Miriam Masunaka, Comerciante en San Cayetano, en Comunas un Desafío.

En nuestro programa del sábado tuvimos la palabra de Miriam Masunaka, comerciante de artículos religiosos de la zona de San Cayetano en el barrio de Liniers, a la que consultamos por su experiencia en las marchas que se realizan todos los años desde el Santuario linierense hasta la Basílica de Luján.

«Nosotros con mi familia hemos vendido siempre artículos religiosos y lo que estoy viendo en este año, la verdad fue un acto de fe, hacía varios años que no se veía eso, era como que la gente estaba como que no había unión, era como una peregrinación más, pero este año vi la diferencia, la verdad que el párroco de acá de la iglesia San Cayetano, Liniers este año nos sorprendió a los que venimos a vender acá , porque sabemos que año a año van cambiando las cosas pero este año me encantó, la verdad fue muy emocionante.

Si bien la gente esta muy pobre, en otras épocas explico esto para que más o menos se entienda, hace 5 o 6 años atrás venía una persona y te decía me das un llaverito para para mi vecina, para mi hermano, para mi mamá, pero hoy en día la piensan, la gente anda muy triste, se nota muchísimo la devaluación del dinero, o sea si se compran una estampita y no pueden comprar un llavero o no pueden tener para comprarse una gaseosa o están pensando que tienen un camino largo por recorrer caminando entonces en vez de comprarse un recuerdo o llevar un recuerdo para algún familiar y la piensan no porque tengo que comprar agua, porque esto porque lo otro.

Hay varias facciones de la gente, gracias a Dios este trabajo te da una mirada, uno le lee la expresión de la cara a la gente y la gente es como que te dice con su expresión que necesita y que es lo que está queriendo.

Hoy en día lo que leo es primero que la gente está muy triste, está preocupada, está con miedo y a la vez tiene esa necesidad de tener esa fe, que dicen que la fe mueve montañas y hoy a pesar de esa tristeza, le ponían la mejor los caminantes, los peregrinos y se iban contentos, más alegres pero se nota la tristeza igual en la mirada de la gente.

Este año fue una cosa que no se veía hace muchos años y lo digo de verdad, hace más de 10 años más o menos, porque sinceramente es como que la gente poniéndole la mejor alegría, pero a la vez ese grito y esos aplausos que se sentían como necesidad de esperanza.»