17 de Octubre de 1945.
Nada de este movimiento fue organizado ni preparado. El coronel Perón pidió a sus amigos, los trabajadores, que no hicieran nada y se limitaran a cumplir el lema de acción obrera: “De casa al trabajo y del trabajo a casa”; “venceremos no con la violencia, sino con la inteligencia y la organización”; “estemos siempre unidos y venceremos”.
Ello se cumplió hasta que la clase trabajadora vio a su líder preso; después, espontáneamente, la masa se agitó y se puso en marcha; nada la detendría, pues avanzaba con “la Verdad” y “la Justicia”, y ya lo había dicho el líder: “Montados en la verdad no necesitamos espuelas“.
«Empezaba la mañana cuando comenzaron a llegar rotundos, desafiantes, caminando o en vehículos que habían tomado alegremente por asalto y cuyos costados repetían hasta el hartazgo el nombre de Perón en tiza, cal y carbón. A medida que avanzaban, las cortinas de los negocios bajaban abruptamente con tableteo de ametralladoras. Venían de las zonas industriales aledañas a Buenos Aires. Nadie los conducía, todos eran capitanes.», según crónica de Felix Luna.
«A las 3 y 30 horas del día 17 de octubre, por orden expresa del presidente de la Nación, en contra de la decisión del ministro de Marina, fui trasladado al Hospital Militar Central, desde donde asistí al magnífico movimiento popular que dio por tierra con los hombres que por un golpe de audacia quisieron copar un movimiento que se había enraizado en la historia argentina y que, por lo tanto, no podía ser explotado por audaces superficiales, incapaces de penetrarlo y menos aún de llevarlo adelante. El repudio popular los aplastó en germen y tuvieron la culminación que merecían.», contó Perón.
«El día 17 de octubre, desde el Hospital Militar, asistí a los hechos más trascendentales de toda la Revolución de Junio. Ellos llenaron todo mi corazón de argentino y de patriota: la Revolución hecha hacía un año y cuatro meses por el Ejército había sido comprendida y había pasado al pueblo y, en consecuencia, había triunfado. Numerosos camaradas del Ejército y de la Aeronáutica se hicieron presentes y durante toda la mañana disfruté del ‘perfume de la flor de la lealtad’, tan grata al corazón de los leales. Los jefes y oficiales del Ejército y Aeronáutica que repudian la ambición y la deslealtad estaban como siempre en su puesto con el honor y la firmeza de verdaderos soldados. Los amigos estaban también en su puesto y tuve la enorme satisfacción de saber que tenía amigos.» señaló el entonces Coronel.
«Desde el Hospital Militar percibía los gritos de los trabajadores y mi corazón se llenaba de satisfacción: ellos, en quienes yo había puesto mi fe y mi amor de hermano y argentino, no me defraudaron a mí, como no han defraudado a la Patria, a quien han dado su grandeza con sus sudores germinantes y generosos. ¡Ellos también le han dado todo sin pedirle nada!, a semejanza de los grandes de nuestra gesta gloriosa”.
En la madrugada del 17 de octubre, Perón fue trasladado al hospital militar. Al atardecer se iniciaron las negociaciones con el gobierno y el hasta pocos días antes vicepresidente de facto pidió la renuncia de Ávalos y la formación de un nuevo gabinete con hombres leales a su persona. Una vez aprobadas sus condiciones, Perón aceptó dirigirse a las masas desde el balcón de la Casa Rosada para lograr su desmovilización.
Finalmente, a las 23, salió al balcón de la Casa Rosada. El acontecimiento de aquel día se consagró así en «mito fundacional».
Estos hechos se recuerdan cada 17 de octubre y es la principal fecha conmemorativa del movimiento peronista.
Esta concentración es considerada por los historiadores como el nacimiento del peronismo, así como uno de los momentos más importantes de la historia del movimiento obrero argentino porque marcó la constitución de la clase obrera como sujeto protagónico de la historia argentina. También es llamado Día de la Lealtad Peronista o simplemente 17 de Octubre.