SIBO

Publicado: 24 feb 2023
Comentarios: 0
SIBO son las siglas en inglés de Small Intestinal Bacterial Overgrowth, es decir, sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado.
En condiciones normales en el intestino delgado debería haber menos de 1.000 bacterias/ml (previamente se consideraba el límite en 100.000), independientemente del tipo de bacterias que sean, porque incluso un exceso de bacterias beneficiosas en el intestino delgado puede resultar problemático.
 

El SIBO es un proceso aún poco conocido y diagnosticado, y aunque cada vez se está investigando más sobre sus causas, síntomas y tratamiento, a día de hoy en los sistemas públicos de salud la prueba diagnóstica que se utiliza con mayor frecuencia, el test del aliento para sobrecrecimiento bacteriano.

El SIBO puede estar asociado a múltiples procesos digestivos o a la toma de fármacos como, por ejemplo, el Omeprazol.

Puede provocar diversos síntomas: desde diarrea o estreñimiento o distensión y dolor abdominal, hasta la malabsorción y la mala digestión de los nutrientes. También se ha relacionado con diversos síntomas y procesos sistémicos.

Las teorías más recientes consideran que en realidad el SIBO es una respuesta del organismo interactuando con su microbiota (conjunto de bacterias que colonizan la piel, el aparato digestivo, incluida la boca, y el aparato genital)para intentar solventar otro problema de salud, como por ejemplo un déficit nutricional o un problema metabólico, por lo que es fundamental realizar una evaluación completa del estado de salud y nutricional del paciente.

Se ha visto que en la población aparentemente sana puede haber SIBO hasta en un 20% de los individuos. En grupos de personas con síntomas digestivos como el llamado síndrome de intestino irritable, el SIBO puede estar presente hasta en el 65% o, según algunos estudios, hasta en el 85% de los pacientes. Aunque su prevalencia aumenta con la edad, también los niños pueden sufrirlo.

Es importante realizar el diagnóstico del SIBO y averiguar sus causas para tratarlo de forma adecuada.

El tratamiento en ocasiones es frustrante porque la recurrencia del SIBO, sobre todo si no se pone remedio a la causa que lo ha originado, es muy frecuente. El SIBO produce una merma importante en la calidad de vida de las personas que lo sufren, por lo que se debería realizar un esfuerzo institucional real y concreto para mejorar la atención a estos pacientes.

CAUSAS:

Hay múltiples causas que pueden acabar produciendo un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado.
Se podrían dividir los trastornos que con mayor frecuencia producen SIBO en varias categorías distintas.
Realmente, la que sigue no pretende ser una lista exhaustiva de causas, ya que el SIBO es un trastorno que se investiga de forma constante y sobre el que se describen factores causales novedosos de forma continua.
 

Los trastornos funcionales y de la motilidad son un factor importante relacionado con el SIBO.

En condiciones normales el intestino presenta un complejo motor migratorio (CMM) que limpia el intestino de restos de alimentos y de bacterias.

Esta movilidad se puede alterar en situaciones como el síndrome de intestino irritable, el uso de fármacos como los opioodes, la diabetes, o la pseudoobstrucción intestinal.

También la enteritis rádica, el parkinson, o cualquier enfermedad que produzca neuropatía o miopatía intestinal, provocan alteraciones del CMM y pueden originar SIBO.

Las alteraciones anatómicas y estructurales también son causa de SIBO. Se trata de cuadros como el síndrome del asa ciega intestinal, la enfermedad inflamatoria intestinal, las adherencias por intervenciones quirúrgicas previas o por radioterapia, los tumores del intestino delgado, la diverticulosis de intestino delgado, las alteraciones de la válvula ileocecal, o el bypass gástrico realizado como intervención para el tratamiento de tratamiento de la obesidad mórbida.

Ya se ha comentado que la diabetes puede ser causa de SIBO por neuropatía intestinal. Otros procesos que pueden predisponer al SIBO son la cirrosis hepática o la insuficiencia pancreática exocrina, porque se altera la cantidad y la composición de la bilis y las enzimas digestivas, permitiendo de esta manera el sobrecrecimiento de las bacterias en el intestino delgado.

Adicionalmente hay diversos trastornos del sistema inmune, como la inmunodeficiencia variable combinada, la deficiencia de inmunoglobulina A, o la infección por VIH, donde también hay un riesgo aumentado de SIBO.

Otras situaciones como determinadas parasitosis, la enfermedad celíaca o las alteraciones de la acidez gástrica(sobre todo por la toma crónica de protectores gástricos), también se relacionan con el SIBO.

