Toma del Frigorífico Lisandro de la Torre.

Publicado: 17 ene 2022
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El Golpe militar de 1955 fue incitado y ejecutado por dos fuerzas que aglutinaban tanto sectores de las F.F.A.A como civiles.

La primera de estas corrientes, la facción «liberal», estaba constituida por sectores del Ejército y la Marina, la UCR, el Partido Conservador (PC), el Demócrata Progresista (PDP), el Partido Socialista (PS), el Partido Comunista Argentino (PCA) y diferentes colegios profesionales y universitario.

En tanto representantes de la línea dura con respecto a su posición frente al peronismo, los liberales consideraban a este movimiento como una «calamidad que era preciso exorcizar de todos los sectores de la sociedad argentina».

Se advierte la actitud conciliadora por parte de las cúpulas sindicales hacia los militares golpistas, pero aparece un nuevo actor: las bases gremiales peronistas.

Esta primera distancia que se abre entre las bases y sus dirigentes se conjuga con la distancia que también se observa entre líneas duras y blandas dentro del propio gobierno.

Serán clave en el surgimiento de la «resistencia peronista», tendencia que, en los sucesos de enero del 59, tendrá significativa preponderancia.

La ausencia de una conducción coherente y nacional otorgó a estas iniciativas un carácter defensivo, lo cual no eliminó su capacidad de ejercer cierta presión sobre las negociaciones que de allí en adelante entablarían dirigentes y gobierno.

La hostil actitud del gobierno de Aramburu-Rojas se manifestaba en la declaración de ilegalidad de la mayor parte de la actividad gremial, así como también en la desaparición de una significativa porción de la estructura organizativa; elementos estos que forzaron a las diferentes organizaciones obreras peronistas al repliegue sobre sus bases.

La carencia de una estructura dirigencial permitía la movilización de sus integrantes en cuestiones concretas.

Tal es el caso de la lucha emprendida en el propio frigorífico municipal «Lisandro de la Torre» en ocasión del arresto de tres delegados gremiales. Luego de una movilización y huelga pautada entre los propios obreros, los delegados fueron puestos en libertad, siendo reconocidos quienes organizaron dichas protestas como comité oficial por el interventor a mediados de 1956.

Los primeros días de marzo de 1957, se convoca a un congreso normalizador de la CGT.

Surgen el MUCS (Movimiento de Unidad y Coordinación sindical, dirigido por comunistas), los 32 Gremios Democráticos y las 62 Organizaciones Peronistas.

Las 62 «reestablecerían la unidad entre identidad sindical e identidad partidista de los trabajadores peronistas».

Esta situación hacía evidente el fracaso del bloque cívico-militar de desarticular política e ideológicamente al peronismo.

La UCR liderada por Arturo Frondizi, decide alejarse de dicha coalición, argumentando diferencias insalvables en lo que respecta a la planificación económica. Tan fuerte como esta razón fue la diferente posición que dicho partido mantenía con respecto al peronismo; posición de cercanía que se reflejaría en el inicio de negociaciones entre frondicistas y peronistas.

John William Cooke, en ese momento vocero oficial del movimiento peronista, mediante los signos de acercamiento a los representantes del frondicismo,  sellaría el pacto que daría el triunfo a Frondizi en las elecciones de febrero de 1958 ( la desobediencia de muchos peronistas de votar por la UCRI arrojó casi 800.000 votos en blanco).

En pos de la integración, Frondizi procuró cumplir el pacto trabado, forzando al máximo las escasas posibilidades que le otorgaba el anti peronismo. Así, la clase obrera se vio reconocida en su identidad peronista y aceptada como tal, al tiempo que veía fortalecerse su frente gremial con importantes concesiones por parte del gobierno. No ocurrió tal cosa con el frente político del movimiento peronista, cuestión más delicada y no resuelta durante los primeros meses del gobierno frondicista.

El gesto más trascendente en este sentido, fue la publicación del proyecto de Ley sobre Asociaciones Profesionales. Su aprobación implicaba la vuelta a una única entidad negociadora por rama (lo cual contrastaba con el intento de Aramburu de multiplicar los sindicatos representantes), la anulación de la representación de las minorías en los sindicatos y la autorización para la retención por parte de los empleadores de la cuota sindical. Su importancia, tal como se deriva de las características descriptas, radicaba en que, de ser correctamente aplicada, la Ley de Asociaciones Profesionales permitiría reconstruir financieramente los sindicatos y los fondos jubilatorios y obras sociales por ellos controlados.

