40 Años de la Huelga a la Dictadura.
Un día como hoy, en 1979, la Dictadura Militar recibía un duro golpe a manos de la resistencia encabezada, entre otros, por el Movimiento Obrero organizado.
Desde su inicio, el 24 de marzo de 1976, la Dictadura no cesó un minuto de hostigar a las organizaciones populares, y principalmente a los jóvenes y los trabajadores. Miles y miles de compatriotas, muchos de ellos trabajadores, delegados de base, dirigentes sindicales intermedios, estudiantes, fueron secuestrados y desaparecidos.
La CGT fue intervenida como asì los sindicatos. Con comisiones gremiales íntegramente desaparecidas, con el terror que se percibìa a cada momento, en cada lugar, la dictadura oligàrquico militar comenzó a poner en pràctica el viejo anhelo de las minorìas de èste paìs: instalar un régimen de desindustrialización, de endeudamiento, de timba financiera y de extranjerización de la economía que traería zozobra a millones de hogares argentinos.
La dictadura derogó la ley de Contrato de Trabajo y para terminar de enterrarla secuestró y asesinó a su inspirador, Norberto Centeno. Las 62 Organizaciones Peronistas fueron prohibidas. La CGT también debía desaparecer. En la nueva legislación no habría entidades sindicales de tercer grado. La Ley de Seguridad Industrial eliminó el derecho de huelga. Las obras sociales fueron separadas de los sindicatos con el pretexto de que los sindicalistas las saqueaban en beneficio propio. Desde 1976, fueron saqueadas en beneficio de los interventores militares. Se trataba de domesticar a la clase obrera para implementar el plan económico de las Fuerzas Armadas.
La política de Martínez de Hoz cumplió con su objetivo de superar el conflicto social mediante la desaparición física de uno de sus términos. Para que no hubiera obreros rebeldes había que destruir la industria. Mientras las mazmorras se llevaban a quienes representaban alguna forma de resistencia, la caída del salario a la mitad de su valor de marzo de 1976 y el crecimiento de los índices de desocupación, desangraron a la clase media baja y a los trabajadores. La población asalariada, que en 1975 superaba los 6.000.000 de personas, cayó a menos de 5.000.000 en 1982.
Para el Proceso era indispensable neutralizar a la CGT para poder aplicar semejante programa antipopular.
Sin embargo, la silenciosa resistencia comenzò a crecer. Se multiplicaron los sabotajes, comenzaron las asambleas clandestinas, los volantes exigiendo mejoras salariales, las pintadas a escondidas, la protesta boca en boca, la solidaridad con las familias de los secuestrados, y las primeras medidas de resistencia activa.
Como la Confederación General del Trabajo estaba disuelta, los trabajadores se organizaron en diversos grupos: uno de ellos fue la Comisión de los 25 Gremios Peronistas, creada el 1º de marzo del año 1977, integrada, entre otros, por Roberto García (Taxistas), Fernando Donaires (Papeleros), Osvaldo Borda (Caucho), German Abdala (Anusate) y Saúl Ubaldini (Cerveceros). Otro, que actuaba en la clandestinidad, era la CGT-R (CGT en la Resistencia) liderada entre otros por Armando Croatto (Municipales), Arturo Garín (UOM), José Dalmaso Lòpez (Quìmicos), Ernesto Ramìrez (ATULP), Mario Aguirre (ATE) y Eduardo Requena (Docentes).
En los últimos días de 1978, la Comisiòn de los 25, organizò en Capital Federal una reuniòn multitudinaria en la que Saúl Ubaldini leyó un documento en el cual se reclamaba el restablecimiento de la Ley de Asociaciones Profesionales, y la legislación del trabajo que habían sido abolidos. Se atacaba a la política económica y se reclamaba la recuperación de los salarios. Las obras sociales debían ser devueltas a los trabajadores, previa su recomposición económico financiera. En lo político, se rozaba lo que los militares consideraban una insurrección: el documento reclamaba el restablecimiento de la democracia, con justicia social.
Los «25» iniciaron su ofensiva poniendo “en estado de alerta a todo el movimiento obrero” y avanzaron hacia el paro general. El 21 de abril, se reunieron los dirigentes en el sindicato de molineros, y convocaron a la Jornada de Protesta Nacional que se realizaría el 27 para lograr la “restitución del poder adquisitivo de los salarios y la plena vigencia de la ley de convenciones colectivas de trabajo, oponiéndose a la reforma de la Ley de Asociaciones Profesionales y de Obras Sociales y exigiéndose la normalización y libertad sindical.”
El general Llamil Reston, ministro de Trabajo, convocó a los dirigentes de los 25 para dialogar en el Ministerio. Después de la reunión, la policía fue capturando a los sindicalistas a medida que salían. Estos, sin embargo, habían tenido la precaución de crear un comité de huelga que comenzó a moverse en la clandestinidad.
El paro afectó al cordón industrial del Gran Buenos Aires y a industrias del interior. También adhirieron los ferrocarriles Roca, Mitre y Sarmiento. No existió prácticamente en el comercio ni entre los empleados públicos. De todos modos, significó un cambio cualitativo en la lucha sindical contra el régimen. La dictadura mantuvo detenidos hasta mediados de julio a los dirigentes de los 25.
La resistencia continuò. En 1980, la Comisión de los 25, junto con otros gremios independientes, designa como Secretario General de la CGT (identificada como “CGT Brasil”, por la calle donde estaba su sede) a Saúl Ubaldini, enfrentada al sector colaboracionista, liderado por Armando Cavalieri y Jorge Triacca, entre otros.
Fue de èsta CGT, donde llevaron a cabo otros durìsimos golpes a la dictadura, como la movilización de “Paz, Pan y Trabajo” de 1981 a San Cayetano y la del 30 de marzo de 1982, hecho que marcò uno de los golpes finales a la dictadura.
Hoy, 40 años después, la lucha de los trabajadores no ha cesado. Continua, en el reclamo de paritarias libres, aumentos salariales, en la derogación del impuesto al salario y el aumento a los jubilados.