado. No hubo orden escrita ni decreto de fusilamiento, ni registro de los responsables.

El 13 de junio, cesó la ley marcial. El general Tanco con otros sublevados logró, el 14 de junio, asilarse en la Embajada de Haití en Buenos Aires. Pero el jefe del Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE), general Domingo Quaranta, invadió la delegación para secuestrar y detener a los asilados. El embajador y su mujer se interpusieron y lograron salvarlos. El saldo de la sublevación fue trágico y premonitorio de lo que vendría: 18 militares y 13 civiles asesinados.

 

 

Fuente: Mariano Moreno Noticias