Batalla de San Lorenzo.
El 3 de Febrero de 1813 se presentó calmo y con cielo despejado. San Martín volvió a observar a la escuadrilla enemiga en donde se notaba intensa actividad por el movimiento de luces a bordo entonces recorrió el terreno donde presentaría combate con las primeras luces del día.El terreno que separaba al monasterio del río era una planicie de 300 metros de largo sin obstáculos, perfecta para una carga de caballería.
En la costa una alta barrancas se elevaba desde el río desde el cual se accedía por medio de dos sendas, una frente al convento, llamada Bajada de los Padres, la cual era muy angosta, y ubicada al norte se hallaba la Bajada del Puerto donde la barranca era más baja y la pendiente menor, lo que hacía factible el avance de infantería.
San Martín ordena a su tropa a formar pie en tierra detrás del convento para ocultarse de la vista del enemigo y posiciona a los hombres de Escalada dentro del convento para cubrir la acción.
A las 5:30 de la mañana las fuerzas enemigas asomaron por la Bajada del Puerto formadas en columnas paralelas de compañías por mitades con dos piezas de artillería de a 4 al centro de la formación volcadas sobre vanguardia, sin patrullas de avanzada ni vanguardia que protegiera el avance de las columnas.
Viendo la formación con que avanzaba el enemigo, San Martín definió los movimientos de su ataque. La velocidad de la carga sería crucial para el desarrollo del combate porque imposibilitaría al enemigo a desarrollar una maniobras defensiva. San Martín observa el avance de las columnas esperando que avancen hasta una distancia en que su carga sea devastadora.
Bajó del campanario y ordenó montar a la tropa, tomando el mando del segundo escuadrón mientras que el primero estaría al mando del capitán Bermúdez a quien ordenó salir por el lado sur del convento y cargar sobre el flanco izquierdo del enemigo a la vez que el saldría por el extremo norte cargando al enemigo de frente.
Encontrándose con Bermúdez en el centro de las columnas enemigas impartiría las órdenes. Los escuadrones salieron al trote por ambos lados del edificio formando en línea de dos filas, la primera cargando con lanza y la segunda con sable.
Zabala se encontraba con sus 250 infantes a 300 metros del convento cuando lo sorprendió la visión de los granaderos emergiendo por el lado norte del convento. Apenas tuvo tiempo de ordenar que las cabezas de columnas de replegaran sobre las mitades de retaguardia cuando el toque de carga de los trompas del regimiento de granaderos atravesó el aire y el trepitar de los cascos de los caballos inundó el terreno.
A la orden de “fuego” la primera descarga de fusilería y el disparo de los dos cañones abrió claros en la primera línea que atacaba cuando Zabala advirtió al escuadrón de Bustamante que lo carga por el flanco izquierdo.
El Coronel San Martín encabezaba la carga cuando a pocos metros antes del choque, una segunda descarga realista impactó en la primera línea del escuadrón de San Martín la cual alcanzó a su Caballo y lo derribó quedando atrapada su pierna bajo el peso del cuerpo del animal muerto. Zabala al ver al oficial caído trató de avanzar a sus hombres para acabar con él con la intención de desbandar a su fuerza, pero la fuerza del choque se lo impide.
Igualmente algunos hombres llegan hasta el coronel caído e intentan darle muerte, el primero carga con su bayoneta sobre él y el granadero Baigorria lo alza con su lanza dejándolo sin vida, mientras el granadero Cabral echando pie a tierra liberó a su comandante quien tenía un corte en su mejilla. Cabral es herido de muerte, pero a costo de su propia vida salvó la de San Martín. En este entrevero el alférez Hipólito Bouchard capturó la bandera enemiga dando muerte al portaestandarte.
El primer escuadrón comandado por Bermúdez chocó contra el flanco enemigo unos instantes después de que lo hiciera el otro escuadrón ya que este tuvo que recorrer una distancia mayor, y la columna izquierda del enemigo no pudiendo resistirlo retrocedió con cierto desorden.
Zabala herido en el muslo por un lanzazo, buscó proteger un flanco con las barrancas, ordenó a su fuerza retroceder en esa dirección dejando abandonados los cañones y ordenó formar cuadro.
Bustamente al llegar al punto de encuentro ordenado por su superior encuentra a este herido por lo que toma el mando de la fuerza. Al ver retroceder a los realistas reagrupó a la tropa y ordenó otra carga la que se desarrollo al instante chocando sobre ellos antes de que pudieran terminar la maniobras de formar cuadro. Al ver la nueva carga, los buques españoles dispararon su artillería para cubrir a sus hombres. Bermúdez es alcanzado por un impacto en la pierna lo que lo pone fuera de combate mientras guiaba a sus hombres al choque.
La carga siguió su curso aunque sus comandantes estaban fuera de combate e impactó el mal formado cuadro español con tanta fuerza y vigor que estos se lanzaron en fuga en total desorden.
Los granaderos continuaron su persecución hasta el borde de la barranca por lo que algunos españoles, no pudiendo llegar a la Bajada, saltaron al río desde lo alto de las barrancas para poner a salvo su vida. En esta persecución cae prisionero el teniente Manuel Díaz Vélez al desbarrancarse su Caballo.
El combate se extendió por quince minutos, pero en los primeros tres San Martín había decidido la suerte de la jornada al aprovechar a la perfección las ventajas que Zabala le ofreció avanzando en columnas sobre una planicie sin obstáculos. San Martín solo tuvo que calcular el momento justo para lanzar su movimiento para no darle tiempo de reacción a su enemigo.
La victoria ya estaba yaciendo en los sables y lanzas de sus granaderos que habían sido templadas en las largas jornadas de entrenamiento.
Esta batalla dejó un saldo de 40 muertos españoles, 14 prisioneros y una docena de heridos. Entre los criollos hubo 14 muertos que descansan en el convento de San Carlos, y una veintena de heridos.
Fue el único combate librado por el Libertador de América, José de San Martín en territorio argentino, e inició la senda emancipadora en Latinoamérica. El Convento de San Lorenzo fue convertido en museo, que guarda los tesoros de esta gesta histórica.
El 30 de octubre de 1902, en ocasión de inaugurarse en la ciudad de Santa Fe, el monumento al general San Martín, fue estrenada la Marcha de San Lorenzo, que alude a los hechos descriptos, con letra de C. J. Benielli y música de Cayetano. A. Silva.