¿Debemos Consumir Sal?
Por lo general, debemos elegir los productos más naturales posibles. En primer lugar porque la industria siempre viene condicionada por intereses económicos. En segundo lugar, porque llevamos siglos utilizando los productos naturales que nos ofrece la naturaleza y hemos podido comprobar extensamente sus efectos en la salud. En cambio, en el caso de las sustancias químicas incluidas en la industria actual… eso es otro cantar. El problema es que los intereses económicos también alcanzan al mundo natural y, a veces, es difícil discernir si efectivamente un producto natural vale su precio o simplemente se trata de puro marketing. Vamos a revisar los principales argumentos de unos y otros para tratar de emitir una opinión valiosa.
La sal de mesa o sal común:
- Es fundamentalmente cloruro sódico (revisa los efectos del sodio en la dieta)
- A veces se le añade iodo y flúor
- No se extrae de manera natural, sino mediante procesos industriales.
- Lo peor es que se le añaden aditivos y conservantes que no se especifican en la etiqueta por no ser obligatorio.
Especialistas en medicina aseguran que un exceso en el consumo de sal puede acarrearnos serios trastornos que van desde la hipertensión a enfermedades cardiovasculares, hipertensión, retención de líquidos o edema.
Teniendo en cuenta que tanto el sodio, como el yodo o el flúor los podemos encontrar de manera natural en casi todos los alimentos que ingerimos, queda claro que consumir sal de mesa es solo una cuestión de sabor. No es necesaria en absoluto y su consumo excesivo nos puede hacer enfermar. Hay quienes afirman que la comida sabe mejor sin sal, pero desprenderse de tan arraigada costumbre no es fácil. Si nos gusta su sabor, mejor con moderación.
La sal marina sin refinar se obtiene mediante la evaporación de agua de mar. Tiene un tono más grisáceo y son muchos los que prodigan sus múltiples beneficios. Sin embargo, también hay investigaciones, como la publicada en la revista Which? de la que BBC Mundo se hace eco, que aseguran que los componentes de la sal de mesa y de otras marcas de sal de roca o sal marina son prácticamente los mismos: fundamentalmente cloruro sódico.
Es cierto que la sal marina sin refinar contiene, además de cloro, sodio, yodo y flúor, otros minerales esenciales para el organismo en proporciones adecuadas, pero lo cierto es que el principal componente sigue siendo el cloruro sódico. Por lo tanto, sigue siendo peligroso su consumo excesivo y completamente innecesario, ya que podemos extraer los minerales esenciales en las proporciones adecuadas de los alimentos que ingerimos a diario, siempre y cuando sigamos una dieta equilibrada. Una buena manera de obtener todos sus elementos saludables de manera moderada es bebiendo todos los días un tapón de agua de mar.
Durante los últimos años la sal del Himalaya se ha puesto muy de moda, quizá por su bonito tono rosado, pero sobre todo por la enorme publicidad que se le ha dado, atribuyéndole propiedades seguramente algo exageradas. Para empezar, esta sal no procede del Himalaya, sino principalmente de Pakistan y de América Latina. Saltó a la fama durante los años 90 asegurando contener los 84 elementos esenciales para el organismo y su uso se ha extendido no sólo al ámbito culinario, sino también a la cosmética o incluso a la fabricación de lámparas de sal del Himalaya.
Seguramente, comparada con la sal común elaborada industrialmente, contiene muchos más nutrientes y oligoelementos saludables, pero también es bastante probable que no sean equiparables a su elevado precio.
La Flor de Sal se forma en la superficie de las salinas marinas y sus propiedades gastronómicas la han convertido en la sal por excelencia de los gourmets. Se recolecta con métodos tradicionales y de forma artesanal en el mediterráneo y el atlántico. Comparada con otras, es baja en cloruro sódico (solo 92.9%) y en sodio (15%). Se supone que es hipotónica y que no produce retención de líquidos. Tiene un sabor menos salado que otras sales, no se apelmaza y se disuelve fácilmente en el paladar.
Por supuesto existen otras muchas clases de sales con distintas procedencias. Algunas son famosas por sus propiedades gastronómicas más que por sus beneficios en la salud y casi todas ellas llevan a cuestas un marketing elaborado que las señala como las más puras y naturales. Pero lo cierto es que, teniendo en cuenta todos los datos recabados, las conclusiones a las que podemos llegar son:
- Que todas las sales tienen como componente esencial el cloruro sódico y por tanto deben consumirse con moderación.
- Que la ingesta de sal es completamente innecesaria, ya que el sodio y demás elementos que aporta podemos obtenerlos de muchos alimentos.
- Que la sal es un condimento utilizado principalmente por su sabor y no por sus beneficios en la salud.
- Que las sales obtenidas de la naturaleza mediante procesos artesanales, como las sales marinas o las de roca, contienen mayor número de elementos nutritivos.
- Que muchas veces las propiedades aclamadas por la publicidad no hacen justicia al elevado precio de algunas sales y que lo ideal es elegir una sal natural, que es la única que puede justificar un precio mayor.
Según la Organización Mundial de la Salud, la cantidad de sal recomendada al día está entre un mínimo de 500 mg y un máximo de 2000 mg (ten en cuenta que una cucharadita de sal equivale a 2000 mg). Cuando este margen se respeta, la sal:
- Mantiene el equilibrio hídrico.
- Es necesaria en la digestión, metabolismo y absorción de nutrientes.
- Colabora en la transmisión de impulsos nerviosos.
- Regula el nivel de PH del organismo.
- Ayuda a mantener los músculos en buen estado, entre ellos el corazón.
- Regula la presión sanguínea y favorece, sobre todo, a las personas hipotensas.
Cuando superamos esas dosis recomendadas, sobre todo por no tener en cuenta que la mayoría de los productos que consumimos (sobre todo si son procesados) ya contienen sal, nuestro organismo se puede ver negativamente afectado por: Hipertensión, Osteoporosis, Deshidratación, Problemas renales y retención de líquidos, Enfermedades cardiovasculares.
¿La sal es buena? Sí, en las cantidades apropiadas.
¿Es imprescindible? No, pues podemos encontrar sus componentes en otros muchos alimentos. Utilizamos la sal, sobre todo, porque modifica el sabor de los alimentos y lo intensifica. Por lo tanto, lo mejor es consumirla con mucha moderación, utilizar a ser posible sales naturales recolectadas artesanalmente y no enloquecer eligiendo sales exóticas, sobre todo si nuestra economía no anda muy saludable, pues todas poseen componentes muy similares.
Al igual que la sal, el azúcar es otro alimento muy presente en los alimentos procesados en proporciones muy poco saludables y en formas realmente perjudiciales. Es lo que se ha denominado un “dulce veneno”. Siguiendo nuestra línea, le damos un buen repaso a los mejores edulcorantes naturales como alternativa al terrible aspartamo y los productos ligh.
Fuente: Vidanaturalia.com