Se indultó a los dirigentes peronistas, se liberalizó el control policial a las manifestaciones obreras, se anuló la entrega de la CGT a los gremios llamados democráticos, se prometieron elecciones libres en los gremios intervenidos, se realizó un aumento masivo de salarios y se promulgó una amnistía política y gremial.

El último mes del año 1958, encontró una economía argentina golpeada. La crisis de la balanza de pagos y la inflación de los últimos meses hacían ineludible el entendimiento con organismos internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional (FMI) quien, luego de ciertas tratativas, garantizó la llegada de capitales frescos a condición de aceptar la aplicación de medidas concretas. La devaluación del peso, el congelamiento de salarios, la reducción del gasto público y la suspensión del control de precios y restricciones comerciales fueron algunas de las medidas que más oposición causaron.

Nacionalizado durante el gobierno de Perón, el Frigorífico Lisandro de la Torre estaba ubicado -y estrechamente relacionado- con el barrio obrero de Mataderos. La toma del Frigorífico Lisandro de la Torre por parte de sus 9.000 trabajadores, marcaría el inicio del viraje profundo en la relación del gobierno con la clase obrera.

Propiedad de la Municipalidad de Buenos Aires, ya había pesado sobre el frigorífico la amenaza de privatización durante la presidencia provisional del Gral. Aramburu. Este había abandonado la iniciativa, que sería retomada por Frondizi en pos de ganarse la aceptación del Fondo Monetario Internacional. Necesitado de sus créditos, y aunque el organismo no se lo solicitara explícitamente, Frondizi creyó entrever que el FMI vería con buenos ojos una medida como esta, que implicaba la reducción drástica de personal estatal. Sabiendo la reacción que le esperaba de la combativa militancia peronista, intentó justificar su actitud.

Los sucesos que rodean a la toma del mencionado Frigorífico, comenzarán el 13 de enero cuando el Poder Ejecutivo Nacional envía el proyecto de la nueva Ley de Carnes al Congreso. Su primer artículo imponía el pase del Frigorífico a manos privadas. Comienzan a inquietarse los ánimos y muchos obreros se reúnen en asamblea en la Plaza del Congreso. Llevan carteles con la leyenda: “Argentina si, extranjeros no», «La carne es argentina». Allí reunidos, deciden redactar un petitorio que elevan a los legisladores sin éxito: la ley se aprueba ese mismo día y se dirige al Senado donde también es aprobada.

Frondizi promete a los obreros del frigorífico que mantendrá una conversación con sus delegados y así lo comunica Sebastián Borro (principal dirigente sindical del frigorífico). Sin esperar este encuentro, los obreros deciden tomar el frigorífico. La toma se inicia a la madrugada del viernes 16 de enero. La adhesión es altísima: entre 7.000 y 9.000 obreros ocupan el frigorífico.

Se buscó resignificar la lucha sindical dirigida por la resistencia; los vecinos del Barrio de Mataderos -estrechamente ligados a la actividad del mercado de hacienda y frigorífico Lisandro de la Torre- se solidarizan inmediatamente. Las fábricas y comercios del Barrio de Mataderos cierran sus puertas. Así también los hacen los comercios de Villa Luro, Villa Lugano y Liniers.

El gobierno niega tal nivel de adhesión. Afirma que los comercios de la zona han cerrado luego de recibir amenazas y no difunde la cantidad de obreros al interior del frigorífico. Sin embargo, tanto en documentales de la época como en el periódico oficialista, no se evita mostrar negocios cerrados, calles vacías y barricadas realizadas en los barrios por los vecinos y adherentes.

El fenómeno provocó una creciente «ola de huelgas» que llevaron al país a la «paralización total» durante ese año 1959.

En los barrios tomados inicialmente, las medidas se extendieron por 5 días hasta que el accionar del gobierno en conjunto con las Fuerzas Armadas logró desarmarlos. Estas ocupaciones incluyeron la formación de grupos armados y otras medidas de acción clandestina de tipo militar.

