La Ministra Pettovello Anuncia Algo que Después NO Hace.
El Gobierno mantiene pisado el envío de fondos y alimentos a los comedores comunitarios en todo el país, y la situación allí se agrava día a día.
El Gobierno Nacional giró un monto para la Tarjeta Alimentar, un programa que cubre una asistencia acotada para niños y niñas de hasta 14 años.
La Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, dependiente del Ministerio de Capital Humano, no ejecutó las partidas de los programas alimentarios destinados a comedores populares que por ley se habían renovado emulando el presupuesto de 2023.
De esta manera, el Gobierno contribuye al ajuste fiscal pero cargando el peso sobre los grupos más vulnerables de la sociedad, y no sobre la casta. Inclusive el superávit fiscal de 2 por ciento del PBI acordado con el FMI preveía el diseño de políticas públicas de contención para los sectores más vulnerables.
El economista Hernán Letcher dijo el 1 de febrero (cuando la Ministra salió a la calle) que «debemos recordar, por cierto, que el presupuesto es el prorrogado de 2023, es decir, sin actualizaciones. Alguno podrá decir, y con razón, que enero por estacionalidad y porque no suele estar las partidas disponibles de economía la ejecución es menor. Pero en algunas partidas, que implican consumos habituales, eso no sucede. Es el caso de Políticas Alimentarias: en enero de 2023 se ejecutó 8,43%, es decir, casi $40 mil millones.»
No obstante, la cartera manejada por Pablo de la Torre decidió pisar los programas con financiamiento del BID para la compra de alimentos secos y frescos —el “Plan Nacional Argentina contra el Hambre”— y otros con fondeo local para asistencia a comedores comunitarios y escolares, que suman unos 180.000 millones de pesos presupuestados: el 8,4 por ciento de los fondos de la Secretaría.
En enero de 2023, la ejecución presupuestaria destinada a comedores comunitarios fue del 24 por ciento del total de los recursos. Hoy es del 0 por ciento, según muestran los datos oficiales abiertos del Presupuesto Nacional.
El Gobierno únicamente ejecutó los giros por la Tarjeta Alimentar, que es una política de asistencia acotada dirigida a niñas y niños de hasta 14 años, que representa el 32 por ciento del presupuesto de la Secretaría.
Para ese programa fueron destinados 132.000 millones de pesos.
La explicación del Gobierno para suspender la asistencia a los comedores es que quieren mejorar el sistema, para que los establecimientos compren directamente la mercadería con una tarjeta en lugar de recibir provisiones enviadas por el Estado Nacional.
A esto apunta la política de extender la Tarjeta Alimentar a los comedores, que hasta ahora alcanzó a un número muy reducido.
Los movimientos sociales también critican las compras que realiza el Estado pues “entrega mal y tarde”, ya que ningún proveedor quiere venderle porque pagan con una demora de casi seis meses.
Los comedores no funcionan íntegramente con asistencia del Estado, como habitualmente se cree, sino que muchas veces reciben raciones de colectas o yendo al Mercado Central a reciclar la mercadería que después se consume.
Natalia Zarza, referente socio-comunitaria de la UTEP y trabajadora en comedores, comenta que “estamos recibiendo gente en nuestros comedores que nunca antes vimos venir. Recibimos más gente que en la pandemia, porque a nadie le alcanza la plata para comer. No es una situación de personas sin trabajo o que hacen changas, sino de familias con empleo formal que se quedan sin dinero antes de fin de mes».
La calidad de la comida en los comedores muchas veces no es buena y las entregas estatales son lerdas y discontinuas: “Un día te dan hidratos pero no entregan aceite ni azúcar, otro día te arreglan con algunas latas de tomate y arvejas”, sostienen desde la UTEP, pero discontinuar las asignaciones de recursos físicos y monetarios a los comedores no parece ser parte de la solución. Mientras el Gobierno “está pensando” una mejor respuesta, transforman lo malo en peor. Lo mismo sucedió con la entrega de las cajas de navidad que fue suspendida en diciembre porque evaluaron que eran muy pocas, “inclusive en la transición de Cristina Kirchner y Mauricio Macri se entregaron”, señalaron desde los movimientos sociales.
Se observó que el presupuesto para políticas alimentarias es exactamente el mismo que en 2023 (supone un fuerte ajuste sobre el poder de compra con una inflación superior al 211 por ciento anual), y en materia de comedores populares el presupuesto está siendo sub-ejecutado, con asignaciones cero. Ante este escenario, los movimientos sociales, referentes de iglesias y algunas ONGs presentaron a las autoridades un listado de los comedores que administran y la cantidad de personas asistentes, pero todavía no obtuvieron respuesta.
“Este lunes 5 vamos a hacer una fila en la puerta del Ministerio de Capital Humano para que atiendan individualmente a quienes tienen problemas de alimentación”, comentaron “pero todavía no resolvimos cómo trasladar a las personas que viven en el interior del país”.
Además, el jueves repetirán la asistencia a las puertas de supermercados para recibir donaciones. Interpretan que va a haber lucha. En tanto desde la UTEP calcularon en respuesta a las autoridades que “si el Gobierno quiere atender una a una a las personas con hambre, le va a tomar 85 años poder hacerlo, a razón de dos minutos por persona”.
La Ministra Pettovello la semana pasada salió a la puerta y les avisó a quienes estaban en la puerta:
“Chicos, ¿ustedes tienen hambre? Vengan, vengan de a uno, que les voy a anotar el DNI, el nombre, de dónde son, y van a recibir ayuda individualmente”.
Esta mañana, en el mismo lugar, se produjo una fila de 27 cuadras con personas que fueron a que se atienda su reclamo.
