Pre-Eclampsia.

Publicado: 18 sep 2021
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Habitualmente se habla de una de las complicaciones más comunes que suelen suceder durante un embarazo: la preeclampsia.

Este estado está ligado a unos desórdenes hipertensivos en la mujer embarazada y que puede afectar a la salud de ella y del bebé.

La eclampsia es el estado más grave al que se puede llegar debido a un desorden hipertensivo, que en la mayoría de casos desemboca a través de las primeras etapas de preeclampsia. Por ello, esta última debe diagnosticarse, tratarse y controlarse muy rápidamente.

Durante la eclampsia, la presencia de crisis epilépticas y sus consiguientes convulsiones en la embarazada, ponen en serio riesgo la vida de la futura mamá y del feto.

Pese a que las causas de la eclampsia no se saben a ciencia cierta, sí existen unas variables que pueden afectar: factores  del sistema nervioso y cerebral, problemas vasculares, la genética y la dieta.

Además, el riesgo de sufrir la fase inicial de preeclamsia aumenta si la embaraza es mayor de 35 años, es su primer embarazo, es de raza negra, su embarazo es múltiple, es adolescente o si sufre de diabetes, enfermedad renal o hipertensión arterial.

La gran parte de las mujeres no evolucionan de la preeclampsia hasta las convulsiones, aunque sí podemos observar algunos síntomas comunes en aquellas embarazadas que desembocan hasta la eclampsia:

  • Dolores de cabeza.
  • Cambios en la visión.
  • Exámenes sanguíneos anormales.
  • Presión arterial muy elevada.

Este estadio de la enfermedad no es muy común, de hecho, afecta a 1 de cada 2000 o 3000 embarazos aproximadamente. Cuando la preeclampsia pasa a la eclampsia, se registran los siguientes síntomas:

  • Crisis epiléptica (convulsiones).
  • Pérdida del conocimiento o disminución del nivel de conciencia.
  • Agitación intensa.
  • Molestias o dolores musculares.

No existe un tratamiento específico, la mejor solución para evitar que la preeclamsia evolucione a eclampsia es que la madre dé a luz al bebé. Si el bebé aún es demasiado prematuro, se asegura un monitoreo constante de las vitales de la embarazada y del bebé hasta las 32 o 34 semanas de embarazo, momento en el que alumbramiento es más seguro.