50 Años del Cordobazo.
Los días previos al Cordobazo se caracterizaron por hechos de represión en diferentes puntos del país debido a las protestas contra la política económica de la dictadura de Onganía. En Corrientes, es asesinado el estudiante Juan José Cabral y el día 18 de mayo, en Rosario, la policía termina con la vida de otro estudiante, Adolfo Bello.
El 26 de mayo, el movimiento obrero de Córdoba, por medio de dos plenarios realizados, resuelve un paro general de actividades de 37 horas a partir de las 11 horas del 29 de mayo, con abandono de trabajo y concentraciones de protesta. Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de ambas CGT. Todo se prepara para el gran paro. La indignación es pública y elocuente en todos los estratos de la población. No hay espontaneidad, ni improvisación. Las organizaciones sindicales se organizan y los estudiantes también; se fijan los lugares de concentración y cómo se realizarán las marchas. La gran concentración se planificó realizarla frente a la CGT en calle Vélez Sarsfield 137. Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos conculcados inundan la ciudad.
Comienza la jornada del 29 y los obreros de las fábricas automotrices hacen abandono de sus tareas para dirigirse al centro de la ciudad, los de IKA-Renault encabezados por Elpidio Torres, Secretario General de SMATA. Atilio López moviliza al gremio de UTA y se suman otros gremios. Desde los distintos sectores de trabajo de EPEC, trabajadores, delegados y militantes lucifuercistas también se movilizan para unirse al Consejo Directivo liderado por nuestro compañero Agustín Tosco. Hay marchas de vecinos y protestas callejeras que confluyen de los barrios periféricos al casco céntrico.
El primer enfrentamiento se produce en las adyacencias del Hogar Escuela Pablo Pizzurno: la columna de SMATA es reprimida con bombas de gases. Pasado el mediodía corre la noticia de la muerte de Máximo Mena, del Sindicato de Mecánicos, en Arturo M. Bas y Bvd. San Juan, entonces se desata la bronca popular. Se erigen barricadas, hay quema de autos y gomas y se cortan cables de luz que caen en la calle para frenar a las fuerzas policiales; se producen violentos choques con piedras, carteles y vidrios desperdigados. Ante el avance del pueblo trabajador, la policía retrocede y se repliega. En pocas horas se ganan las calles con el apoyo de la población tanto del centro de la ciudad como de los barrios, sobre todo del Clínicas, bastión de los compañeros estudiantes. Se toman el Círculo de Suboficiales del Ejército, locales de firmas extranjeras y dependencias públicas.
Frente a esta situación, las autoridades de facto resuelven la intervención del Ejército y el toque de queda a partir de las 17 horas.
Cerca de esa hora arriban tropas del Segundo Cuerpo de Infantería Aerotransportada que se abren paso hacia el centro de la ciudad, donde seguirían los enfrentamientos hasta altas horas de la noche. La masa de trabajadores y estudiantes resistirían con valentía el accionar conjunto del Ejército, la Fuerza Aérea y Gendarmería.
Así transcurrió la jornada del jueves 29 de mayo, sacudida por el peso de la tragedia, que dejó decenas de muertos, cientos de heridos y arrestados.
El día 30, efectivos militares irrumpen en Luz y Fuerza y detienen al «Gringo» Tosco y a otros dirigentes como Tomás Di Toffino, Felipe Alberti, Simón Grigaitis. También es detenido en SMATA Elpidio Torres. Son alojados en el Regimiento de Infantería 14 del Tercer Cuerpo de Ejército y tras ser juzgados por tribunales militares, serán trasladados al penal de Rawson.
“Libertad a Tosco” fue el lema utilizado por los sindicatos en reclamo de su liberación. Iba a purgar una condena de 8 años y 3 meses de cárcel, pero el 6 de diciembre de 1969 es liberado por una amnistía de la dictadura ante la fuerza incontenible del reclamo popular.
Dejamos aqui algunas palabras de Agustín Tosco sobre que quería el pueblo de Córdoba: «Exigía respeto a su soberana voluntad; exigía la normalización institucional, para que el gobierno fuera elegido por decisión de la mayoría de la población, sin persecuciones para con las ideas y doctrinas de ningún argentino. Exigía que se aumentaran los salarios en un 40 por ciento, que era lo que había crecido el costo de vida. Exigía la defensa del patrimonio nacional, absorbido cada vez más por los monopolios extranjeros. Exigía la creación de nuevas fuentes de trabajo, para eliminar la desocupación que trae miseria y desesperación en los hogares. Exigía la reincorporación de los cesantes y el levantamiento de las sanciones por haber hecho uso del derecho constitucional de huelga. Exigía una Universidad abierta a las posibilidades de los hijos de los trabajadores y consustanciada con los intereses del país».
Hoy se cumplen 50 años de esa movilización histórica que dejó un hito y una marca imborrable en el movimiento obrero, que en conjunto con las demas fuerzas populares comenzaron a despedir a esa dictadura fusiladora y proscriptiva que había tenido su génesis en 1955.