Fusilan a Camila y Ladislao

Publicado: 18 ago 2019
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La vida de María Camila O¨Gorman terminó en tragedia por haberse enamorado del hombre equivocado, un sacerdote tucumano que fue nombrado párroco de la iglesia Nuestra Señora del Socorro, llamado Ladislao Gutiérrez.
Se conocieron cuando ella asistía a la parroquia a escuchar sus sermones y el joven sacerdote frecuentaba la casa familiar de Camila porque había conocido a su hermano Eduardo en el Seminario. Poco tiempo después ambos se enamoraron, y tras cansarse de tener una relación clandestina, decidieron fugarse para estar juntos.
A mediados de diciembre de 1847, iniciaron su huida a caballo y tras una escala en Luján llegaron al pueblo de Goya, en la provincia de Corrientes.
Una vez allí, cambiaron sus nombres por los de Valentina Desan y Máximo Brandier, abriendo la primera escuela del lugar, lo que los hizo muy queridos entre los pobladores. Pero después de unos meses, Ladislao fue descubierto por un sacerdote irlandés que estaba de paso por el poblado quien lo denunció ante las autoridades.
La pareja fue encarcelada el 16 de junio de 1848 y trasladada a la cárcel de Santos Lugares de Rosas (hoy San Andrés) en la provincia de Buenos Aires. Donde permanecieron en celdas separadas, esperando la decisión de Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia en ese entonces. Se cree que Camila logró escribirle a su amiga Manuelita Rosas, ya que existe una carta de la hija del gobernador fechada el 9 de agosto de 1848 en la que le dice haber intercedido ante su padre y donde le pide que sea fuerte.
Cuando fueron interrogados, Ladislao y Camila no mostraron arrepentimiento alguno en sus declaraciones y aseguraron tener sus conciencias limpias. En Montevideo y Chile, la prensa opositora al rosismo utilizó el hecho para denunciar al régimen por su falta de moral.
La Iglesia por su parte, estaba escandalizada y Rosas entendía la situación como una afrenta a su autoridad. Así que ordenó la inmediata ejecución de la pareja. La sentencia se cumplió el día 18 de agosto de 1848.
Camila recibió el bautismo por boca porque estaba embarazada, y los condenados fueron llevados en sillas con los ojos vendados escoltados por la banda de música del batallón hasta el patio trasero de la prisión, donde un pelotón de fusilamiento los ejecutó.
Ladislao tenía 24 y Camila sólo 20 años. En una nota escrita por Ladislao Gutiérrez en su celda, cuando se enteró que Camila correría su misma suerte decía: “Camila mía: Acabo de saber que mueres conmigo. Ya que no hemos podido vivir en la tierra unidos, nos uniremos en el cielo ante Dios. Te abraza tu Gutiérrez”.
Veintidós años después de ordenar el fusilamiento, Rosas le responde a un amigo de Buenos Aires desde Southampton, diciendo: “Ninguna persona me aconsejó la ejecución del cura Gutiérrez y Camila O’ Gorman, ni persona alguna me habló ni escribió en su favor. Por el contrario todas las personas primeras del Clero me hablaron o escribieron sobre este atrevido crimen y la urgente necesidad de un ejemplar castigo, para prevenir otros escándalos semejantes o parecidos. Yo creí lo mismo. Y siendo mía la responsabilidad, ordené la ejecución”.