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El «Pasaje Particular» de Liniers, Comuna 9.
Publicado: 06 oct 2022
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Confluyen en él dos paradojas: aunque se accede exclusivamente desde la avenida Rivadavia, pasa inadvertido y pese a llamarse Pasaje Particular es un pasaje público. Nace en Rivadavia 11080 y su única cuadra tiene 5 metros de ancho por 80 metros de largo
Es tan estrecho que cuando un auto estaciona, no hay paso para otro, a menos que ambos ocupen las diminutas aceras.
La mayoría de las catorce casas, siete de cada lado, son de una sola planta y lucen como si para ellas se hubieran detenido las agujas del reloj.
Su numeración va del 0 al 82 y el cul-de-sac en el que termina el pasaje muestra un macetero ancho, rodeado de algunas otras macetas y el único arbolito de la cuadra.
La casa más llamativa es la que se encuentra en su inicio, justo en la esquina oeste. Es una casa de dos plantas con aire de castillito. Las altas paredes son blancas, con base, motivos de ladrillos y celosías de color rojo. Tal como indican los nombres grabados en la fachada, el diseño fue realizado de los arquitectos Zapiola Acosta y Froio mientras que la construcción estuvo a cargo de Pedro Lupardo. Aunque no sabemos la fecha exacta, creemos que la casa fue levantada alrededor de 1930. La obra se realizó por encargo del propietario, el Dr. Miguel Echechiquía.
Este cirujano era hijo de un pionero del barrio que a finales del siglo XIX dirigió una famosa pulpería llamada La Blanqueada, que estaba ubicada en la actual esquina de la avenida Rivadavia y José León Suárez. Sin embargo, hasta donde sabemos, el castillito nunca alojó a la numerosa familia del médico sino al hijo de su casero.
En la esquina este del Pasaje Particular y Rivadavia, frente al Castillito, hubo una fonda que cerró en 1957. En su lugar se improvisó una canchita de fútbol hasta que en la década del ’60 se levantó la sucursal del Banco Nación que ocupa el lugar actualmente. La medianera de este edificio, que da al pasaje, no posee atractivo alguno.
Esta angosta calle sin salida surge como un espacio extraño. Parece haber sobrevivido a los tiempos donde Liniers era parte del Partido de Flores, las reses pasaban guiadas por sus arrieros camino a los mataderos y bravos cuchilleros se batían en cualquier esquina.
Confluyen en él dos paradojas: aunque se accede exclusivamente desde la avenida Rivadavia, pasa inadvertido, y pese a llamarse Pasaje Particular es un pasaje público.
La atmósfera que allí se respira nos hace sentir como en una isla dentro de Liniers, pero con aroma a barrio. El viejo pavimento y las veredas angostas sugieren que no nació planificadamente pero no existen datos de su origen o creación.
El barrio de Liniers nació el 18 de diciembre de 1872, cuando se inauguró la estación del ferrocarril. Era una zona muy poco poblada, más rural que urbana; formaba parte, como dijimos, del Partido de San José de Flores, que recién en 1887 sería incorporado a la Ciudad de Buenos Aires, por aquel entonces Capital Federal.