20 Años de la Derogación de la Ley de Convertibilidad.
La Ley de Convertibilidad fue aprobada el 27 de marzo de 1991, cuando la moneda de curso legal era aún el austral.
El Artículo 1 declaraba que el austral sería convertible al dólar y fijaba el tipo de cambio con el dólar a razón de 10.000 australes por dólar, desde el 1° de abril de ese año.
Una nueva reforma monetaria poco después convirtió cada 10.000 australes en un peso.
Los Artículos 2 y 3 de la ley afirmaban que el Banco Central vendería dólares a ese tipo de cambio eliminando de la circulación la moneda nacional que recibiera a cambio, y que podría comprar moneda extranjera con sus propios recursos emitiendo moneda doméstica.
Un 6 de enero de 2002, se derogó la Ley de Convertibilidad a partir de la cual se dejó de llamar a la moneda argentina “peso convertible de curso legal” para ser llamada simplemente peso.
La Ley Nº 25.561 del 6 de enero de 2002, en su art. 3º deroga los arts. 1º y 2º de la Ley de Convertibilidad (que fijaban que el peso fuera convertible en dólares estadounidenses en paridad uno a uno), por lo que se dispuso suprimir el vocablo “convertibles” en los billetes de la actual línea monetaria.
Establecía una relación cambiaria fija entre la moneda nacional y la estadounidense, a razón de 1 dólar estadounidense por cada 10.000 australes o posteriormente un peso convertible.
La idea inicial era frenar la inflación al «fijar» la moneda local con una «más estable» como la divisa norteamericana.
Por otra parte, esta partidad, exigía el respaldo en reservas de la moneda circulante, por lo que se restringía la emisión monetaria al aumento del Tesoro Nacional.
El período en que duró la Ley de Convertibilidad se llamó popularmente «el uno a uno», en referencia a la igualdad de valores entre el peso y el dólar.
En un principio, los resultados fueron exitosos para la dupla Menem – Cavallo: la inflación se redujo en un año del 1344% al 25%, logró la estabilidad en los precios y aumentó la cantidad de capitales extranjeros no productivos.
La apertura de importaciones permitió que la población se hiciera de productos internacionales a muy bajo precio.
Esa apertura de importaciones provocó el deterioro de la industria nacional ya que en precio los productos argentinos no podían competir con los extranjeros, lo que hizo que las fábricas se cerraran y, por lo tanto, que aumentara el desempleo y así la pobreza.
Según datos del Indec, la tasa de desempleo en mayo de 1991 en el total de aglomerados urbanos de la Argentina era del 6,9%, mientras que en 1994 subió al 10,7% y para el año 2000 había ascendido al 15,4%.
Lo mismo sucedió con la tasa de pobreza, que aumentó del 19% en 1990 a más del 35% en 1995.