Lesiones, ¿Frío o Calor?

Publicado: 30 nov 2016
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El calor y el frío son las dos formas más comunes de terapias no invasivas para aliviar el dolor.

Mantener una vida activa y realizar ejercicio físico de manera regular es indispensable y beneficioso para la salud. Sin embargo, a veces su práctica comporta algunos problemas añadidos, como esguinces, tendinitis y calambres, con distinto grado de gravedad. Pero, de la misma manera, hay determinadas molestias que no son consecuencia directa de la práctica deportiva, como las contracturas musculares, el dolor menstrual o la artrosis.

¿Frío o calor? ¿Qué es mejor para cada lesión?

Como norma general, se utiliza el calor en las condiciones crónicas y frío para las situaciones agudas. Una lesión aguda, como un esguince o distensión muscular, provocará inflamación y posiblemente hinchazón junto con dolor. En este caso, la aplicación de frío disminuirá el flujo de sangre a la zona afectada, lo que repercutirá también en la inflamación y la hinchazón, que también se verán reducidas. En casos como estos, después de que se produzca la lesión, hay que seguir el acrónimo RICE: reposo, hielo, compresión y elevación

Las lesiones crónicas, por otro lado, son resultado del uso excesivo de algunos tejidos, que provocan dolor y, en consecuencia, contracturas y disminución de la flexibilidad, como el codo de tenista, codo de golfista, tendinitis rotuliana y tendinopatía de Aquiles.

Cuándo y cómo aplicar crioterapia

El tratamiento con frío -o crioterapia- en lesiones agudas ayuda a reducir el flujo sanguíneo a la región afectada. Esto es beneficioso en la fase inflamatoria de una lesión (las primeras 72 horas después de la lesión o el agravamiento de una ya presente antes), porque contribuye a reducir la cantidad de inflamación y la hinchazón que se acumula en la región lesionada. Esta terapia también está indicada para disminuir el dolor y los espasmos musculares.

El frío se debe aplicar en lesiones agudas cada 1-2 horas y durante 10-20 minutos

Puede hacerse de distintas maneras: mediante una bolsa de cubitos de hielo; con un paquete de guisantes congelados que se moldean a la zona lesionada y se pueden reutilizar -metiéndolo de nuevo en el congelador- tantas veces como sea necesario (aunque no deben consumirse si se han descongelado y vuelto a congelar); o con compresas frías de gel, disponibles en las farmacias.

Otras recomendaciones son ser muy cuidadosos con los tratamientos de frío con personas de edad avanzada, los niños pequeños, quienes sufren diabetes, problemas circulatorios o hipersensibilidad al frío.

Cuándo y cómo aplicar termoterapia

No se recomienda utilizar calor si hay inflamación, mala circulación o diabetes, entre otras

El calor -o termoterapia- aplicado sobre la piel aumenta su temperatura y la de los tejidos subyacentes. Esto dilata los vasos sanguíneos, como las arterias, que permite que fluya más sangre a la zona en cuestión. Este incremento de flujo ayuda a eliminar productos de desecho de las células, a que lleguen más nutrientes y a relajar los tejidos. La subida de la temperatura de la sangre también calienta el área circundante y tiene un efecto de aumento de la flexibilidad de los tejidos blandos.

Cuando una lesión lleva más de 72 horas de evolución, cuando hay rigidez crónica en las articulaciones o músculos y dolor en las articulaciones, se recomienda la aplicación de calor, que puede ser utilizado bien como forma de calor húmedo (baño o ducha de agua caliente, botella de agua caliente, gel térmico, etc.) o bien como calor seco (almohadilla caliente o una manta eléctrica).

La manera de aplicar es de entre 10 a 20 minutos, a menos que el fisioterapeuta indique más tiempo. No se aconseja usar calor si hay inflamación, mala circulación, diabetes, sensibilidad alterada de la piel o procesos infecciosos, ni aplicarlo sobre una herida abierta o con puntos de sutura.

Ante una lesión, ¿cuándo hay que acudir al fisioterapeuta?

La fisioterapia ayuda a restaurar el movimiento y la función cuando alguien se ve afectado por una lesión, enfermedad o discapacidad, pero también a reducir el riesgo de lesión o enfermedad en el futuro.

La fisioterapia puede implicar una serie de diferentes métodos de prevención y tratamiento, en función de los problemas específicos que experimente una persona. Para ello, se utilizan tres de los principales enfoques: educación y asesoramiento, movilización y ejercicio y, por último, terapia manual. Este profesional de la salud puede asesorar sobre cómo aumentar la actividad física a un ritmo óptimo y encontrar el equilibrio adecuado entre el descanso y la actividad.

Alternando frío y calor

Una herramienta muy utilizada en fisioterapia son los baños de contraste frío-calor. Se usan en rehabilitación de fracturas o largas inmovilizaciones de extremidades, para disminuir el edema, o en algunos momentos de la fase inflamatoria de la artritis, entre otras.

Para ello, se sumerge la extremidad en cuestión en un recipiente con agua a una temperatura entre los 38 °C y los 44 °C durante unos 7-10 minutos aproximadamente. Después, se pasa con rapidez a otro donde la temperatura ronda entre los 10 °C y los 20 °C durante un minuto, para pasar al recipiente caliente cuatro minutos más, hasta completar un ciclo de media hora y terminando en agua caliente. Aun así, la técnica puede sufrir distintas variaciones.

Estos baños provocan episodios de vasoconstricción y vasodilatación cutánea, cuyo objetivo es aumentar la circulación local (y, en consecuencia, de la extremidad contralateral, aunque en menor medida). Pese a que a simple vista parece una técnica segura, está contraindicada en algunas situaciones clínicas, por lo que se recomienda que siempre la lleve a cabo un fisioterapeuta.

 

Fuente :Dr Daniel Lopez Rosetti.