La ingesta de alcohol en adolescentes influye en el consumo posterior
El consumo de alcohol en adolescentes constituye una problemática de relevancia ya que, además de afectar la salud individual, predispone la aparición de efectos negativos para la sociedad como son los problemas asociados (accidentes viales, sexo no seguro, violencia, etc.)
Para comprender y conocer algo más de la temática, nos hacemos eco de las investigaciones que desarrollaron Ricardo Pautassi y Angelina Pilatti científico y becaria del CONICET, quienes aseguran que el contacto a edades tempranas con el alcohol predispone para un mayor consumo a lo largo de la vida y activa mecanismos a nivel neurológico y psicológico que explicarían posteriores adicciones.
La pruebas, sobre las que basan sus afirmaciones, consistían en “administrar alcohol a ratas adolescentes y adultas que luego de un período de abstinencia, se les ofrecía alcohol y agua, pudiendo observar que las más jóvenes elegían consumir alcohol en mayor cantidad que el grupo de control –no manipuladas- y que las mayores” Aunque la investigación experimentó con ratas en lugar de humanos, los resultados aportan información válida para estudios más complejos.
Si bien las causas no están determinadas se infiere que como el cerebro del adolescente está en desarrollo es probable que la sustancia interfiera en el proceso de cambio y predisponga al consumo de alcohol con el avance en la vida de la persona. De allí, la importancia de proponer políticas públicas que intenten limitar el acceso al alcohol por parte de los adolescentes.
Angelina Pilatti en su tesis doctoral estudió el consumo de alcohol en niños y adolescentes y los factores que lo favorecen. Para ello encuestó a casi trescientos niños de ocho a doce años y trecientos cincuenta adolescentes entre trece y diecisiete, años de escuelas públicas y privadas. Al año volvió a contactarlos para medir los cambios que se habían producido. Intentaba medir, entre otras cosas, si ya habían tenido experiencias con el alcohol y cuánto consumían al momento de la encuesta. Además buscaba indagar las expectativas que tienen frente al alcohol por ejemplo qué esperan que ocurra con el contacto con la sustancia y, finalmente, cuánto creen que beben sus padres y sus pares. La investigadora reveló que “Por un lado, vimos que entre los diez y los doce años es un período crítico en el que ocurren una serie de cambios que los predispone a iniciar el consumo de alcohol. Por otra parte, pudimos observar que aquellos que empezaban antes de los trece años tienden a consumir más alcohol y otras sustancias ilegales” Y, por otro lado se recogieron “expectativas positivas frente al alcohol, es decir la creencia que los efectos que tiene el consumo son deseables” vale decir, que dicha creencia favorece al hábito.
El estudio mostró que en los niños el contacto con el alcohol es experimental, se da con poca frecuencia y en bajas cantidades. En cambio en los adolescentes el contacto con el alcohol deja de ser de exploración para comenzar a convertirse en un fenómeno más habitual.
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