Comunicado de los «Curas Villeros»
El COVID 19 está pegando fuerte en nuestros barrios.
En este 46° aniversario del asesinato y martirio de nuestro querido Padre Carlos Mugica, los curas que vivimos en las Villas de la Ciudad y el Gran Buenos Aires, renovamos y actualizamos nuestro compromiso con los vecinos y vecinas.
Seguimos aprendiendo de nuestra gente sencilla, tan acostumbrada a tener que adaptarse siempre a nuevas y difíciles situaciones.
Ellos y ellas aceptan la buena decisión del Gobierno Nacional de hacer cuarentena y valoran las decisiones en favor de los que más sufren las consecuencias que van apareciendo.
Según las últimas palabras del Padre Carlos Mugica, sabemos que debemos estar “ahora más que nunca junto al pueblo”.
Esta cercanía nos lleva a comprender que, en líneas generales, la comunicación y las políticas del Gobierno en todos sus niveles están enfocadas a la población en general. Entendemos que también es necesario hacer un foco en los barrios populares
Si bien esta pandemia afectó en nuestro país primero a gente de otros sectores sociales, sabemos que con el tiempo va creciendo mucho el contagio en los barrios vulnerables. Esperamos que no resurjan actitudes discriminatorias.
En este contexto, la pandemia hace que se visibilicen problemas estructurales de nuestros barrios.
La realidad se nos vino encima. Hay temas en los que no podemos seguir esperando su solución.
Hay lugares con serios problemas de falta de agua, como la villa 31.
Nos preocupa la situación del hacinamiento y abandono en las cárceles, las limitaciones del sistema de salud, la asistencia alimentaria sostenida y muchas necesidades concretas que surgen por la pérdida de las changas y trabajos informales de muchos de nuestros vecinos. Es preocupante la realidad de despidos arbitrarios.
Se vienen momentos muy duros en lo social. Va a ser largo. Es urgente que se favorezca el acceso a los subsidios habitacionales. Cada vez más gente se queda sin dinero para pagar el alquiler. En la línea del I.F.E es necesario que se aumenten determinados beneficios sociales en cuanto al acceso a la compra de alimentos y medicamentos.
En la última Pascua, el Papa Francisco decía a los movimientos y organizaciones populares que “tal vez sea (ahora) tiempo de pensar en un salario universal….para que ningún trabajador se quede sin derechos”.
Estos son tiempos de hablar con hechos. Ausentarnos de los barrios populares sería colaborar para que crezca la injusticia existente.
En nuestros barrios no cerramos las Capillas. Todas las actividades habituales se reconfiguran en función de lo que vamos viendo que necesita la comunidad.
Se pone de manifiesto la solidaridad natural de los vecinos. Nos hace bien ver cacerolas que con amor alimentan y dan esperanza y no cacerolazos que dividen e infunden miedo al otro. Las cacerolas de los pobres, como todo lo que surge de ellos, son para cuidar y sostener la vida.
Los pobres nos enseñan que los tiempos difíciles son para unir y no para que nos sigamos dividiendo.
De la mano de las autoridades civiles locales, nuestras Parroquias y Capillas, junto a las organizaciones sociales, acompañamos el relevamiento de los adultos mayores, las campañas de vacunación y la asistencia con alimentos.
Muchas de nuestras Capillas se ofrecen como casas de resguardo para que hagan la cuarentena muchos vecinos.
Necesitamos que el Estado actualice su presencia en los barrios vulnerables de acuerdo a las diferentes cuestiones y las dificultades que se presentan, la seguridad, la salud, la educación y las limitaciones de conectividad en estos lugares. Muchos chicos no pueden hacer la tarea de la escuela, a pesar del esfuerzo de los docentes.
Es preocupante la realidad de nuestros adultos mayores y de los que tienen determinados problemas de salud. Nos preocupa la insuficiente capacidad de espacios de aislamiento.
Valoramos la dedicación del personal de salud de nuestros barrios. Es preciso que se destine lo necesario para que no colapse el sistema de salud.
Hace falta tener en cuenta espacios para los hermanos y hermanas que están en el consumo de drogas. Hace tiempo venimos denunciando la cantidad de pibes y pibas muertos por el paco. Hoy seguimos denunciando la realidad de estos pibes y pibas en esta situación de pandemia.
Hace más de 50 años, Carlos Mugica y sus compañeros fundaron el Equipo de Sacerdotes para las villas. Hoy los curas y las comunidades de nuestros barrios coordinamos esfuerzos para el bien de los vecinos, especialmente aquellos que más necesitan.
Hoy hay más presencia del Estado que en esa época. Pero es insuficiente todavía. Seguimos necesitando una presencia inteligente del Estado.
Que en este mayo patriótico, la Virgen de Luján nos estimule a seguir acompañando a nuestro pueblo.