Día Internacional de la Hepatitis C.
Este miércoles 1 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Hepatitis C, una enfermedad con alta prevalencia en todo el mundo y con un tratamiento médico certero.
El inconveniente es que suele detectarse en etapas avanzadas, al ser mayormente asintomática, lo cual genera un daño irreversible en el hígado y puede provocar la muerte.
Por eso se suele conocer a esta enfermedad como “el enemigo silencioso”, dado que no presenta síntomas hasta un estadio avanzado de la misma.
Al darse por transmisión sanguínea, el contagio puede producirse por una transfusión, una intervención con elementos mal esterilizados, incluso prácticas comunes como tatuajes, piercings, hasta manicura y pedicura.
Asimismo, es alto el índice de transmisión al compartir jeringas, mientras que en el caso de las relaciones sexuales es bajo el índice de contagio, pero existe.
En Argentina, la prevalencia fue cambiando y en estos momentos se habla de que el 0,7% de la población tendría Hepatitis C, es decir, alrededor de 300 mil personas. Sin embargo, el 70% lo desconoce.
La hepatitis C es una infección vírica que causa la hinchazón del hígado, denominada inflamación.
La hepatitis C puede derivar en graves daños hepáticos. El virus de la hepatitis C (VHC) se propaga a través del contacto con sangre que contiene el virus.
Los nuevos medicamentos antivirales son el tratamiento de elección para la mayoría de las personas con hepatitis C crónica.
Estos medicamentos a menudo pueden curar la hepatitis C crónica.
Pero muchas personas con hepatitis C no saben que la tienen. Esto se debe principalmente a que los síntomas pueden tardar décadas en aparecer. Por ello, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE. UU. recomienda que todos los adultos de entre 18 y 79 años se sometan a pruebas de detección de la hepatitis C.
Los exámenes de detección son para todos, incluso para quienes no presenten síntomas ni se sepa que tienen una enfermedad hepática.
Síntomas
Toda infección por hepatitis C de larga duración comienza con lo que se denomina fase aguda. La hepatitis C aguda no suele diagnosticarse porque rara vez causa síntomas. Cuando hay síntomas en esta fase, pueden incluir ictericia, fatiga, náuseas, fiebre y dolores musculares.
La infección prolongada por el virus de la hepatitis C se conoce como hepatitis C crónica. La hepatitis C crónica no suele presentar síntomas durante muchos años. Los síntomas solo aparecen cuando el virus daña el hígado lo suficiente como para causarlos.
Estos son algunos de los síntomas:
- Sangrado con facilidad.
- Tendencia a la formación de moretones.
- Cansancio.
- Negarse a comer.
- Coloración amarillenta de la piel, llamada ictericia. Esto podría aparecer más en la gente blanca. También, amarilleamiento en la parte blanca de los ojos en personas blancas, negras y morenas.
- Orina de color oscuro.
- Picazón en la piel.
- Acumulación de líquido en la zona del estómago, denominada ascitis.
- Hinchazón en las piernas.
- Pérdida de peso.
- Confusión, somnolencia y dificultad para hablar, lo que se denomina encefalopatía hepática.
- Vasos sanguíneos en forma de araña en la piel, llamados angiomas en araña.
La infección aguda por hepatitis C no siempre se vuelve crónica. Algunas personas eliminan la infección de su organismo después de la fase aguda. Esto se conoce como eliminación vírica espontánea. La terapia antivírica también ayuda a eliminar la hepatitis C aguda.





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