Desoladoras noticias

Publicado: 10 feb 2011
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Hace años, durante la década neoliberal del menemismo, nos escandalizábamos por la muerte por desnutrición de niños tucumanos y nos querían hacer creer que la prometida política del derrame iba a terminar con tanta injusticia. Sin embargo, superada esa época desgraciada, nos seguimos sorprendiendo- por no querernos acostumbrar a tanto espanto- que niños indígenas de Misiones (hace unos meses) y Salta (en la última semana) siguen muriendo por las mismas causas en esta Argentina en crecimiento y desarrollo. El argumento oficial provincial suena increíble: que los fallecimientos obedecen a la no incorporación por parte de las comunidades originarias a las pautas culturales occidentales de control de salud. En cambio, los originarios denuncian abusos, malos tratos y discriminación en hospitales y centros de salud de sus provincias, denuncias que no son difundidas por los grandes medios.
También es cierto que las internas de poder en los nombramientos de profesionales en los servicios de salud públicos, la falta de medicamentos, de infraestructura edilicia, de ambulancias, de malos sueldos ponen su parte en esta situación estructural desde hace décadas. A ello se le suma la dificultad en la comunicación entre los agentes de salud y los pacientes por desconocimiento de sus lenguas ancestrales .“Durante el año 2009, sufrí la perdida de mi hijo menor, que falleció por estar desnutrido, el agente sanitario no controló a mi hijo, y en el hospital de Mosconi, nos sentimos discriminados por los criollos, el agente sanitario adulteró el certificado de vacunación para no hacerse responsable ” dijo el cacique wichi Lucio Juan consultado por la Agencia de Noticias Copenoa.
Mientras tanto, la desigualdad continúa y los consecutivos gobiernos provinciales explican con argumentos inmorales estas muertes por desnutrición como deshidratación o fallas cardíacas, para liberarse de sus responsabilidades y ocultan el aumento de casos de pobladores intoxicados por la utilización en los campos de sojas de plaguicidas en muchos casos de uso prohibido. El dirigente originario y líder de la Unión de Trabajadores Desocupados de Campamento Vespucio, Eduardo Paliza afirmó “Los hermanos indígenas no entienden sobre los problemas de salud, y los médicos no se toman el tiempo para explicarles sobre lo que les sucede con su salud, por desconocimiento del idioma, esto aleja a los hermanos, son pautas culturales distintas. A esto debe sumarse, el desplazamiento de los hermanos aborígenes a vivir hacinados en la periferia de las ciudades de la zona, sin comida. Ahora fumigan a los que están en cercanías de las plantaciones de soja, con las graves consecuencias y enfermedades que originan la utilización de productos tóxicos prohibidos, lanzados desde aviones fumigadores. En el aeropuerto de Mosconi hay cinco aviones que realizan esta tarea, sin control alguno”. El 30 por ciento de los niños internados en la sala de Pediatría en un hospital de Salta “la linda” tiene algún grado de desnutrición. La mayor parte pertenece a las comunidades originarias, con un futuro incierto, corridos de sus tierras y condenados al olvido y a la indiferencia.
Es una obligación moral que desde un modesto medio como éste denunciemos este atentado a la condición humana y desolador panorama para nuestro país.