SINTOMAS:

Entre los síntomas del SIBO, a nivel intestinal este problema puede producir múltiples efectos por la mala digestión y la malabsorción de los nutrientes y la alteración de la motilidad intestinal.

Así, es típico que se produzca un exceso de gases (dióxido de carbono, hidrógeno y metano) lo que provoca flatulencias y distensión abdominal, sobre todo cuando se comen alimentos con cierto tipo de azúcares como la fructosa o la lactosa.

Por otro lado, un paciente con SIBO puede tener tanto diarrea como estreñimiento, y es frecuente el dolor abdominal.

También es común la halitosis (mal aliento).

Si hay malabsorción de grasas aparece la esteatorrea, una diarrea con grasa en las heces, que flotan y manchan mucho el inodoro. En casos extremos puede haber pérdida de peso y deficiencia de vitaminas liposolubles como la A y la E.

Si se produce una alteración en la absorción de las proteínas el daño intestinal acaba siendo mayor, incluso con enteropatía pierde proteínas, un cuadro grave que conlleva desnutrición.
Como consecuencia del SIBO puede haber deficiencia de vitaminas como la B12, tiamina y nicotinamida por múltiples mecanismos, incluyendo su utilización por parte de las bacterias.
 
Realmente, las personas que sufren SIBO pueden tener múltiples síntomas o procesos sistémicos, desde fibromialgia, dolor de cabeza y del aparato locomotor, alteraciones menstruales, cansancio, síntomas cutáneos, e incluso enfermedades autoinmunes, además de intolerancia a múltiples alimentos , incluyendo los ricos en histamina por déficit de DAO. Sin embargo, muchos de estos síntomas no se reconocen aún como relacionados con el SIBO y, de hecho, puede ser difícil saber si son causados por él o por la patología primaria que haya provocado la aparición del SIBO, como por ejemplo una celiaquía no diagnosticada.
 
DIAGNOSTICO:
El diagnóstico del SIBO hoy en día se realiza fundamentalmente con el test del aliento o test de aire espirado para sobrecrecimiento bacteriano.
En una persona sana el hidrógeno y el metano se producen solo en el intestino grueso, pero en caso de SIBO se producen también en el intestino delgado. El test consiste en administrar lactulosa o lactitol y medir en el aliento el hidrógeno y el metano.

Estos azúcares en condiciones normales no se absorben en el intestino delgado y deberían llegar al intestino grueso. Si el test es positivo con dos picos o un pico precoz en las concentraciones de hidrógeno y metano en el aire espirado, se considera como positivo para SIBO porque indicaría la presencia de bacterias que fermentan la lactulosa en el intestino delgado. Para realizar la prueba hay que seguir una serie de recomendaciones previas de forma estricta.

Esta prueba puede tener bastantes falsos negativos y, con menor frecuencia, también falsos positivos. Si se sigue sospechando SIBO con una prueba negativa, se podría repetir, o bien realizar por endoscopia un aspirado yeyunal con cultivo del líquido obtenido. Otra opción sería realizar un tratamiento empírico y observar la respuesta.

TRATAMIENTO:

Para el tratamiento del SIBO se utilizan antibióticos farmacológicos.
Si el test del aliento da positivo solamente en hidrógeno, sería en principio suficiente con la rifaximina. Es un antibiótico que prácticamente no se absorbe, sino que mata las bacterias en la luz intestinal. En el caso de que haya elevación de metano se debe utilizar la combinación de rifaximina con neomicina, otro antibiótico que igualmente actúa en la luz intestinal.

Otros antibióticos que se utilizan en el tratamiento del sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado son el ciprofloxacino, el metronidazol y la amoxicilina con ácido clavulánico. Sin embargo, estos antibióticos sí se absorben y tienen efectos secundarios a nivel sistémico. Por otro lado, tanto estos como los otros antibióticos pueden condicionar un sobrecrecimiento de Cándida en el intestino, un hongo relacionado con un proceso llamado ‘SIFO’ (sobrecrecimiento fúngico en intestino delgado), aún poco reconocido y diagnosticado.

Los cambios en la alimentación asimismo son importantes en pacientes con SIBO. Inicialmente se recomienda una dieta baja en FODMAP (fructooligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y monosacáridos fermentables). La dieta elemental es una opción de tratamiento a la que no suele ser necesario recurrir, y que debe ser indicada por un médico.

Además, el ayuno nocturno debería ser de un mínimo de 12 horas para permitir un adecuado funcionamiento motor intestinal.