«Yo no cité a la gente para que esté bajo el sol, los convocaron los dirigentes. No los voy a recibir porque yo no los convoqué. Fueron los dirigentes que usan a la gente y la hacen hacer cola bajo el sol», afirmó este mediodía la Ministra.
“Ahora la ‘gente que tiene hambre’ fue, pero Pettovello dice que no quiere atender a nadie. Ahora que puede chequear ‘DNI, nombre, de dónde son’ de miles de jefes y jefas de hogar sin intermediarios no va. Lo mismo dicen sus empleados en las delegaciones provinciales. La verdad es que Pettovello no quiere resolver el problema, porque es una mala persona y una peor funcionaria”, declaró el dirigente Juan Grabois. Y agregó: “Ha demostrado ser una persona ignorante con su mente infectada de prejuicios. La variable de ajuste nunca fue la casta, sino los laburantes y la clase media. Ahora la variable de ajuste es la comida y los niños, no los <intermediarios>».
A su vez la Iglesia Católica se expresó al respecto a través de una declaración que lleva la firma de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, que preside el obispo Oscar Ojea.
Reconocen que “en el trato pastoral con la gente sencilla, hemos aprendido que: ‘un plato de comida no se le niega a nadie’”, señalan que “en nuestra patria nadie debería pasar hambre, ya que es una tierra bendita de pan” y advierten que, “sin embargo, hoy, a cientos de miles de familias se les hace cada vez más difícil alimentarse bien”.
El documento está encabezado por la frase bíblica “Tuve hambre y me diste de comer.” (Mt. 25, 35) y los obispos recuerdan que Tobías, en el Antiguo Testamento, nos enseña: “No apartes tu rostro del pobre”.
El pedido del pan de cada día es un clamor de justicia
El libro sapiencial de Tobías, que encontramos en el Antiguo Testamento, nos enseña: “No apartes tu rostro del pobre” (Tb 4,7). Entre las necesidades primarias, está el alimento. Por eso Jesús, se identifica con los últimos en la fila de la vida, que padecen hambre, y dice: “Tuve hambre y me diste de comer.” (Mt. 25, 35)
A su vez, como obispos, en el trato pastoral con la gente sencilla, hemos aprendido que: “un plato de comida no se le niega a nadie”. Es que en nuestra patria nadie debería pasar hambre, ya que es una tierra bendita de pan. Sin embargo, hoy, a cientos de miles de familias se les hace cada vez más difícil alimentarse bien.
La inflación desde hace años crece día a día y pega fuertemente en el precio de los alimentos. Lo siente claramente la clase media trabajadora, los jubilados y aquellos que no ven crecer sus salarios. También todo el universo de la economía popular, donde prácticamente se trabaja sin derechos. Pensemos en los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los ladrilleros, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado y de servicio.
Ante este escenario de trabajo sacrificado y de bajos ingresos, las familias se privan de muchas cosas. Por ejemplo, una mamá puede privarse de tomar un colectivo y camina para ahorrar, pero de ninguna manera puede no darle de comer a sus hijos. Es decir, la comida no puede ser una variable de ajuste.
Es necesario anticiparse para que esta situación no profundice la crisis alimentaria. Y para eso se debe facilitar a las personas, las comunidades y al pueblo, aquello que se necesite para ayudar a los más frágiles, especialmente a niños, niñas, adolescentes y adultos mayores. Ante una crisis no son suficientes los paradigmas tecnocráticos, sean estado céntricos, sean mercado céntricos, es necesaria la comunidad. (CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO. A LOS MOVIMIENTOS POPULARES. 12 de abril de 2020, Domingo de Pascua.)
El tiempo de la pandemia nos enseñó el valor de la respuesta comunitaria organizada: unidos para curar, cuidar y compartir fue la consigna de ese tiempo. Se multiplicaron así, los comedores en nuestras parroquias, en las Iglesias evangélicas, entre los movimientos populares –especialmente en casa de vecinos que prestaron un lugar-.
Las grandes protagonistas fueron las mujeres. Cada una se acercó a la olla pensando no sólo en sus hijos, sino también en los de los de los vecinos, y así formaron comunidad, así formaron un pueblo que le hizo frente a un desafío inédito. Si queremos trabajar por la paz social, tenemos que reconocer en primer lugar el valor del otro en cuanto otro, y su aporte al bien común.
Esa reserva está todavía presente, por eso el estado nacional, provincial y municipal, tienen que aprovecharla para que nadie se quede sin el pan de cada día. Todos los espacios de cuidado que dan de comer, todos los comedores comunitarios, de parroquias, Iglesias evangélicas, y de movimientos populares deben recibir ayuda sin dilación. Ningún sector de los que hoy están actuando, ninguna institución o Iglesia, podría hacerlo solo. La complejidad de la crisis así lo está indicando. Hay programas como el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) que demostraron tener un impacto muy positivo, son fácilmente auditables y pueden aplicarse a todos estos lugares. Sin interrumpir la actividad de los espacios que continúan brindando asistencia alimentaria, se los puede auditar al mismo tiempo para que den cuenta de su transparencia y de este modo, contribuir a optimizar la ayuda sin descuidar a nadie.
Toda esta comunidad, verdadero ejército de amor y servicio, está dispuesta a dar de comer ahora porque hace falta, pero sin renunciar a seguirse poniendo la patria al hombro, para que en nuestra querida Argentina se haga realidad el sueño de Tierra, Techo, y Trabajo para cada familia.
Buenos Aires, 5 de febrero de 2024
Mons. Oscar V. Ojea, Presidente
Mons. Marcelo Colombo, Vicepresidente 1º
Mons. Carlos Azpiroz Costa, OP, Vicepresidente 2º
Mons. Alberto G. Bochatey, OSA, Secretario General
Conferencia Episcopal Argentina
Fuente: Página 12