El sábado 17 de enero a las 4 de la madrugada la Gendarmería Nacional, la Policía Federal y la Infantería se presentarían en el lugar. Habían transcurrido menos de 24 horas del inicio de la toma. Doce horas serian suficientes para dejarla totalmente acéfala. Mientras los gendarmes vigilaban el mercado de hacienda, la Policía Federal rodeó el frigorífico y el matadero junto con la Policía montada y efectivos de Infantería. «Cuatro tanques sherman y un semioruga» terminaron de decidir el conflicto que dejó para la historia la consigna «Patria SI Colonia NO».

De inmediato las 62 Organizaciones lideradas por Augusto Timoteo Vandor declararon la huelga general, pero sus dirigentes fueron inmediatamente detenidos por el gobierno.?

La mayoría de los trabajadores del frigorífico se refugiaron en el barrio de Mataderos, que se organizó de inmediato para enfrentar a las fuerzas de seguridad, multiplicando las barricadas, cubriendo las calles con clavos miguelitos, cortando la luz y atacando a la policía desde las azoteas de las casas.?

El gobierno declaró “zona militar” a las ciudades de La Plata, Berisso y Ensenada. Con la mayoría de los dirigentes sindicales presos, la organización de la lucha quedó en manos de delegados como Sebastián Borro y dirigentes de gremios chicos, como el farmacéutico Jorge Di Pasquale.?

La luchas en las calles se extendió durante tres días. El miércoles 21, las “62 Organizaciones” decidieron levantar la huelga general, que ya llevaba cinco días. El gobierno encarceló a Borro y despidió a 5000 trabajadores. La venta del frigorífico fracasó, pero el gobierno de todos modos se la cedió a la corporación de empresarios frigoríficos (CAP), a pesar de que el sindicato de la carne había presentado un proyecto alternativo de autogestión cooperativa.

En 1974 una comisión de la Cámara de Diputados descubrió que la CAP y el gobierno de Frondizi habían incurrido en actos de corrupción, pero la dictadura cívico-militar instalada en 1976, interrumpió definitivamente la investigación de los crímenes cometidos en la privatización del Frigorífico Lisandro de la Torre

En simultaneidad con la entrada de efectivos al frigorífico y encarcelamiento de los obreros allí presentes (especialmente los dirigentes), se allanaron muchísimas sedes sindicales, se intervinieron los sindicatos y se encarceló a los dirigentes que quedaban para evitar que tomaran el lugar de los sindicalistas peronistas.

En primer lugar, la resolución que el gobierno dá al conflicto del Frigorífico, adelantará las reacciones que desarrollará ante conflictos similares: un cambio de contexto ha operado tras los sucesos en el barrio de Mataderos y el equilibrio de fuerzas comienza a modificarse. La severa represión no sólo mostrará los límites de las coincidencias entre frondicismo y peronismo, sino también los limites del compromiso entre ambos trabado.

En el gobierno, la toma y su resolución marcarán el inicio de una nueva relación -mas estrechaentre gobierno y Fuerzas Armadas. La influencia de estas ultimas se hará sentir en el abandono del integracionismo, la renuncia de Frigerio y sus colaboradores y la entrada de Álvaro Alzogaray como Ministro de Economía.

Optando por tendencias duras en lo que a represión del conflicto obrero hace, el gobierno mostrará desde enero de 1959, la capacidad del estado de combinar diversos modos de represión: no solamente legales -dentro del margen abierto en la posibilidad de intervenir en las elecciones y determinar la personería jurídica de las organizaciones obreras- sino también mediante instrumentos más drásticos -uso directo de las fuerzas de choque, tal como lo realiza en los hechos que analizamos. Al interior del movimiento obrero – más específicamente de su fracción peronista- la toma del Lisandro de la Torre, pese a los resultados arrojados, cobrará alto sentido simbólico, y, los dirigentes más activos en ella adquirirán más peso dentro de las 62 Organizaciones Peronistas.

El control férreo sobre las comisiones internas y delegados de base, impulsaría una purga de activistas y una creciente autonomía de los sindicatos con respecto a sus bases. Así lo demostrarían los contratos firmados por los mas altos dirigentes sindicales en los años 1960 y 1961, que expresamente quitaban poder a estructuras de base como las comisiones internas.

La toma del «Lisandro» marcará el fin del intento frondicista y hará resurgir la dicotomía peronistas vs. antiperonistas; fórmula que regirá importantes décadas de la historia de nuestro país.

 

Fuente: Trabajo académico de Llanpart Gobbi, Flavia; Molinari, Lucrecia I