7 Años del Suicidio del Fiscal Alberto Nisman
Las últimas horas con vida del fiscal transcurrieron entre llamadas telefónicas a dirigentes políticos, periodistas y custodios, más la visita del perito informático Diego Lagomarsino, quien le entregó el arma que le provocó la muerte.
El fiscal Alberto Nisman pasó las últimas horas de su vida en el departamento que habitaba en Puerto Madero, desde donde intercambió mensajes con dirigentes políticos, periodistas y custodios, intentó comunicarse con Jaime Stiuso y recibió de parte del perito informático Diego Lagomarsino el arma de la que salió el disparo que le ocasionó la muerte.
Entre el viernes 16 de enero de 2018, después del mediodía, y la noche de sábado 17, Nisman tuvo sus últimos contactos antes de ser hallado sin vida el domingo 18 por la noche en su vivienda del piso 13 del complejo Le Parc, ubicada en Azucena Villaflor 450.
De esta forma terminó el turbulento recorrido que inició días antes cuando decidió interrumpir las vacaciones que tomaba en Europa junto con su hija Iara para presentar una denuncia contra la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el canciller Héctor Timerman y otras figuras del oficialismo por encubrir la supuesta participación de Irán en el atentado contra la AMIA.
Nisman retornó al país en 11 de enero, se reunió con los secretarios letrados de su fiscalía para que prepararan la denuncia y un día después cita a las diputadas del PRO Laura Alonso y Patricia Bullrich a la sede de la UFI-AMIA, en Yrigoyen 460.
El escrito sostenía que la firma del memorando de entendimiento con Irán para que los ciudadanos de ese país acusados de participar en el atentado declararan en la causa era, en realidad, una maniobra para encubrir el ataque a la mutual judía.
La denuncia fue presentada en las primeras horas del 14 de enero ante el Juzgado 4 de Ariel Lijo, a cargo de la causa por encubrimiento también conocida como AMIA 2.
Ese día, Nisman se contactó con periodistas y envió a varios medios de prensa un resumen de la denuncia, y le entregó una copia de la presentación original a la embajada de Estados Unidos.
El funcionario judicial se entrevistó con Alonso y Bullrich y acordó concurrir al Congreso y presentarse ante la Comisión de Legislación Penal que presidía la ex ministra de Trabajo de la Alianza.
Tras analizar la invitación con las legisladoras, decidió asistir el lunes, y luego se entrevistó con dirigentes de la DAIA.
Ante la pregunta de por qué tenía tanto apuro en presentar la denuncia en medio de la feria judicial, Nisman aseguró que tenía la convicción de que la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, su superiora, planeaba desplazarlo.
Esa noche, el fiscal se presentó en un programa de la señal TN, y ante el periodista Edgardo Alfano defendió el contenido de su denuncia y aclaró que no lo guiaban «motivos personales» para impulsar una investigación contra la jefa de Estado.
Según consta en la causa judicial, el jueves 15, Nisman habló con el ex agente de la SIDE Alberto Mazzino y le preguntó por Stiuso, el ex director de inteligencia que había sido desplazado por Oscar Parrilli, titular de la AFI.
En la mañana del viernes, Nisman mantuvo un contacto con su colega Carlos Stornelli y le aseguró que Stiuso, quien trabajó durante años en la causa AMIA, no tenía «nada que ver» con la presentación.
Después del mediodía se recluyó en el departamento de Puerto Madero; volvió a conversar con Laura Alonso; se contactó una vez con Mazzino; llamó a su amigo, el comisario Ricardo Bogoliuk; y por whatsapp mantuvo un duro intercambio con su ex pareja y madre de sus hijas, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado.
La magistrada le recriminó el haber dejado a su hija sola en el aeropuerto de Madrid para volverse a Buenos Aires con el propósito de denunciar a la presidenta.
El sábado se comunicó con su madre, Sara Garfunkel, y luego consultó a su custodio, el efectivo de la Policía Federal Rubén Benítez sobre la posibilidad de adquirir un arma.
Nisman llamó a Lagomarsino, el perito informático que trabajaba bajo sus órdenes en la UFI-AMIA, a su casa de Martínez y lo convocó a Puerto Madero. Le pidió entonces un arma para defenderse de «algún loco» que intentara agredirlo.
El perito volvió a su casa y cerca de las 20 ingresó otra vez al complejo Le Parc y le entregó a Nisman con una pistola Versa calibre 22 envuelta en un paño verde; permaneció unos minutos con el fiscal y retornó a su hogar.
A las 18.25 de ese sábado, se registró el último llamado de Nisman a Stiuso, pero el otrora jefe de inteligencia no le respondió ni le devolvió las llamadas.
El domingo, a partir de las 11, los custodios Armando Niz y Luis Miño estuvieron listos para recibir los requerimientos del fiscal, pero el acusador de la causa AMIA no se comunicó con ellos.
Cerca de las 16, los custodios llamaron a la secretaria privada de Nisman, Marina Pettis, quien comenzó a consultar a sus allegados, y en horas de la noche, Garfunkel se apersonó en Puerto Madero y, con una copia de la llave, intentó abrir. No pudo, porque había otro juego colocado del lado de adentro de la cerradura.
Pasadas de la 22, fue convocado un cerrajero, Gualterio Pérez, que logró abrir la puerta para que ingresen Garfunkel y los custodios.
Uno de los policías miró hacia adentro del baño, donde Nisman yacía muerto en el piso, en medio de un charco de sangre y con un disparo en su cabeza del arma que le había entregado Lagomarsino.
Pasada la 1 de la madrugada del lunes, la fiscal Viviana Fein y el secretario de Seguridad, Sergio Berni, llegaron al departamento y más tarde la Policía Federal informó a través de un comunicado que Nisman había sido encontrado muerto.
A las 5.15, el cuerpo de Nisman fue retirado y trasladado a la morgue judicial de la calle Viamonte. Los primeros datos de la autopsia confirmarían que el fiscal murió por un balazo que ingresó por el parietal derecho.
Con los años se conocieron algunas de las «corruptelas» del fiscal, sus «gastos de representación», sus viajes de trabajo con compañias, sus cuentas y posesiones en el exterior, y varios etcéteras más.