Detenidos por Cantar la «Marcha Peronista»

Publicado: 24 oct 2019
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Iban 24 minutos del segundo tiempo de aquel partido por el torneo de la vieja Primera B, jugado en Mataderos el sábado 24 de octubre de 1981 entre Nueva Chicago y Defensores de Belgrano, cuando Franceschini metió el tercer gol.

Nueva Chicago 3, Defensores de Belgrano 0, cosa juzgada.

 

Después del festejo, desde la tribuna cabecera de los locales surgió tímida la primera estrofa de boca de un loco suelto: «Los muchachos peronistas / todos unidos triunfaremos…» Los que estaban cerca no tardaron en prenderse: «… y como siempre daremos…» El grito salía desde donde tenía que salirles, después de tantos años de silencio : «…un grito de corazón: ¡Viva Perón, Viva Perón!» Un par de minutos, tres a lo sumo, duró la trasgresión, hasta que volvieron al clásico: «¡Chi-chi-cago!/ ¡Chi-chi-cago!».

 

No había en aquellos tiempos cámaras instaladas en los estadios para detectar irregularidades, pero sí existían uniformados atentos y vigilantes. Cuarenta y nueve personas, según registraran las crónicas de la época, fueron detenidas por alteración del orden público y fueron obligadas a trotar hasta la seccional 42º, en Avenida de los Corrales y Tellier (hoy Lisandro de la Torre).

 

Cuarenta de esos hombres recuperaron rápidamente su libertad pero otros nueve quedaron detenidos. Los sancionaron con 30 días de arresto. Un vocero policial, el subcomisario Quintana, negó públicamente lo que los hinchas denunciaron y muchos testigos vieron: que les habían dado patadas, palazos y topetazos con los caballos que los escoltaban hasta la seccional.

 

El jefe del operativo policial era Juan de Dios Velaztiqui, quien cargó desde entonces con el apodo “El trotador”. Velaztiqui adquiriría una gran notoriedad muchos años más tarde, exactamente en la madrugada del sábado 20 de diciembre de 2001, cuando les disparó a quemarropa a los jóvenes Maximiliano Tasca, de 23 años; Cristian Gómez, de 25, y Adrián Matassa, de 23., los pibes fusilados en Gaona y Bahía Blanca en el barrio de Floresta.

 

Una curiosidad adicional, después de aquel episodio de la cancha de Chicago, durante algunas semanas los hinchas cantaron el arroz con leche, en una fina ironía que todo el mundo entendía pero que no les permitía a los policías volver a meterlos presos.