Día Mundial de la Terapia Ocupacional.
Cada 27 de octubre se celebra el Día Mundial de la Terapia Ocupacional, una fecha que rinde homenaje a una profesión esencial en el ámbito de la salud y la inclusión.
La American Occupational Therapy Association (AOTA) define la terapia ocupacional como el uso terapéutico de actividades cotidianas, como el cuidado personal, el trabajo y el juego, con el objetivo de mejorar la independencia funcional, el desarrollo y la calidad de vida de personas de todas las edades, adaptando tareas y entornos para favorecer el bienestar.
La terapia ocupacional tiene sus orígenes en 1917, cuando en hospitales militares canadienses se introdujeron actividades manuales como cestería y juegos de mesa para ayudar a los soldados heridos a estimular su mente y adaptarse a la vida civil.
La práctica se expandió rápidamente, con Estados Unidos y Reino Unido desarrollando asociaciones y escuelas para formar a estos especialistas.
En 1964, España adoptó oficialmente la terapia ocupacional, formando la Asociación Profesional Española de Terapeutas Ocupacionales (APETO) en 1967, mientras que Australia integró la práctica durante la Segunda Guerra Mundial para apoyar a sus pacientes.
Pero, ¿que es la terapia ocupacional?
La terapia ocupacional es una profesión socio-sanitaria cuya función principal es dotar a la persona de mayor autonomía y calidad de vida empleando para ello la ocupación como medio de rehabilitación, partiendo de una valoración especializada y la implementación de un plan de tratamiento pautado.
La/el terapeuta ocupacional emplea la actividad de forma terapéutica para la prevención de la enfermedad y/o la discapacidad, el mantenimiento de la salud y la rehabilitación de la funcionalidad perdida en las áreas de autocuidado (vestido, higiene, alimentación, etc), laboral, educativa, lúdica y de ocio, cuando existe algún tipo de problemática de carácter físico, cognitivo y/o sensorial.
La/el terapeuta ocupacional evaluará también las condiciones contextuales que pudieran afectar a la participación de la persona en sus actividades de la vida diaria, tomando en consideración, por ejemplo, las barreras arquitectónicas, las condiciones de accesibilidad, o las variables de exclusión social, para adaptar o modificar el entorno de cara a conseguir la mayor independencia posible.