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Helicobacter Pylori.
Publicado: 24 jul 2024
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El Helicobacter pylori (H. pylori) es una bacteria en forma de espiral que crece en el tubo digestivo y suele adquirirse durante la infancia.
Está presente en más de la mitad de la población mundial y es una causa frecuente de úlceras estomacales.
La vía de transmisión es la saliva, el vómito o la materia fecal, pero también puede transmitirse a través de alimentos y agua contaminados.
Las personas que viven en países en desarrollo son más vulnerables a infectarse.
Esto se debe a que suelen presentar los factores de riesgo que facilitan su transmisión, como la convivencia con muchas personas y la falta de suministro de agua limpia.
Los síntomas más habituales son la acidez y el dolor estomacal agudo, las náuseas, la pérdida del apetito, los eructos frecuentes, la hinchazón y la pérdida involuntaria de peso.
Las complicaciones relacionadas con la infección van desde úlceras (alrededor del 10% de las personas con la infección las tienen) o inflamación de la mucosa del estómago (causa irritación y gastritis), hasta cáncer de estómago, si no se trata.
Existen 4 pruebas para el diagnóstico de H. pylori:
- Análisis de sangre: Permite obtener los anticuerpos generados por el organismo en contra de la bacteria. Si existe infección, éstos se podrán detectar.
- Prueba del aliento: H. pylori convierte la urea en CO2, que se detecta en la respiración, si existe infección. Esta prueba se realiza para confirmar el diagnóstico y, un mes después del tratamiento, para confirmar la erradicación de la bacteria.
- Prueba de las heces: Permite la detección de antígenos de la bacteria en las heces. Normalmente se realiza después del tratamiento para determinar si ha sido efectivo.
- Endoscopia: Prueba que permite examinar el esófago, el revestimiento del estómago y parte del intestino delgado. Permite observar si existen úlceras, linfoma MALT (un tipo de cáncer del sistema linfático asociado a mucosas) o cáncer.
Tratamiento de la infección por Helicobacter pylori
De confirmarse la infección por H. pylori, se recetarán antibióticos y otros medicamentos para calmar el dolor. Tomar la medicación de forma rigurosa, tal y como está prescrita, es muy importante para que no se creen resistencias y empeore el problema.
Por ahora, no existe ninguna monoterapia lo suficientemente eficaz para eliminarlo ni tampoco una vacuna, ya que tiene una gran capacidad de evadir el sistema inmunitario.
En las últimas dos décadas, se ha observado que la bacteria ha incrementado su resistencia a los antibióticos y ha pasado a formar parte de los 20 patógenos que representan una mayor amenaza en cuanto a la creación de resistencias. Por eso, normalmente se recetan dos o más antibióticos junto con protector gástrico para erradicarlo.
Sin embargo, en ocasiones se puede producir una reinfección. Ésta sucede cuando existe una infección por una cepa diferente a la primera que se había erradicado, o bien cuando la misma cepa se reactiva al haberse mantenido indetectable después del tratamiento.
Si se siguen las pautas de medicación indicadas por el médico, la bacteria se elimina en un 90% de los casos, y no debe haber complicaciones a largo plazo.
Se ha observado que el uso de probióticos para el tratamiento de la infección incrementa la tasa de eliminación del microorganismo y reduce los efectos secundarios de los antibióticos en el microbiota intestinal.
En este caso, los probióticos deben estar prescritos por el profesional sanitario.