Día Internacional de Acción Contra la Migraña.
El 12 de septiembre, se conmemora el Día Internacional de Acción Contra la Migraña, un trastorno crónico que constituye la tercera enfermedad más prevalente en el mundo y primera causa de discapacidad en adultos menores de 50 años.
Los síntomas de la migraña (cefalea, malestar, náuseas, vómitos, intolerancia a la luz, olores o sonidos, entre otros) producen una importante limitación en la actividad diaria de quien la sufre, obligando a reducirla en más del 50% de las ocasiones y precisando de reposo en cama hasta en el 20-30% de los casos.
Por lo tanto, se trata de una enfermedad cuyas crisis de dolor de cabeza provocan un gran impacto en el paciente, tanto en aspectos físicos, emocionales y sociales, como con la familia, trabajo y relaciones sociales e incluso podrían determinar limitaciones en la educación o en el desarrollo profesional por su inicio precoz, en muchos casos en la infancia o la adolescencia.
En la Argentina la migraña es una enfermedad crónica con manifestaciones episódicas, con una prevalencia estimada del 12% en la población general.
Hay descripciones históricas de miles de años atrás, y la interpretación de su naturaleza en el desarrollo de la Medicina ha ido evolucionando hasta mecanismos neurógenos que predisponen a eventos paroxísticos en un cerebro excitable.
Si bien los criterios diagnósticos la caracterizan, las variables de presentación pueden ser muchas. La terapéutica involucra el manejo de la crisis, tratamientos preventivos y complementarios.
El dolor de la extremidad cefálica, denominado cefalea, es un problema que aqueja históricamente al ser humano y hay descripciones de este dolor desde hace 3.000 años antes de Cristo.
La migraña fue descripta por Hipócrates, quien la detalló como una enfermedad grave, junto con la fiebre, las náuseas, los vómitos, la epistaxis, las convulsiones y otros padecimientos. Creía que el dolor se producía por la acumulación de vapores en la cabeza, procedentes del estómago, y que el vómito podría aliviar parcialmente el dolor de la cefalea.
En el siglo XVII el eminente médico inglés Thomas Willis propone la inflamación vascular como una teoría para explicar el mecanismo de la migraña. Menciona por primera vez la posibilidad de vasoconstricción seguida por vasodilatación de las arterias intracraneales.
En el año 1925 Maier, en Suiza, fue el primero que utilizó el tartrato de ergotamina en el tratamiento de la migraña aguda, y Rothlin fue quien trató exitosamente 2 pacientes con la administración subcutánea en 1926.
También en 1926 Maier utilizó preventivamente la ergotamina como preventivo de migrañas. El uso terapéutico del ergot fue documentado en 1582 cuando A. Lonicer lo usó como auxiliar para estimular el útero en un parto prolongado.
La ergotamina se obtiene del hongo Claviceps purpúrea, que crece en granos, especialmente de centeno, donde forma un denso tejido que se endurece a modo de espolón. La palabra ergot deriva del francés antiguo y podría traducirse como «espolón de gallo»
A principios de la década de los 40 el destacado médico Harold Wolf retoma las observaciones de Willis, y mostró evidencia real de la vasodilatación en el ataque de migraña y la disminución de la pulsación arterial tras la utilización de ergotamina. Publicó su obra y contribuyó a la primera clasificación sobre el dolor de cabeza en 1956. Describió además qué estructuras realmente eran las sensibles al dolor.
En el año 1987 el Dr. Moskowitz desarrolló un modelo animal que permite estudiar lo que se conoce como «inflamación neurógena». Este modelo muestra de forma experimental cómo la activación del sistema trigémino vascular contribuye a los dolores de cabeza primarios, en particular las migrañas.
