Día Internacional Contra la Homofobia en el Fútbol

Publicado: 19 feb 2020
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El 19 de febrero se celebra el Día Internacional contra la Homofobia en el Fútbol, en homenaje al día de nacimiento de Justin Fashanuel primer futbolista de élite en reconocer públicamente su homosexualidad, allá por 1990.

Luego de este acto de valentía, Justin fue expulsado de su equipo, recibió las burlas del técnico y sus compañeros, y no volvió a ser contratado de manera permanente por ningún otro equipo. Luego, tras una acusación falsa de violación, sumido en la depresión, se suicidó en 1998.

Nació en 1961 en Hackney, Londres. Hijo de un abogado nigeriano radicado en Inglaterra, fue dado en adopción después de que sus padres se separaran. Un matrimonio se hizo cargo de la pareja de hermanos en el condado de Norfolk, donde Justin comenzó su carrera de futbolista al mismo tiempo en el que se destacaba como boxeador.

Hizo su debut profesional en la primera división de Norwich City cuando sólo tenía 17 años de edad. No tardó nada en convertirse en uno de los mejores delanteros del país. Rápido, potente, habilidoso y goleador. Fashanu lo tenía todo. Ganó el premio al mejor gol del año 1980 y disputó once partidos con la Selección sub 21.

 

Después de un breve paso por Adelaide City, en 1981 se convirtió en el primer futbolista negro en ser transferido por un millón de libras.

El bicampeón europeo Nottingham Forest pagó esa fortuna por él. Allí conoció al mejor entrenador de la historia del fútbol británico. Brian Clough que ya había sacado campeón al humilde Derby County y había fracasado con Leeds United. Sus éxitos con el modesto Forest le devolvieron el prestigio que aún hoy conserva. Casi todos sus dirigidos han elogiado sus métodos y su personalidad y han disfrutado de la posibilidad de trabajar con él, excepto Justin Fashanu. Su experiencia con el gran Brian Clough fue muy mala. De hecho, su arribo a Nottingham marcó el comienzo de su decadencia.

 

En aquella época, la orientación sexual de Fashanu todavía no era pública, pero en los planteles ya generaba discordia. Tras marcar tres goles en nueve encuentros en Southampton, pasó a Notts County por 150.000 libras, el diez por ciento de lo que había pagado Forest por él. Allí, tuvo cierta continuidad y se ganó el cariño de los hinchas. Permaneció tres temporadas y luego fue transferido a Brighton & Hove Albion, donde sufrió una grave lesión en la rodilla. En 1988, cansado de los problemas en su país natal, viajó a América del Norte, donde jugó en Los Angeles Heat de Estados Unidos y en Edmonton Brickmen de Canadá. Allí tuvo buenas actuaciones y menos de un año después decidió regresar para fichar por Manchester City.

Fashanu ya era reconocido en los bares gays y muchos de los parroquianos le preguntaban si era efectivamente un futbolista profesional. Como todavía no había decidido hacer pública su homosexualidad, sólo respondía que no, que sólo tenía un asombroso parecido con el jugador. Eso no funcionaba, claro está, y sus gustos ya eran un secreto a voces en Gran Bretaña.

Hasta que en 1990 dio una entrevista con el diario de The Sun que se tituló: “Estrella futbolística de 1 millón de libras: SOY GAY”. Su confesión generó una polémica gigantesca en el ambiente del fútbol y en toda la sociedad inglesa. Fashanu no sólo era el primer futbolista de la historia en confirmar su homosexualidad, sino que también había denunciado a un miembro del parlamento, al que conoció en un pub gay y con el que terminó una noche “en la cama de su piso de Londres”. La vida de Justin se hizo todavía más complicada después de esta publicación. Aunque en general sus compañeros aceptaron el hecho, las hinchadas lo tomaron de punto y cada partido era una especie de castigo.

Pasó sin pena ni gloria por Leyton Orient,  Hamilton Steelers, Southall, Toronto Blizzard, Leatherhead y Newcastle. Sólo tuvo cierta continuidad en Torquay United, al que llegó en 1991.

Una semana después de la entrevista en The Sun, su hermano charló con la revista The Voice. El título de ese reportaje fue: “John Fashanu: Mi hermano gay es un paria”. Esos dichos afectaron mucho a Justin, quien volvió a hablar tiempo después, con la revista Gay Times. En esa ocasión, desmintió haber tenido relaciones con políticos y dijo haber sufrido demasiado después de salir del closet. Es que la discriminación se hizo todavía más cruel y, a pesar de que ganó una buena cantidad de dinero por contar su verdad, su carrera futbolística quedó casi terminada.

Siguió jugando en clubes menores hasta 1997. En total, vistió 23 camisetas diferentes, pero con ninguna jugó más de 64 partidos. Como si su condición no le hubiese dado suficiente notoriedad, tuvo un romance con la actriz Julie Goodyear, que despertó todavía más el interés de la prensa sensacionalista. Fue acosado hasta el día de su muerte.

Su último equipo fue Miramar Rangers de Nueva Zelanda. Sus últimos años como futbolista fueron, por lo menos, intensos. Se peleó con Osvaldo Ardiles en Newcastle, fue ayudante de campo en Torquay, sufrió un par de descensos, en Suecia le rescindieron el contrato por intentar venderle a la prensa una serie de historias sobre sus relaciones con ministros, intentó ser entrenador pero no pudo y se retiró en Maryland Mania (EEUU), sin jugar ni un minuto.

Durante sus últimos meses en Estados Unidos vivió los peores momentos de su vida. En 1998, un joven de 17 años lo denunció por abuso sexual. En el estado de Maryland los actos homosexuales eran ilegales y por eso el hecho era todavía más grave. Fashanu fue interrogado por la policía pero no fue detenido. Días más tarde, cuando las fuerzas públicas fueron a arrestarlo por agresión sexual en segundo grado y agresión en primer y segundo grado, ya no estaba en su departamento. Había regresado a Inglaterra. Tiempo después, se dijo que el denunciante sólo quería chantajearlo, pero ya era demasiado tarde.

Algunos días después de su regreso, Justin Fashanu fue encontrado muerto en un garage abandonado de Shoreditch, Londres. Se había ahorcado tras pasar la noche en un sauna gay. Fue un desenlace trágico pero para muchos no fue sorpresivo.

En una carta confesó que regresó a su país porque sabía que no iba a tener un juicio justo en Estados Unidos: “Me he dado cuenta de que ya he sido condenado como culpable. No quiero ser más una vergüenza para mis amigos y familia. Espero que el Jesús que amo me dé la bienvenida y finalmente encuentre la paz”. Meses después de su suicidio, Scotland Yard demostró que que no existía ninguna orden de detención para Fashanu y que la policía estadounidense había abandonado el caso por falta de pruebas. Otra vez, era demasiado tarde.

 

Su muerte no sirvió para mucho, sólo para mantener su nombre en los tabloides algunos meses más. Fashanu murió como un mártir, como un incomprendido, como un hombre que no pudo conjugar su estilo de vida con su profesión. En el fútbol inglés todavía hay discriminación y los homosexuales aún no tienen las posibilidades de contar su verdad, salvo en un par de casos aislados. Las dudas acerca de su sexualidad son sólo un ingrediente más en su vida, que no condicionan toda su lucha y su sufrimiento.

 

Fuente: Revista «Un Caño»