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El Papa y la Violencia Estatal.
Publicado: 18 dic 2018
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El papa Francisco, quien este lunes 17 de diciembre cumplió 82 años, recibió en una audiencia una delegación de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte y allí fustigó las «ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias» ordenadas en algunos países.
El mensaje no llega en cualquier momento. Llega luego de que en Argentina se desatara la polémica por el protocolo de Macri y Patricia Bullrich para las fuerzas de seguridad federales, que avala el uso de armas de fuego sin dar la voz de alto y en una situación de huida de los malvivientes, entre otras.
También se refirió a la regulación del uso de armas de fuego por parte de los efectivos.
«Se trata de homicidios deliberados cometidos por agentes estatales, que a menudo se los hace pasar como resultado de enfrentamientos con presuntos delincuentes o son presentados como consecuencias no deseadas del uso razonable, necesario y proporcional de la fuerza para proteger a los ciudadanos», criticó Francisco.
El Papa modificó el Catecismo para calificar de «inadmisible» la pena de muerte.
Remarcó que «la legítima defensa no es un derecho sino un deber para el que es responsable de la vida de otro».
«Los que tienen autoridad legítima deben rechazar toda agresión, incluso con el uso de las armas, siempre que ello sea necesario para la conservación de la propia vida o la de las personas a su cuidado.» «Como consecuencia, todo uso de fuerza letal que no sea estrictamente necesario para este fin sólo puede ser reputado como una ejecución ilegal, un crimen de Estado», agregó Francisco.
Por primera vez en el catecismo de la Iglesia Católica (libro de enseñanza oficial que contiene los principios de la fe) incluyó la oposición categórica a la pena de muerte y llamó a la Iglesia a comprometerse para abolir la pena capital «en todo el mundo».
Valoró el trabajo que realizan organizaciones “por una justicia realmente humana” y aseveró: “Las reflexiones en el campo jurídico y de la filosofía del derecho se han ocupado tradicionalmente de quienes lesionan o interfieren en los derechos de los demás. Menor atención ha suscitado la omisión de ayudar a otros cuando podemos hacerlo. Es una reflexión que ya no puede esperar más.”
Más de dos tercios de los países del mundo abolieron la pena de muerte en sus legislaciones o en la práctica.
El Papa instó a los miembros de la ONU que decidieron respetar una «moratoria» de las ejecuciones capitales a que adopten la «abolición de esta forma cruel de castigo». Muy atento al devenir de los detenidos y al deber de reintegrarlos en la sociedad se opone a las penas a perpetuidad, las cuales para él, «quitan la posibilidad de una redención moral y existencial» y «son una forma de pena de muerte encubierta».