70 Años de Enseñanza Gratuita Universitaria.
El Decreto 29337 del 22 de noviembre de 1949, del entonces presidente Juan Domingo Perón, que suspende los aranceles universitarios y lo hace en forma retroactiva al 20 de junio, es sin duda, uno de los hitos más significativos de la historia nacional y es síntesis de un momento económico – político – social del país; que con una base económica productiva pudo avanzar sobre la conquista de algunos derechos, tales como el del acceso a la educación superior.
Con el golpe de Estado de 1955, se desarmó el entramado institucional y normativo y se eliminaron las menciones a la gratuidad de la educación superior. Con la vuelta a la democracia en 1983, las universidades argentinas eliminaron el cobro de aranceles.
La Ley N° 27204/15 fijó taxativamente que “los estudios de grado en las instituciones de educación superior de gestión estatal son gratuitos e implican la prohibición de establecer sobre ellos cualquier tipo de gravamen, tasa, impuesto, arancel, o tarifa directos o indirectos”.
Un paso importante, que sin dudas marcará hasta el día de hoy, una historia de lucha constante por no retroceder en lo que entendemos y sabemos es un derecho humano, en aquello que se convirtió en una herramienta más para la emancipación y sobre todo; una disputa acérrima por imprimirle un carácter popular a esas “casas de estudio” nacidas para reproducir el status quo y el orden de los sectores poderosos.
Y cabe preguntarse entonces, qué significa la gratuidad universitaria hoy. En un mundo que es sin dudas absolutamente diferente. Ante nosotros se construye, un sistema sustentado en la producción y acumulación de conocimientos y datos, como forma de acelerar el proceso de centralización y concentración económica del sistema. Con la tecnología como herramienta, que permite recibir, almacenar y articular un volumen de datos e información sin precedentes comienzan a destruirse los territorios, los vínculos de sociabilidad, el universo de organización económica, social y cultural. Ya no son las instituciones educativas los únicos espacios de generación y reproducción de conocimiento.
El cambio que estamos viviendo es radical, pues aparece el conocimiento como un bien intangible, es decir un bien que puede ser indefinidamente reproducido sin costos adicionales, y con un alcance de producción global.
Ahora bien, esto que parece el summum del conocimiento; esto que aparece ante nuestros ojos como la posibilidad de acceder sin límites a ese caudal de información que se está acumulando; es falso. Los grandes gigantes tecnológicos, y los poderes económicos detrás de ellos, se están constituyendo como guardianes de la información digital.
Los algoritmos son entonces manipulados para restringir el acceso a sitios web, eliminar sugerencias de contenidos, y determinar qué, cómo y hasta dónde podremos acceder.
Si el conocimiento, aparece como el bien estratégico de este nuevo mundo en construcción; un bien (a diferencia de los rivales) que rompe la relación social definida en función de la propiedad privada de los mismos, puesto que si yo tengo un determinado conocimiento, y lo transmito o comparto no dejo de tenerlo y lo tienen además otros. Ese bien intangible, se vuelve central.
Ahora bien, cada vez más, quien controla el intangible pasa a controlar los propios sistemas productivos tradicionales y sobre todo lidera el proceso financiero especulativo y generador de ganancias. Entonces el capitalismo pasa a buscar formas artificiales de generar escasez para ganar dinero, y a combatir los procesos descentralizados y colaborativos de multiplicación de riqueza.
Por lo que la “gratuidad” o el “libre acceso a la información; hace 70 años y hoy esconden detrás lo mismo. Una disputa por aquello que es fundamental en la construcción de una sociedad de nuevo tipo, el conocimiento estratégico. No son los datos por los datos, no es la información por la información; es poder tener en nuestras manos aquello que nos permita ver por encima de la ficción capitalista de «libertad absoluta» y comprender hacia dónde debemos ir.
El problema sigue siendo el mismo, y es entre quienes tienen la riqueza mundialmente producida y quiénes no.
Será tarea fundamental el comprender este nuevo escenario, resignificar la lucha y estar convencidxs, de que el conocimiento o libera a nuestro pueblo o lo terminará de oprimir.
“Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan”. José Martí.
Fuente: Noelia Naranjo, docente de la UNCUYO, sobre este derecho establecido por decreto el 22 de noviembre de 1949.