Día Mundial para la Prevención del Abuso Infantil.

Publicado: 19 nov 2019
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El abuso infantil es un problema universal que ha existido desde hace miles de años, pero fue en el año 1959 con la Declaración de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas (ONU), cuando se consideró como un delito que trae profundas y graves repercusiones psicológicas, sociales, legales y médicas.

 

Se conoce como abuso o maltrato infantil a aquellas acciones cometidas por un adulto que van en contra del desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños.

 

Los distintos tipos de abuso infantil son: abuso físico, abuso psicológico, la negligencia infantil y el abuso sexual.

El abuso físico es considerado como todo acto donde se utiliza la fuerza física de modo inapropiado o excesivo.

El abuso psicológico comprende todas esas manifestaciones que afectan el desarrollo emocional de un niño.

El trato negligente es la falta de supervisión y protección adecuada de los niños.

El abuso sexual es el que implica forzar o seducir a un niño a  formar parte de actividades sexuales.

 

La Convención Internacional de los Derechos de los Niños señala que todos los niños y niñas tienen derecho a ser protegidos contra la violencia, el abandono, el descuido, la explotación y el abuso sexual y que, los gobiernos y sociedades civiles tienen un papel importante para garantizar que nunca sean maltratados en el entorno familiar, escolar o público.

Los países, de igual forma, deben trabajar juntos con el objetivo de establecer las medidas necesarias para prevenir el abuso infantil en el mundo; es por esto que en el año 2000 se designó el 19 de Noviembre como el Día Mundial para la Prevención del Abuso Infantil con la finalidad de divulgar la existencia e importancia del problema, y dar apoyo en las estrategias de prevención.

¿Cómo me doy cuenta si un niño, niña o adolescente fue víctima de abuso sexual?

Los niños, niñas o adolescentes que son víctimas de este delito no suelen contar lo que les ocurrió.

Sin embargo, si tienen cambios de conducta repentinos, pueden estar diciéndonos que les ha pasado algo.

Algunos de estos cambios podrían ser:

– enojos injustificados,

– decaimiento,

– desconexión con el medio social,

– pesadillas o problemas para dormir,

– ansiedad,

– no quieren quedarse solos con una persona en particular.

Para evaluar si hubo agresión o no, siempre debe participar un profesional, que puede ser el pediatra u otro especialista en el tema.