Déficit del Material Rodante en el Subte Porteño.
Las seis líneas de subte tienen déficit de material rodante y en algunas jornadas llegan a circular con la mitad de los coches necesarios.
Las líneas C y D son las más comprometidas: tienen un faltante de formaciones que llega al 40% en hora pico.
El malestar y las quejas por el servicio de subtes se multiplica. La Línea D reabrió en marzo tras dos meses cerrada y, a pesar de la publicidad del Gobierno de la Ciudad, la frecuencia es muy inferior a la deseada.
Salvo la Línea H, todas las demás tienen déficit. En el ambiente de los subtes se llama «máxima» al momento en que circula la mayor cantidad de trenes en simultáneo. Ese momento, lógicamente, se produce en las horas pico, entre las 9 y las 10 de la mañana y entre las 17 y 19 horas.
La cantidad de trenes necesarios para cubrir la demanda en horas pico con una frecuencia aceptable depende de la extensión de cada línea, de la cantidad de estaciones y de la cantidad de pasajeros.
Además, todas las líneas deberían tener 3 formaciones de «reserva»: una para cubrir las revisiones generales, otra para las periódicas y otra por si ocurre una avería. La realidad es muy diferente: de las 6 líneas que circulan por la Ciudad, solo una cuenta con la cantidad de formaciones necesarias.
La Línea A tiene 10,8 kilómetros de extensión y 18 estaciones. Circulan trenes CNR fabricados en China. Debería tener 18 formaciones durante la máxima, pero solo cuenta con entre 13 y 15 trenes.
La Línea B transporta casi 145 mil pasajeros por día y es la más utilizada de todo el sistema. Sus trenes recorren 11,8 kilómetros y cubren 17 estaciones. La flota está compuesta por trenes Mitsubishi comprados hace casi 30 años a Japón. Se trata de coches que llegaron con décadas de uso.
Durante la segunda gestión de Mauricio Macri en la Ciudad, el gobierno adquirió 6 formaciones del CAF 5000 en España, pero los trenes estaban tan deteriorados que nunca llegaron a circular. Más tarde el estado adquirió otras seis formaciones del CAF 6000, de las cuales circulan cuatro. Se suman a los once Mitsubishi que hoy funcionan, un total de 15 formaciones para una máxima en hora pico que requiere 16 formaciones.
«Lo ideal sería contar con 24 formaciones, pero la realidad está muy lejos», explicó una fuente del sector. Recordó que en 1996 la B llegó a tener 29 formaciones de Mitsubishi en condiciones de funcionar, y que en esa época la B tenía 4 estaciones menos.
La C es otra línea catastrófica en términos de necesidad: la máxima debería ser de 15 formaciones, pero solamente tiene 9 formaciones en condiciones de circular. Eso hace que no pueda disponer de ninguna otra para casos de emergencia. «Es un círculo vicioso. Si no tenés trenes para hacer mantenimiento, la flota se te empieza a ‘gastar’ más rápido. Fatigás a los trenes que tenés operativos y tenés averías cada vez más seguido», explicó un especialista.
La Línea D recorre 10,6 kilómetros y cubre 16 estaciones con trenes Alstom 100 y Alstom 300. El viernes pasado circularon 13 formaciones, pero la máxima de la línea debería darse con 22. Ese déficit sumado al cambio de señales, ocasiona esperas mucho más largas de las deseables y la furia de los pasajeros.
La Línea E, el patito feo del sistema de subterráneos cuenta con 11,9 km de extensión y 16 estaciones, que son cubiertos por trenes Alstom y Fiat descartados de la línea D. Debería haber 14 en funcionamiento durante la máxima, pero solo hay entre 9 y 10 formaciones para circular.
La situación se volvió tan caótica que, para combatir el malhumor de los pasajeros, la empresa concesionaria comenzó a pasar audios en las estaciones culpando a medidas sindicales por las demoras. Eso le valió a Emova una denuncia en la Secretaría de Trabajo.
«Por más publicidad que hagan, si no compras material rodante, el servicio se cae», dijo este especialista en transporte respecto de la última campaña del Gobierno porteño.