Día de la Lealtad Peronista.
Este, como todos los 17 de octubre se celebra en todo el país el Día de la Lealtad Peronista, recordando a la gran movilización obrera y sindical realizada en 1945 en Plaza de Mayo que exigía la liberación del entonces coronel Juan Domingo Perón, detenido en la Isla Martín García.
Ese día pasó a ser una fecha central de la liturgia peronista cimentada en la lealtad del pueblo a su líder.
La jornada del 17 de octubre, tuvo como protagonista exclusivo al pueblo, y creó así definitiva conciencia de la fuerza transformadora de las mayorías populares en un proceso que había comenzado a gestarse veintinueve meses antes.
Fue ese día justamente donde los trabajadores y los humildes de la patria mostraron su amor y lealtad al hombre que mejor los supo interpretar: Juan Domingo Perón.
El 13 de mayo de 1943, Perón empezó a darle sustento a su movimiento desde el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), que el 4 de junio de ese año impulsó una revolución para desalojar del poder al presidente Ramón S. Castillo e instalar en su reemplazo al mandatario de facto Pedro Ramírez, quien poco tiempo después también iba a ser sustituido por Edelmiro Farrel.
Con el correr de los días, los acontecimientos fueron ganados por una singular efervescencia gremial que desembocó en una huelga nacional de los trabajadores de la carne, dando lugar al ascenso de Perón a la estratégica Secretaría de Trabajo y Previsión.
Desde la Secretaría de Trabajo y con el apoyo de los sindicatos, Perón empezó a desarrollar gran parte del programa sindical histórico: se crearon los tribunales de trabajo; se sancionó el Decreto 33.302/43 extendiendo la indemnización por despido de los empleados de comercio a todos los trabajadores; más de dos millones de personas fueron beneficiados con la jubilación; se sancionó el Estatuto del Peón de Campo y el Estatuto del Periodista; se crea el Hospital Policlínico para trabajadores ferroviarios; se prohíben las agencias privadas de colocaciones; se crean las escuelas técnicas dirigidas a obreros; en 1944 se firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1.400.000 obreros y empleados y en 1945 otros 347 para 2.186.868 trabajadores.
Adicionalmente Perón logra derogar el decreto-ley que reglamentaba los sindicatos sancionado en los primeros días del gobierno militar.
Hasta que Washington decidió enviar a la Argentina a un embajador Spruille Braden, con la instrucción de confrontar, en sintonía con los sectores conservadores del país, con la nueva fuerza política y social corporizada en la figura de Perón. Surgió así la Unión Democrática, un nucleamiento político que tuvo su razón de ser en el enfrentamiento a Perón, desde la acción pública primero y, posteriormente, en las urnas. Sin embargo, esa fuerza nunca logró situarse como opción de la clase trabajadora que fue leal a Perón, ni conmover su base electoral, fuente de todo su poder.
Así, la situación se tornó insostenible y llevó a que el 9 de octubre, en cumplimiento de los intereses conservadores, un general de apellido Avalos se pusiera a la cabeza de un grupo de oficiales y procediera a detener a Perón. Lo trasladaron a la isla de Martín García, sin imaginar que esa acción no hacía nada más que precipitar los acontecimientos que detonaron ocho días después.
Los gremios reunidos en asamblea permanente convocaron a una huelga nacional revolucionaria con fecha miércoles 17 de octubre, que se iba a extender por 48 horas desde el primer minuto del día siguiente.
Así, en la madrugada del día 17 comenzó una movilización de los trabajadores de La Boca, Barracas, Parque Patricios y de los barrios populares del oeste de Capital Federal así como de las zonas industriales de sus alrededores. Fue muy importante el número de trabajadores que salió de Berisso, localidad cercana a La Plata donde había importantes frigoríficos.
Los obreros no ingresaban a trabajar en las fábricas y talleres e iban recorriendo los establecimientos vecinos incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en ellos para luego marchar coreando consignas en favor de Perón por las calles principales hacia el centro de la Capital Federal. La acción estaba apenas coordinada por algunos dirigentes gremiales que habían estado agitando los días anteriores y la principal fuerza de impulso provenía de esas mismas columnas que mientras marchaban retroalimentaban el movimiento.
El nuevo ministro de Guerra general Eduardo Ávalos confiaba en que la manifestación se disolvería por sí sola pero al comprobar que, por el contrario, era cada vez más numerosa, accedió a entrevistarse con Perón en el Hospital Militar. Tuvieron una corta reunión en la que pactaron las condiciones: Perón hablaría a los manifestantes para tranquilizarlos, no haría referencia a su detención, obtendría que se retiraran y por otra parte el gabinete renunciaría en su totalidad y Ávalos solicitaría su retiro.
A las 23.10 Perón salió a un balcón de la Casa de Gobierno. Agradeció su presencia, recordó su labor en el gobierno, informó sobre su pedido de retiro, prometió continuar defendiendo los intereses de los trabajadores y, finalmente, pidió a los concurrentes que se desconcentraran en paz añadiendo que, por esta vez, les solicitaba que cumplieran el paro del día siguiente.
“Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción: pero desde hoy, sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria”, fueron las palabras de Perón ese 17 de octubre del 45, y sin renunciar a ello puso al movimiento obrero como la columna vertebral del “peronismo”.
La movilización del 17 de octubre tuvo dos efectos inmediatos: por una parte, forzó a Perón a retornar a la lucha política y por la otra, incidió en el Ejército volcando en su favor algunos jefes militares que antes se le habían opuesto y obligando al resto a pedir su retiro o tolerar su marcha hacia la Presidencia.
Luego de un corto lapso de descanso y de casarse con Eva Duarte el 23 de octubre, Perón comenzó su campaña política, mientras que los partidos de oposición conformaron un gran movimiento anti peronista que apoyaría en los comicios a la fórmula presidencial designada por la Unión Cívica Radical.
El 24 de febrero de 1946 se realizaron las elecciones, en las que se impuso la fórmula Perón- Quijano con el 52,84% de los votos con una diferencia de solo 280.786 con la UD.