Comienza la Toma del Frigorífico Lisandro de la Torre.
A fines de 1958, el gobierno del presidente Arturo Frondizi promovió una política de austeridad económica que seguía las propuestas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La decisión de facilitar la inversión de capitales extranjeros y las políticas de privatizaciones provocaron un clima de profundo malestar dentro del movimiento obrero.
Las acciones de resistencia de los grupos peronistas se intensificaron. Los trabajadores del Frigorífico Nacional Lisandro de la Torre, en multitudinaria asamblea, se opusieron a la privatización de su fuente de trabajo, paralizaron sus actividades y el día 15 de enero de 1959 tomaron el establecimiento para evitar su traspaso a la Corporación Argentina de Productores (CAP), una organización controlada por empresarios ganaderos.
Muchos habitantes del barrio de Mataderos de la ciudad de Buenos Aires, donde se ubicaba el frigorífico, colaboraron decididamente en favor de los trabajadores en conflicto.
Sebastián Borro, días antes de la Toma, se plantó ante la asamblea conformada por sus compañeros y compañeras trabajadoras y llamó a no rendirse, a no entregar el patrimonio nacional y a no claudicar en esa lucha que también era la lucha por la vuelta de Perón y la recuperación de la patria justa, libre y soberana.
Fueron marchando hasta el Congreso para reclamar y exigirle al gobierno que anule la iniciativa. Encabezaba la procesión obrera una ternera que tenía inscripta la leyenda: “No me vendan. Quiero ser argentina”.
La ley, no obstante, fue aprobada en un trámite exprés. Y entonces vino la Toma y vino la pueblada de todo el barrio de Mataderos, con mujeres que les llevaban comida y abrigo y a los hijos y las hijas de los obreros para saludar a sus padres desde el portón de entrada y los comerciantes de la zona que hacían correr la bola que “a partir de ahora nadie abre sus puertas” y los muchachos de la Juventud Peronista que arrimaban su militancia y sus clavos “miguelitos” por si las moscas.
El movimiento de solidaridad ya se había extendido incluso a otras ciudades cuando, el 16 de enero, las 62 Organizaciones convocaron a una huelga general por 48 horas.
El 17 de enero por la mañana, la policía irrumpió con sus tanques para vencer la resistencia de los trabajadores y desalojar la planta. La huelga general se convirtió entonces en un paro por tiempo indeterminado que se extendería por todo el país.
Rápidamente, la mayoría de los dirigentes sindicales de las 62 Organizaciones fueron detenidos.
Finalmente, el día 20, el paro llegaba a su fin (nunca fue levantado oficialmente).
El primer saldo fue: Borro detenido junto a otros 95 compañeros. Más de 5.000 cesanteados. Varios heridos. Y lo que fue peor: el Frigorífico, emblema de nuestra soberanía alimentaria, entregado vilmente a los ganaderos. Desde entonces ellos deciden el destino y el precio de la carne; es decir, deciden quién come y quién no.
La lucha contra la privatización del Frigorífico Nacional, aunque habiendo sobrellevado una derrota, se ha convertido en un hito insoslayable en la memoria de la clase obrera argentina.
Un hecho probatorio de la vigencia de una identidad que, armada de un nacionalismo de clase, mantendría vigente la relación entre las luchas obreras y el antiimperialismo.
Si el 17 de Octubre, día de la Lealtad, marca el nacimiento del peronismo como movimiento nacional y popular, el 16 de Enero es el día de la Resistencia peronista.
Algunos dirigentes dudaron. Otros aceptaron. Y muchos, como Sebastián Borro, permanecieron inalterables en su lealtad a Perón, a sus convicciones y al compromiso con el pueblo y los trabajadores.
La resistencia del barrio de Mataderos, en la Ciudad de Buenos Aires, en solidaridad con los trabajadores del Frigorífico, marcaría un antes y un después en la relación de los sectores dominantes con el peronismo.
Ya no podrían negociar tranquilamente con los burócratas de turno. Eran las bases gremiales y territoriales del peronismo las que se hacían presentes marcando un camino de lucha para traer a Perón y defender las conquistas heredadas del gobierno peronista derrocado.
Y hay que decirlo una vez más: los trabajadores modelaron allí el peronismo como identidad de una contra cultura política. No traicionaron sus banderas, no se rindieron ante la feroz represión, no se “integraron” al sistema y no se corrompieron ante los poderosos.
El origen de la consigna “Patria sí, colonia no” en esas circunstancias, está señalando que en ese acto de amor y convicción se plantaba una bandera, un camino, una huella indeleble y un destino a seguir por ese peronismo que desde sus orígenes, siempre brota de las entrañas del pueblo trabajador.
Vendrían años de muchos dolores, de más cárcel, traiciones y destierros. Pero ese peronismo militante terminó de perfilar allí su verdadero lugar en la historia del pueblo. Así, “el peronismo será revolucionario o no será” no fue para ellos una consigna desolada.
La trascendencia histórica, política y cultural que, desde esta mirada, tuvo y tiende la Toma del Frigorífico “Lisandro de la Torre”, requiere entonces de una mayor atención y estudio por parte de esa militancia nacional y popular que busca transformar la realidad, antes que conformarse con administrar las efemérides en los calendarios.
El 16 de julio de 2005, Borro falleció con 83 años ( nació el 9 de Diciembre de 1921) y una larga trayectoria en el campo nacional y popular.
Sebastián desde muy temprano se vinculó al peronismo y fue delegado desde muy joven cuando sus compañeros lo eligieron secretario general del gremio de la carne en diciembre de 1958 y un mes después, en enero del´59, encabezó la resistencia a la privatización del frigorífico Lisandro de la Torre, dispuesta por Arturo Frondizi.