Anterior
El 20 de diciembre de 2001, el entonces presidente Fernando De la Rúa renunciaba a su cargo como primer mandatario, a 740 días de haber asumido. Dejaba tras de sí 38 muertos, centenares de heridos, y un estallido social determinante para los años posteriores.
Tal vez los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001 comenzaron casi un mes antes, cuando el por entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, elaboró lo que popularmente se conoció como «corralito», los límites para el retiro de fondos de los bancos.
El miércoles 19 los saqueos que habían comenzado en el interior se expandieron por el conurbano bonaerense. De la Rúa decretó el estado de sitio en todo el territorio nacional, lo que agravó el nivel de enfrentamiento.
Multitudinarias manifestaciones se llevaron a cabo en la Plaza de Mayo y otras plazas del país, donde la policía reprimió sin piedad.
Con cacerola en mano y al grito «que se vayan todos» se expandía con fuerza entre la gente este reclamo compartido esta vez por amplios sectores de la sociedad.
El primero en renunciar fue Cavallo; la jornada del 20 de diciembre fue frenética con rumores sobre la renuncia del presidente.
A las 17:45 de aquel jueves 20 de diciembre tomó la decisión: no había vuelta atrás para su Gobierno.
Fernando de la Rúa se sentó frente a una computadora para redactar la renuncia, pero le aconsejaron que lo mejor era hacerlo de puño y letra.
Pasadas las 19 se repartió el texto de la renuncia entre los periodistas acreditados en la Casa Rosada.
A las 19:52, el ex presidente subía a un helicóptero en la terraza de la Casa Rosada y dejaba de manera definitiva el poder, en medio de la peor crisis institucional desde el retorno de la democracia.
Se iba Fernando de la Rúa cargando con el karma del radicalismo de no poder completar un período de gobierno desde 1928.
Buenos Aires Ciudad
