Día del Trabajador/a.

Publicado: 01 may 2020
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Los sucesos luctuosos de Chicago de fines de siglo XIX dieron origen a la conmemoración del “Día del Trabajo” del 1° de Mayo, circunscripto al mundo sindical de raíz socialista.

 

Finalmente este proceso devino en la condena a la horca para cinco de estas personas que pasarían a la historia como “Los Mártires de Chicago”, mientras que los tres restantes recibieron pena de prisión.

 

«Salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro… Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: «la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable…”

 

José Martí «Relato de la ejecución».

 

 

 

 

En nuestro país los socialistas, luego el movimiento anarquista y por último el comunismo vernáculo, tomaron dicha fecha como acto de movilización y conmemoración.

Floreció la prensa obrera con sus dos grandes exponentes La Vanguardia, el periódico socialista fundado en 1894 y La Protesta, la voz de los anarquistas, que comenzó a editarse en 1897, un año después que Juan Bautista Justo fundara el Partido Socialista. La idea de una central única de trabajadores se concretó en mayo de 1901 con la creación de la Federación Obrera Argentina, la FOA, que nucleaba a la mayoría de los gremios del país. En aquel año recordaba un militante obrero: «…la manifestación obrera conmemorativa del 1º de Mayo fue disuelta en Buenos Aires por la policía a sablazos, produciéndose el tumulto consiguiente».

El gobierno conservador del general Roca comenzó a preocuparse y promovió la aprobación de un proyecto de ley presentado en 1899 por el inspirado senador Miguel Cané. El 22 de noviembre de 1902, la iniciativa del autor de Juvenilia quedó convertida en la ley 4144, conocida como «de Residencia». Contrariando hasta el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional, permitía la expulsión hacia sus países de origen de los extranjeros llamados «indeseables», es decir, militantes sindicales y sociales.

En la mayoría de los casos, el «agitador» extranjero expulsado a su país de origen, al llegar a su destino, era condenado a muerte o a cadena perpetua, cuando se trataba de emigrados que huían de las persecuciones y eran atraídos por la promesa de libertad declamada hasta el cansancio por los sucesivos gobiernos patrios.

Ante esta grave situación, el gremio de los marítimos armó una pequeña línea de barquitos a la que llamó «Flotilla Libertaria», que recorría permanentemente el Río de la Plata entre los puertos de Buenos Aires y Montevideo para rescatar a los deportados que lograban arrojarse al agua desde los barcos. La Flotilla Libertaria logró rescatar en aquellos años a centenares de militantes que se reintegraron a la lucha.

Las condiciones miserables de vida continuaron y se agravaron y, pese a la represiva ley 4144, el movimiento obrero reaccionó enérgicamente y decretó a principios de noviembre de 1902, a través de la FOA, la primera huelga general de la historia argentina.

La primera década del siglo XX estuvo marcada por la acción sindical anarquista y la acción política del socialismo. Por aquellos años las ideas brotaban como de un manantial que se expresaba en el notable crecimiento de la difusión de los periódicos anarcosindicalistas, la fundación de bibliotecas y de las «Escuelas Modernas», que refutaban los conceptos y los contenidos de la educación oficial y capitalista; las huelgas generales y las grandes movilizaciones obreras. La rebelión en el «Granero del Mundo» parecía imparable.

El acto del 1º de Mayo de 1905 se realizó frente al Teatro Colón y mientras estaban haciendo uso de la palabra los oradores, el gobierno lanzó un escuadrón de 120 policías a caballo, los famosos «cosacos», contra la multitud, mientras que un escuadrón de bomberos policiales la atacó por otro frente. Sobre la plaza Lavalle quedaron tendidos cuatro muertos y más de cincuenta heridos. Los detenidos se contaron por centenas.

Un informe policial da cuenta de la detención de un obrero anarquista al que se lo encontró «famélico, en grave estado de desnutrición». El oficial escribiente detallaba que entre las pertenencias del detenido se encontraron 100 pesos y que al ser interrogado se le preguntó por qué no había usado parte de ese dinero para alimentarse; el detenido contestó con toda su poderosa y ejemplar humildad: «esa plata es del sindicato, de mis compañeros que tienen tanto hambre como yo pero dan lo poco que tienen para la causa redentora de la humanidad, para que sus hijos vivan un mundo que merezca ser vivido».

Luego de 1943, Perón comenzó el proceso de “unificación” del significado y la celebración del 1° de Mayo.

