Día Nacional del Circo.
El 6 de octubre se celebra en Argentina el Día Nacional del Circo en homenaje a Pepe Podestá, pionero de la actividad circense, quien nació ese día de 1858 en la ciudad de Montevideo del vecino país.
Podestá fue actor y acróbata. A lo largo de su carrera se destacó por su creatividad.
En primer lugar, su personaje “Pepino el 88” era una figura que fusionaba la del payaso con la del payador y que se convirtió en el modelo del payaso cómico. Se caracterizaba por cantar canciones rimadas sobre temas de actualidad desde una perspectiva crítica y humorosa, al mismo tiempo. En segundo lugar, creó el denominado “circo criollo”, un modelo de espectáculo circense original surgido en el país a fines del siglo XIX.
En sus comienzos, estuvo vinculado a una tradición familiar. De hecho, había familias enteras de artistas circenses. A medida que pasaron las décadas, comenzaron a proliferar espacios de enseñanza de estas artes en centros culturales y escuelas independientes y municipales, entre otros.
La modalidad del circo criollo fue evolucionando y continuó en los circos que se presentaron en Buenos Aires y que recorrieron el interior del país hasta la década del 70. Tuvo una fuerte vinculación con el radioteatro, compartiendo obras y actores.
Durante todo el siglo XX se produjo una continua presencia del circo tradicional por la presentación de compañías extranjeras. A partir de la recuperación democrática en 1983, el circo en Buenos Aires comenzó una nueva etapa, caracterizada por su revalorización en el campo cultural porteño, por el aumento de su difusión, su práctica y su enseñanza, así como por su fusión con otras artes, como el teatro y la danza.
Esta corriente llamada “nuevo circo” se profundizó en la década del 90 con el surgimiento de nuevos artistas y de instituciones de formación. Hacia comienzos del siglo XXI, espectáculos como el del Cirque du Soleil acercaron al público porteño a ese tipo de nuevo circo.
El circo constituye un gran universo y tiene distintas implicancias para quienes se dedican a él. Por un lado, es creador de fuentes de trabajo y, por el otro, es una herramienta de transformación social al ser un arte popular e inclusivo.
La Escuela de Circo Criollo es la primera escuela de este tipo en Argentina y pionera en Latinoamérica.
Actualmente, el Polo circo es un espacio creado en la Ciudad de Buenos Aires para desarrollar lo mejor del mundo circense. Allí funciona el Centro de Entrenamiento de Artes Circenses, donde los artistas de circo puedan realizar sus prácticas, y la Escuela Integral de Circo creada para que niños, niñas y adolescentes realicen actividades y disciplinas como trapecio, malabares, acrobacia de piso, percusión corporal y tela. Además, la legitimación del circo como una de las artes escénicas trajo la creación de dos carreras universitarias nacionales dedicadas en la UNTREF (Universidad Nacional de Tres de Febrero) y la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín).
Fuente: Billiken