Desaparición de Felipe Vallese.
El 23 de agosto de 1962, Felipe Vallese fue secuestrado por un grupo de tareas.
Felipe era obrero metalúrgico, delegado de la empresa Transfilación y Esmaltación de Alambres (TEA) y militante de la Resistencia.
Luego de su captura, fue torturado y recluido en la comisaría primera de San Martín, presuntamente asesinado en una sesión de tortura.
Su cuerpo nunca fue hallado ni se dio ninguna información sobre él. Fue uno de los primeros detenidos – desaparecidos. Tenía 22 años.
Diez meses después, en junio de 1963, La Fraternidad publicó una solicitada reclamando por la desaparición de Vallese. El gran título es premonitorio para la década siguiente:
«¿Puede desaparecer una persona?».
El final del texto, luego de reclamar enfáticamente su aparición, dice:
«MEDITE – QUIEN LEA ESTE ALEGATO, MAÑANA PUEDE TOCARLE DESAPARECER».
El principal sospechoso de la muerte de Vallese fue el oficial subinspector Juan Fiorillo, jefe de la Brigada de Servicios Externos de la Unidad Regional San Martín, quien tenía 31 años. Dirigió el secuestro y las sesiones de tortura.
En 1974, Fiorillo integró la Triple A, después del golpe cívico militar, fue teniente del General Camps.
Mientras la familia y los amigos buscaban a Felipe, el Ministerio del Interior informó que no estuvo nunca detenido en San Martín.
El Subsecretario del Interior era un abogado joven de 30 años, que mucho tiempo después publicaría varios libros: se llamaba Mariano Grondona.
Ítalo Vallese (hermano) hace la siguiente narración: «El 23 de agosto de 1962, siendo aproximadamente las 23:00 hs. Felipe sale de su casa. En Morelos y Canalejas (hoy Felipe Vallese) se despide de su hermano mayor, Ítalo. Se dirige por Canalejas hacia la calle Caracas. Al llegar a la altura de Canalejas al 1776, es interceptado por varios hombres. Se aferra a un árbol, tratando de aferrarse a la vida, como presintiendo que esa vez puede ser la última, como ya se lo habían advertido en otras oportunidades, y pide ayuda. Para que se suelte, lo golpean. Logran reducirlo y lo introducen en una estanciera».
En su domicilio, minutos después, cayeron en la redada la esposa de Felipe, Elvia de la Peña, un matrimonio que también vivía allí, Agustín Adaro y Mercedes Cerviño y el hermano del obrero secuestrado, Italo Vallese. También estaban en la casa, Felipe Vallese (h) de 3 años de edad y dos niñas de 8 y 10 años, hijas de una de las detenidas.
Todos fueron secuestrados y terminaron en poder de la policía de San Martín, donde fueron torturados cumpliendo directivas de la superioridad para la prevención y represión de actividades subversivas y disolventes, al mando de Juan Fiorillo.
Según parece, el motivo que tuvo la policía para esta intervención, fue intentar averiguar el paradero de (Alberto) ‘Pocho’ Rearte, a quien se consideraba implicado en el asesinato de dos policías.
La policía de San Martín anunció la detención y la dio como efectuada el 3 de setiembre, bajo los cargos de que Vallese poseía panfletos y libros de propaganda peronista, armas de fuego y una chaqueta del ejército.
La tormenta desatada por la desaparición de estas personas cobró fuerza y dos jueces tomaron esos procesos, descubrieron la farsa y declararon falsas las acusaciones liberando a los detenidos (salvo a Felipe Valiese) .
El caso de Felipe Vallese es paradigmático por los elementos que lo componen: las consignas políticas que como militante reivindicaba, su condición de víctima de desaparición forzada e involuntaria, la impunidad de la Bonaerense, la aterradora precisión de quienes reclamaban por una desaparición y la infinita lucha por mantener la memoria del desaparecido.