Día del Escritor/a
En homenaje a Leopoldo Lugones uno de los fundadores de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), que presidió, junto a Horacio Quiroga como vice, entre 1928 y 1932 se estableció el 13 de junio como el Día del Escritor y de la Escritora.
Nació en 1874 en Villa María del Río Seco, Córdoba y se suicidó el 18 de febrero de 1938 en un hotel del Tigre.
Fue la SADE la que estableció la fecha de su nacimiento como el Día del Escritor/a en la Argentina.
Poeta, narrador, bibliotecario, pedagogo y ensayista, en su obra forjó de hecho una vanguardia literaria que rompió con la herencia hispanista y sentó así las bases de un literatura moderna, siempre en la búsqueda de una lengua propia para nuestro país.
Admirador de Rubén Darío, fue autor de una treintena de libros, entre ellos, Los crepúsculos del jardín, Las fuerzas extrañas, Las horas doradas y La guerra gaucha, que fue llevada al cine en 1942 por Lucas Demare.
Para Lugones, el rol del escritor estaba unido al destino de su país y por lo tanto, debía ser parte de su acción política. Admirador de las bibliotecas populares (contaba anécdotas sobre cómo lo marcó la biblioteca de su pueblo), dirigió hasta su muerte la Biblioteca Nacional de Maestros y contribuyó a diseñar una reforma para la educación secundaria argentina.
Lugones fue parte de las contradicciones de una época que vio nacer el voto universal en nuestro país, en 1912, y que, a su vez, permitió el Golpe de Estado de 1930.
Socialista en su juventud, fue acercando progresivamente sus ideas al nacionalismo hasta el punto de revindicar el golpe de estado del general José Félix Uriburu Uriburu contra Hipólito Yrigoyen.
“Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada… Pacifismo, colectivismo, democracia, son sinónimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado, es decir, al hombre que manda por su derecho de mejor, con o sin ley, porque esta, como expresión de potencia, confúndese con su voluntad. (…) El ejército es la última aristocracia, vale decir la última posibilidad de organización jerárquica que nos resta entre la disolución demagógica”, expresó sobre el gobierno de Uriburú.
Esas ideas, junto con su trágico final, lo convirtieron en un escritor muy criticado hasta la recuperación que hizo Borges.
Lunario sentimental (1909) es tal vez su poemario más conocido, en el que buscó abordar un tema clásico de la literatura romántica para darle nueva forma con metáforas que buscaban constituir una lengua propia.
Dijo allí sobre el poeta y la luna:
“Sobre la diplomática blancura / De tu faz, interpreta / Sus sueños el poeta, / Sus cuitas la romántica criatura / Que suspira algún trágico evento”.
Fue precisamente Borges quien luego de su muerte lo definió como “el máximo escritor argentino”.
“Lugones encarnó en grado heroico las cualidades de nuestra literatura, buenas y malas. Por un lado, el goce verbal, la música instintiva, la facultad de comprender y reproducir cualquier artificio; por otro, cierta indiferencia esencial, la posibilidad de encarar un tema desde diversos ángulos, de usarlo para la exaltación o para la burla”, escribió en un texto de 1963.