Mensaje de Navidad de los Obispos Miembros de Cáritas.

Publicado: 17 dic 2024
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En el marco de la Campaña de Navidad propuesta por Cáritas Argentina, compartimos el mensaje de los Obispos miembros de la Comisión Nacional mons. Gustavo Carrara, mons. Roberto Álvarez y mons. Enrique Martínez Ossola.

 

 

«La Nochebuena es la única noche del año que tiene nombre propio y recibe este nombre por la alegría del Nacimiento de Jesús.

¿Cuál es el contexto de la primera Nochebuena de la historia? Un censo del emperador Augusto. La firma de un decreto que le cambia la vida a todo el mundo, que busca mostrar poder y autoridad.

Muchas veces esta historia se repite: se ejerce la fuerza con los frágiles y débiles.

José y María, con un embarazo avanzado, se ponen en camino hacia Belén. Y sin encontrar un lugar digno para nacer, el Hijo de Dios nace en un pesebre.

En esa primera Navidad, Dios elige para nacer el lugar de los últimos, de los que no cuentan, para que nadie por ser pobre o estar roto en la vida, se avergüence de acercarse a Él.

Nos dejamos conmover nuevamente por el anuncio del Ángel del Señor a los pastores: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» (Lc. 2, 10-12). No es una alegría chiquita, para unos pocos, es alegría para todo el pueblo, para toda la humanidad y la creación entera.

Se cumple así, de modo desbordante, la promesa del profeta Isaías: “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz… Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia… Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado” (Cf. Is. 9, 1-6). Y este Niño ha nacido para salvarnos: “Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.” (Tit. 2, 14)

 

En esta Navidad volvemos nuestro corazón a Belén: “El niño del pesebre extiende sus bracitos, y su sonrisa parece decir lo que más tarde pronunciarán los labios del hombre: Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, que yo los aliviaré.”

Necesitamos que la ternura del Niño nos transforme y repare nuestras fuerzas. La Luz que ha bajado del cielo contrasta con la noche oscura del pecado, de la injusticia social, del sálvese quien pueda, que termina en el todos contra todos.

En este 2024 la pobreza y la indigencia de los niños, niñas y adolescentes, en términos de inseguridad alimentaria, es dramáticamente delicada.

Este es solo un rostro de la pobreza, de la crisis socioambiental (cf. LS 139). En el tiempo de Navidad, con la ayuda de Dios y la nuestra, puede transformarse en rostro de esperanza, porque nos seguimos preguntando qué más podemos hacer.

Creemos, como siempre nos recordaba el Cardenal Eduardo Pironio, que la esperanza se vive precisamente en los tiempos difíciles, ella nace de la cruz y crece por la fe en el Señor de la historia.

Ante la realidad del pecado, mirando al Niño Jesús confesamos que, “El pecado del mundo es inmenso, pero no es infinito. En cambio, el amor misericordioso del Redentor, este sí es infinito.”

Ante la injusticia social, recordamos que Belén significa “Casa del pan” y nos comprometemos a compartir el pan con los que no lo tienen. Y ante el sálvese quien pueda, elegimos el camino de la hermandad y la amistad social, la parábola del Buen Samaritano, predicada por Jesús en los años de su misión como adulto.

La Navidad nos renueva la esperanza, una esperanza activa, que no se rinde ante la adversidad.

Por esto te invitamos a sumarte a la campaña solidaria de Navidad de Cáritas: https://caritas.org.ar»

 

 

Fuente: Mensaje recibido en nuestra redacción