46º Aniversario del Asesinato de los Padres Palotinos en San Patricio.
El barrio Belgrano R de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se caracteriza por sus casonas elegantes y calles con adoquines.
En él, uno de los edificios que destaca es la parroquia San Patricio, ubicada en la esquina de Estomba y Echeverría.
Este 4 de juliose cumplen 46 años de “La Masacre de San Patricio”, un hecho que transformó a la casa parroquial en un escenario de violación a los derechos humanos; y, a sus víctimas, en “los Mártires Palotinos”.
La fría mañana del 4 de julio de 1976, las personas que asistían a la misa de 8 horas esperaban para entrar al templo.
Sin embargo, no había señales de ninguno de los hombres de la casa. Dentro de la vivienda, sus cuerpos yacían sin vida desde hacía algunas horas.
Se trataba de los sacerdotes Alfredo Leaden (57), Alfredo ‘Alfie’ Kelly (43) y Pedro Dufau (67), y los jóvenes seminaristas Salvador Barbeito (29) y Emilio Barletti (23).
Esa madrugada, un grupo de tareas ingresó a la vivienda cuando estos últimos llegaban a la casa y los tres primeros ya estaban en sus habitaciones.
Los asesinos dejaron muchas pruebas que apuntaban a que el hecho había sido perpetrado por las fuerzas represivas, en el marco del terrorismo de Estado. En este sentido, el entonces dictador Jorge Rafael Videla, asumiría años más tarde en el libro «Disposiciones finales» de Ceferino Reato, que «el asesinato de los palotinos fue un acto de torpeza tremenda».
Los cinco religiosos pertenecían a la Sociedad del Apostolado Católico, popularmente llamada congregación palotina. Desde ese momento, quienes abrazan la causa no tienen dudas: se trató de un hecho martirial; porque derramaron su sangre por “Cristo y por la Verdad”.
Aquella mañana, el joven organista de San Patricio, Rolando Savino, de 16 años, se dirigió a la parroquia como hacía habitualmente. “Ese día incluso me levanté un poco más temprano que de costumbre y llegué a la iglesia a eso de las siete y media”, cuenta.
Según relata, el templo solía estar abierto un rato antes de la celebración; pero pensó que la demora de los religiosos se debía a la baja temperatura de aquel día. Sin embargo, alrededor de las ocho menos diez, ya secundado por quienes se acercaban a la misa, se empezó a inquietar; por lo que comenzó a tocar el timbre y a golpear la puerta.
Una vez dentro, vio la estufa encendida y siguió pensando que estaban levantados. Como también ayudaba en las celebraciones, buscó las llaves de la iglesia y de la puerta de calle y se dirigió al templo a preparar todo para la ceremonia.
Rolando Savino volvió a entrar a la casa, esta vez por la puerta; y se dirigió a la planta superior mientras gritaba los nombres de los sacerdotes.
En la sala de estar, el organista se encontró con una escena impactante y provocadora. Los cuerpos de los cinco hombres estaban acostados uno al lado del otro sobre la alfombra; y, encima de uno de ellos, los asesinos habían dejado un afiche de Mafalda, del dibujante Quino. En él, la niña señala la cachiporra de un policía y dice: “¿Ven? este es el palito de abollar ideologías”.