Nueva Visita a la Confitería del Molino.

Publicado: 30 jul 2019
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Para celebrar los 103 años de la Confitería del Molino, el Gobierno porteño decidió abrir las puertas del edificio en la tarde del sábado 27 de julio.

Fueron casi 5.000 personas las que se acercaron en esta oportunidad por segunda vez en el año (la anterior fue en mayo, en el Día Nacional de los Monumentos), se mostró cómo los expertos restauran el edificio ubicado frente al Congreso de la Nación.

Los visitantes recorrieron sus salones para celebrar su puesta en valor y observar el avance de las obras que ya incluyen el rescate de 15.000 objetos que van desde moldes hasta viejos menús, de los 1.200 m2 de vitrales distribuidos en 33 paños y de las 46 luminarias históricas.

Han cambiado 4500 metros de líneas de iluminación y se han intervenido 1.070 m2 de superficies pintadas, entre otras tareas.

El edificio del Molino fue inaugurado el 9 de julio de 1916.

Es una obra de hormigón armado de 7.600 m2 y ocho plantas en dos cuerpos, una construcción extrovertida y barroca, obra del genial arquitecto italiano Francisco Terencio Gianotti.

Empezaron los trabajos de acuerdo con la ley de expropiación de 2014, a través de la que el Estado les compró el inmueble a sus dueños, los Roccatagliata, para que el edificio fuera finalmente transferido al Congreso de la Nación, que ahora se encarga de su salvataje.

Durante el recorrido, que empezó en el acceso de avenida Rivadavia 1815, fue posible observar que la araña del hall volvió a brillar gracias a la técnica Tiffany aplicada.

En el primer piso se apreciaron las obras prácticamente concluidas en el Salón Fumoir (o Salón Fumador) y en el del Salón de Baile de al lado.

El Salón de Baile, o Salón Principal, es un espacio lleno de historias en el que miles de porteños celebraron durante más de un siglo fiestas, bautismos y casamientos.

En el lugar se puede apreciar un antiguo piano y los antiguos mostradores de vidrio y madera en los que se exhibían las delicias de panadería italiana de la casa.

También se reparó el reloj del salón, a través de la misma empresa que lo fabricó.

La gente, por el momento, no tuvo acceso a la cúpula (cuyos trabajos incluyen 254 m2 de restauración de fachada), que se eleva hasta los 52 metros, en su momento, una de las más altas de Buenos Aires.

Del Molino fue declarado monumento histórico nacional en 1997, y por eso en la actualidad la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos trabaja en forma conjunta con el equipo de expertos del RIEM, con el gobierno porteño y con el gobierno nacional, en el rescate del histórico edificio.

La confitería nació en la esquina de Solís y Rivadavia, pero fue demolida para construir las Plazas del Congreso. Luego se mudó a la esquina de Rivadavia y Callao cuando su dueño era el panadero italiano Cayetano Menna; él le había encargado un nuevo edificio, símbolo de la prosperidad, al muy joven compatriota Gianotti.

Lo que no está definido aún es el destino de los departamentos ubicados en la parte superior de la Confitería.