Día de la Educación Física.
Cada 30 de octubre, en Argentina se celebra el Día de la Educación Física para conmemorar la fecha en que se incorporó la disciplina en los programas educativos a nivel nacional.
La fecha se celebra desde el año 1944, a petición de la Dirección General de Educación Física.
La Argentina es, junto con Chile, uno de los países pioneros en incorporar la actividad física en la educación.
Ya en su época, Domingo Faustino Sarmiento mencionaba que uno de los pilares de la educación era el físico, junto con el intelectual y el moral.
En tanto, los docentes de dicha actividad celebran su día los 8 de octubre desde el año 2020 cuando el Ministerio de Educación de la Nación lanzó, a través de sus redes sociales, una felicitación a los profesores y profesoras e instaló la celebración en el calendario.
Estos docentes realizan un gran trabajo que va mucho más allá de la actividad física. También desempeñan un rol importante en lo que refiere a la recreación, el cuidado del cuerpo y la búsqueda del bienestar.
Dicha actividad es importante no sólo para el aprendizaje de un deporte sino además para combatir el sedentarismo, favorecer la socialización y el trabajo en equipo, mejorar la salud física y mental y generar hábitos saludables.
La historia de la Educación Física escolar argentina es el resultado de varios discursos, saberes, prácticas y propuestas de educación sobre el cuerpo. Entre rupturas y continuidades, la Educación Física contribuyó a configurar ciertos significados no solo sobre la salud y lo que significaba un cuerpo saludable sino también sobre la nacionalidad, la ciudadanía o la diferencia sexual.
Sintéticamente, podemos mencionar por lo menos cinco grandes momentos en la historia de esta disciplina escolar, desde que se consolidó en la grilla curricular estatal en las últimas décadas del siglo XIX.
Un primer momento se produjo a finales del siglo XIX, cuando la militarización de la Educación Física adquirió dimensiones constitutivas a través de la Gimnasia Militar, la práctica de tiro y los batallones escolares.
La etapa de finales del siglo XIX estuvo enmarcada por la Gimnasia Militar y el conjunto de tensiones y conflictos que se generaron en torno a su implementación en la escuela.
Un segundo momento se constituyó durante las primeras tres décadas del siglo XX y estabilizó a la Educación Física y a la cultura física en general en la escuela y en los colegios secundarios a partir del Sistema Argentino de Educación Física, creado por el Dr. Enrique Romero Brest.
Este período estuvo potenciado merced a la invención del primer centro civil de formación de maestros/as y profesores/as en Educación Física (INEF). Esta propuesta de educación corporal enfrentó y cuestionó la matriz militarizada de la Educación Física encontrando, a lo largo del período, resistencias, tensiones y conflictos con diferentes actores, instituciones y grupos sociales. Sin embargo, fue predominante en el ámbito escolar hasta inicios de los años 30.
El tercer momento de la disciplina lo podemos ubicar en la década de 1930, con la expulsión del Dr. Enrique Romero Brest de la dirección del INEF y con un fuerte cuestionamiento a su Sistema Argentino de Educación Física por parte de los defensores de la Gimnasia Metodizada, impulsada por los maestros militares de gimnasia, sectores partidarios al Ejército Argentino y grupos conservadores de la comunidad educativa. Asimismo, a mediados de esa década se crearon las primeras direcciones de Educación Física en la provincia de Buenos Aires (1936) y en la Nación (1938), que potenciaron a este particular período.
El cuarto momento de la disciplina se produjo a finales de los años 30 y principios de los años 40 con la inclusión cada vez más intensa del deporte –y otras prácticas corporales– las cuales fueron estimuladas tanto en el ámbito escolar como en el extraescolar en los años 40 y 50 consolidándose en el dispositivo curricular en los años 60.
Por último, el quinto momento registra un desplazamiento –que se inicia muy lentamente en los años 30– en el que la gimnasia, los deportes, los juegos, las actividades vinculadas con la naturaleza, etc., son legitimados en términos discursivos no sólo por el discurso médico sino también por el psicológico y, en menor grado, por el pedagógico. Una fusión extraña de términos, enunciados, objetos y conceptos pobló la superficie discursiva de la Educación Física.
Salvo en la época de la dictadura militar (1976-1983) los juegos, la gimnasia, los deportes, el excursionismo, las actividades rítmicas y expresivas, las actividades atléticas y las danzas folklóricas comenzaron a ser considerados no tanto como prácticas moralizantes, patrioteras, higienizantes y disciplinantes sino como actividades de real trascendencia en la educación física del niño. Ciertas cualidades y valores fueron cada vez más citados y señalados. El juego, los deportes o las actividades al aire libre contribuyeron a formar niños más decididos, valientes, arriesgados, pero también debían aprender valores como la solidaridad y el compañerismo así como sentimientos de tolerancia, respeto mutuo, colaboración y cortesía.
Los procesos de generización comenzaron muy lentamente a ser puestos en cuestión. Sin embargo, la división de actividades, juegos y deportes fue poco cuestionada. La retórica vinculada con el disciplinamiento fue cada vez menos utilizada. Palabras como control, orden y vigilancia de los cuerpos infantiles quedaron prácticamente en el olvido. Los métodos de imitación y los estilos comandados fueron puestos en cuestión.
De las razones fisiológicas de los ejercicios físicos, el organismo –susceptible de perfección y modificación física–, las condiciones fisiológicas de la clase, la gradación muscular en los ejercicios, los criterios médicos para realizar correctamente un ejercicio, la medición de la salud, la medición de la fuerza y de otras aptitudes especiales, se pasó a mencionar el respeto por la maduración del niño, el necesario conocimiento de la evolución psicológica de la infancia, el desarrollo de diferentes niveles de aprendizaje anclados en la psicología evolutiva, la motivación de los niños, las diferencias individuales o la psicogénesis del niño como condición para adaptar los juegos y las prácticas deportivas.
En definitiva, las últimas décadas han mostrado cuestionamientos, quiebres, fugas y resistencias frente a las ideas, valores y cualidades tradicionalmente transmitidos por esta disciplina escolar.
Sin embargo, algunos aspectos constitutivos de la Educación Física escolar parecen aún estar sutilmente presentes tanto en los discursos como en las prácticas. Más que ante un desafío histórico, estamos ante un desafío genealógico. Conocer el pasado nos puede ayudar a comprender y a transformar el presente, con el fin de construir clases de Educación Física más justas, más democráticas, más igualitarias, más críticas y más respetuosas de las diferencias y de los “diferentes”.