Enuresis
La enuresis o incontinencia urinaria consiste en la emisión repetida de orina de manera involuntaria durante el día o en la cama por la noche.
Para que sea considerada enfermedad debe producirse por lo menos dos veces cada día durante un mínimo de tres meses consecutivos y en niñxs mayores de 4 años.
Suele ser más frecuente en varones, a partir de los cinco años y aparecer con más frecuencia durante la noche. La enuresis no suele desencadenarse como consecuencia de otra enfermedad, como diabetes o narcolepsia, entre otras, o por tomar diuréticos.
La incidencia disminuye a medida que el niñx crece.
La enuresis nocturna se produce principalmente porque el niño está profundamente dormido y no se despierta cuando su vejiga se llena y debe vaciarla.
En la mayoría de los casos esta patología es hereditaria, por lo que, si uno de los progenitores ha tenido enuresis durante su infancia, las probabilidades de que sus hijos también la tengan son elevadas.
Otras causas pueden ser la alteración del sueño, no haber aprendido bien a controlar la micción durante los primeros años de aprendizaje o como resultado de tener alguna otra patología.
Las situaciones de estrés también pueden provocar la aparición de la enuresis, sobre todo secundaria. Éstas pueden ser el divorcio o la separación de los padres, el fallecimiento de un familiar, el cambio de residencia, el nacimiento de un hermano, debido a accidentes e intervenciones quirúrgicas, ante abusos sexuales, hospitalizaciones, etcétera.
El principal síntoma de la enuresis es la pérdida de orina involuntaria. Ésta puede ocurrir varias veces durante la noche, periodo en el que pueden ser muy abundantes.
La mejor forma de prevenir la enuresis es educar al niñx para controlar bien la micción durante los años de aprendizaje.
Otras recomendaciones incluyen no retirar el pañal antes de los 24 meses ni alargar su uso más allá de los 3 años.
Existen dos tipos de enuresis:
La enuresis primaria ocurre cuando el niño nunca ha sido capaz de contener la orina.
Esta forma es más frecuente en el sexo masculino, entre 1,5 y 2 veces más que en las niñas y suele disminuir a medida que el niño va creciendo.
La enuresis secundaria surge cuando el niño ha tenido un periodo de continencia, habitualmente entre seis meses y un año, y posteriormente ha tenido una recaída que se prolonga, como mínimo, seis meses.
Esta reincidencia puede deberse a situaciones que el niño está viviendo y que le provocan estrés, como el divorcio o la separación de los padres.
El diagnóstico de la enuresis comienza con una entrevista clínica con el paciente/a. Ésta permitirá obtener información sobre la enfermedad (presencia de estreñimiento, hematuria, capacidad de retención diurna, dolor de cabeza, volumen de la orina que emite el niño, etc.), las características de la enuresis (primaria o secundaria, frecuencia de noches con episodios, hora a la que se producen, facilidad para despertar, etcétera), presencia de factores que favorezcan la enfermedad (antecedentes familiares o conflictos, por ejemplo) y la actitud de los padres (premios o castigos).
Se realizará un examen físico y podrán solicitar pruebas como un análisis de orina y un urocultivo para confirmar una infección de orina.
Si las pruebas dan negativo hay que descartar otros trastornos menos habituales, como malformaciones o problemas nerviosos.
En el caso de que la enuresis no sólo sea nocturna, sino que el paciente también tenga problemas de incontinencia durante el día, habría que hacer un examen clínico más exhaustivo que incluya una ecografía renal, una urografía intravenosa (UIV) y radiografías con contraste de la vejiga y la uretra (cistouretrografía).
Si el paciente/a tiene enuresis nocturna secundaria, las probabilidades de que ésta aparezca como consecuencia de algún problema orgánico, como por ejemplo una infección urinaria, es mucho mayor.
Además, si tiene síntomas intestinales es probable que el especialista encargue otros estudios adicionales que permitan confirmar el diagnóstico.
En un gran porcentaje de niñxs, la enuresis desaparece de forma espontánea antes de los 6 años de edad. Si este proceso no se lleva a cabo hay que tener en cuenta los efectos psicológicos en el menor (vergüenza) y llevar a cabo un asesoramiento inicial.
El mejor tratamiento para evitar estas incontinencias es que el paciente siga rutinas como miccionar antes de irse a la cama, llevar la cuenta de las noches que moja o no la cama y no beber líquidos desde dos o tres horas antes de acostarse (sobre todo refrescos con cafeína).
Se podría reforzar el tratamiento con ejercicios de la vejiga, como retrasar el máximo posible la micción para fortalecer esa zona.
Por último, también existen tratamientos farmacológicos. Se recomienda el uso de desmopresina, que disminuye el volumen de líquido mientras se duerme, o la oxibutinina que actúa aumentando la capacidad de la vejiga. A la imipramina se debería recurrir en última instancia, si los anteriores tratamientos no consiguen buenos resultados, debido a sus efectos secundarios.
La enuresis es un trastorno benigno que tiende a desaparecer a medida que el niñx va creciendo. Sin embargo, existen una serie de pautas que pueden ayudar a reducir su intensidad:
- Reducir el consumo de líquidos antes de ir a la cama.
- No retar al niñx cuando se orine en la cama y evitar que se sienta culpable para impedir que desarrolle problemas emocionales.
- Reforzar positivamente al niñx para que aumente su autoestima.