En «Comunas, un desafío» nos visitó Fabio Marquez
Fabio Márquez es Licenciado en Diseño del Paisaje, especializado en espacios verdes y gestión pública, con posgrado en Patrimonio y Turismo Sostenible. Asesor de organismos públicos, consultoras y estudios privados, con numerosos proyectos en la Ciudad de Buenos Aires. Recibió premios internacionales. Docente y autor de publicaciones sobre Paisaje y Biodiversidad Urbana. Conferencista en eventos nacionales y del extranjero. Desarrolló una metodología para la participación social en el diseño de plazas y parques.
Conversamos acerca de la política ambiental del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y las carencias en esta materia. Nos contó que en la ciudad de Buenos Aires las antenas de telefonía celular representan «un serio problema de contaminación electromagnética de radioactividad. El problema es la concentración, debería haber una regulación acerca de dónde, cuántas y a qué altura se ponen estas antenas y saber cuántos teléfonos celulares caben en un espacio físico para que la saturación de emisión de ondas no genere conflictos en la salud». En este sentido » no hay estudios demasiados avanzados con respecto a la saturación de señales, pero surgen sospechas en el mundo que pueden generar ciertas enfermedades a las personas; especialmente la gente que vive cerca de estas antenas, por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires están sobre los edificios, tienen un alto porcentaje diferencial en la aparición de enfermedades cancerígenas».
También conversamos acerca de los graves conflictos que contrajo la decisión del Gobierno Porteño de enrejar el Parque Centenario, luego de la represión sufrida por los vecinos y manifestantes. Fabio nos dice que la cuestión de fondo «es qué espacio público es que queremos«. Las demandas alrededor del parque siempre estuvieron en torno a la mala calidad de mantenimiento, así fue como desde hace 7 años el anillo central del parque alrededor del estanque ya está enrejado, está más cuidado y el exterior está totalmente abandonado. «El discurso generalizado es que la parte exterior está vandalizada y deteriorada, una feria de reventa descontrolada y un creciente número de paseadores de perros, el lugar parece tierra de nadie y el único que tiene que hacerse cargo del control y el mantenimiento es el gobierno porteño que terciariza la tarea y el sistema es cada vez más decadente».
«Hay vecinos que piensan que se puede mejorar la calidad del parque sin necesidad de rejas y hay otra cantidad de gente que cree que cerrando el parque de noche puede estar en mejores condiciones. A este conflicto se suma la desinformación de los medios de comunicación».
Nos contó Fabio que «la Ciudad de Buenos Aires no tiene ningún problema de presupuesto para operar sobre el espacio público, tiene exceso de recursos. Tiene además una partida anual para comprar rejas sin saber a dónde las va a poner. En el Parque Centenario el servicio de mantenimiento está terciarizado y sigue siendo un desastre por el bajo nivel de control de calidad de la gestión de gobierno». El conflicto del Parque Centenario es de larga data pero la gestión de Macri «viene retaceando los niveles de participación comunal y agudizó el enfrentamiento entre grupos antagónicos».
Fabio considera que «la cuestión del enrejado tiene que ver con discutir qué espacio público queremos para saber cómo implementamos acciones de infraestructura sobre ese espacio público. Las rejas en principio no significa un espacio cerrado a la noche, si no un control de acceso, una persona puede acceder hasta donde se lo permita la puerta en la reja, ahora si cerramos esa puerta el espacio deja de ser público y abierto ,y se convierte en un espacio de uso restringido. Así, el administrador del estado de turno cuándo y cómo se restringe y siempre los que salen perdiendo son los sectores más vulnerables que más necesitan el espacio público como desahogo del hacinamiento urbano.»
«También es el estado el responsable del cuidado de la calidad del espacio, no se puede pretender que para cuidar algo haya que encerrarlo y no usarlo».
La situación es compleja pero el tema del «enrejado es extremo y no es la solución, genera un gran gasto económico que bien podría utilizarse mejor, pero también genera una perturbación visual del paisaje de un espacio, de una ciudad; cercena el uso del espacio público y suele ser más un problema, que una solución.»