En diciembre de 1943, Perón había sido nombrado Secretario de Trabajo y Previsión.

El 1° de Mayo de 1944 fue el primero celebrado bajo el nuevo régimen militar. Aunque todas las manifestaciones públicas con motivo del Día del Trabajo habían sido prohibidas por el gobierno, éste sin embargo decretó un feriado nacional en la fecha.

En reemplazo de las múltiples celebraciones habituales, el gobierno organizó un acto oficial al que fueron invitados representantes de diversos sindicatos. El acto contó con la presencia del presidente Farrell, de Perón (ambos pronunciaron discursos y de otras altas autoridades.

A partir del gobierno de Perón los 1º de mayo fueron, junto al 17 de octubre, las reuniones más importantes del peronismo como símbolo de la unión entre los trabajadores y el gobierno.

En las reuniones masivas, organizadas por la CGT, Perón y Evita exponían a los trabajadores la marcha del país y los logros alcanzados.

Se celebraba una fiesta con desfiles de carruajes de cada sindicato y la coronación de la Reina del Trabajo, con las reinas de las fiestas regionales argentinas, para aunar el trabajo a la representación de la mujer en su nueva participación social y política como sujeto pleno de derechos.

Pero en el caso de Eva Perón su participación recién empezó en 1948, a la par de su participación en la obra política del justicialismo.

Fue la primera mujer en compartir tribuna en este acto, sólo teniendo como antecedente las dirigentes socialistas que décadas atrás participaban de dicha conmemoración.

Llamó a confiar en Perón: “Todavía las fuerzas del mal siguen agazapadas y no creen ni en la justicia social ni en la obra patriótica del general Perón. No sé lo que se proponen pero pueden ustedes deben tener la plena seguridad de que, mientras en la Casa Rosada esté el general Perón, la masa trabajadora argentina puede dormir tranquila”. Y cerró con una frase que sería una marca distintiva: “porque la justicia social se cumplirá inexorablemente, cueste lo que cueste y caiga quien caiga”.

El 1° de mayo de 1952 asistió (enfermedad mediante)  al último acto de los trabajadores junto a Perón y a su pueblo. Éste, al verla, la alentó a decir su discurso, el último y el más fuerte en su contenido doctrinario en apoyo al ideario peronista.

Sus palabras fueron llamaradas: “Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista”.

Reafirmó: “Porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bota oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase trabajadora, porque nosotros no nos vamos a dejar explotar jamás por los que, vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras”. Y cerró con su canto de cisne: “Compañeras, compañeros: Otra vez estoy en la lucha, otra vez estoy con ustedes, como ayer, como hoy y como mañana. Estoy con ustedes para ser un arco iris de amor entre el pueblo y Perón; estoy con ustedes para ser ese puente de amor y de felicidad que siempre he tratado de ser entre ustedes y el líder de los trabajadores”.

El Peronismo surgió cuando en los hogares argentinos se carecía de todo, cuando los trabajadores no podían tender su mesa, cuando el niño estaba abandonado como lo estaban los ancianos y cuando no había más que desesperanza para todos los humildes y sólo gozaban de la riqueza de nuestro país, unas pocas familias privilegiadas;  así comenzó a remediar tanta injusticia.

Fueron años dorados para la clase trabajadora, que pasó de ser, poco menos que esclavos, a gozar de todos los derechos.

Derecho a un sueldo digno, al descanso dominical, a las leyes sociales, vacaciones pagas y obligatorias, y un sueldo anual complementario, conocido cómo aguinaldo.

Después de las conquistas del Justicialismo, la fiesta de los trabajadores argentinos se basa en la felicidad de los humildes, de los anónimos héroes que forjan la Patria cada día con el esfuerzo de sus manos.

Es el deseo de quienes queremos un país mejor, forjado desde el trabajo, que se cumpla aquel viejo augurio que acompañaba algunas tarjetas de salutación de aquellos  años peronistas:

Que haya una sola clase de hombres y mujeres lxs que trabajan;
Que no existan más privilegiados, que lxs niñxs;
Que nadie se sienta más de lo que es ni menos de los que puede ser;
Que los gobiernos de las naciones hagan lo que los pueblos quieran;
Que cada día los hombres y mujeres sean menos pobres
Que todos seamos artífices del destino común.

Y que cada día, lxs argentinxs, seamos un poquito más felices.