Si bien los episodios migrañosos están definidos con criterios clínicos de forma general en la clasificación, la presentación clínica puede tomar innumerables formas subjetivas que puede relatar el paciente. El factor común es el dolor, pero la variedad de manifestaciones son tantas como áreas del cerebro pueden involucrarse. Esto incluye manifestaciones sensitivas, sensoriales, cognitivas, afectivas, diferentes manifestaciones autonómicas, motoras en cualquiera de sus localizaciones, compromiso del lenguaje, poniendo en evidencia diferentes áreas comprometidas en el fenómeno migrañoso.
Los consensos para el tratamiento promueven fármacos con evidencia de eficacia en el manejo de la crisis, pero otras situaciones se plantean en la medicina de la cefalea, con otras alternativas donde podemos incluir comorbilidad, factores exacerbadores, características de cada ataque particular, recurrencia, duración de la crisis e intensidad, solo por mencionar algunas consideraciones importantes.
Algunos principios generales en el manejo del rescate en una crisis migrañosa son: tratar precozmente, emplear medicación eficaz, usar la vía de administración adecuada, seleccionar el fármaco en función de la severidad del dolor, considerar la combinación de medicamentos, limitar el uso del manejo agudo a 2 por semana, restaurar la función, reducir al mínimo la posibilidad de efectos adversos, educación sobre el problema, reducir costes, usar medicación específica sola o combinada para crisis moderaras a severas, prevenir sobre el abuso de antimigrañosos o reducir al mínimo la medicación de rescate.
Alimentos que en algunos grupos de personas puede hacer crecer el dolor de cabeza:
- Queso curado: es uno de los primeros alimentos que el médico nos prohíbe cuando tenemos migrañas, especialmente si hablamos de queso curado. También se puede encontrar tiramina en algunos semicurados. Si nos gusta mucho el queso y no queremos prescindir de él en nuestra dieta, podemos probar con queso fresco o incluso en crema.
- Sardinas: otro tipo de alimento muy rico en tiramina es la sardina. En general, cualquier pescado que haya pasado por un proceso de encurtido o escabechado debe ser evitado. Los fermentados elevan los niveles de tiramina.
- Embutidos: los embutidos suelen contener glutamato monosódico, además de nitritos y, según el procesado que hayan sufrido estas carnes, también pueden ser ricos en tiraminas. Es decir, tienen el tándem perfecto para potenciar los indeseados dolores de cabeza.
- Sopas comerciales: también ricas en glutamato monosódico son las sopas de sobre, caldos envasados y similares. El glutamato monosódico se utiliza para darle más sabor, a cambio de predisponernos más a las migrañas.
- Chocolate: el chocolate también debería quedar fuera de la dieta si padecemos migrañas. El problema de este alimento no es solo la tiramina, sino que también hay presencia de feniletilamina y teobromina. Ambas se relacionan con el dolor de cabeza y con la estimulación del sistema nervioso.
- Café: relacionado con esto último que acabamos de mencionar, la estimulación del sistema nervioso, aparece también la cafeína. Una sustancia que conocemos muy bien y que tenemos muy incorporada en nuestro día a día pero que no siempre es nuestra aliada.
- Alcohol: si hablamos de tipos de bebidas, el alcohol lo deberíamos eliminar completamente de nuestros hábitos de vida si queremos evitar los dolores de cabeza provocados por las migrañas. El alcohol es una de las sustancias más relacionadas clínicamente con esta patología.
Existen alimentos que nos pueden ayudar a aliviarlas:
- Frutos secos: los frutos secos tales como avellanas o almendras suelen ser los más recomendables para tratar de aliviar las migrañas de manera natural. Esto es debido a su riqueza en ácidos grasos saludables, que pueden ayudar a reducir el dolor de cabeza.
- Legumbres: otro de los grupos de alimentos con más poder para ayudarnos en esta tarea son las legumbres. Son ricas en fibra y proteína, además de bajas en grasas.
- Lechuga: en general todos los vegetales de hoja verde son buenos para prevenirlas. Sin embargo, intenta conocer su procedencia para optar por aquellas variedades que tengan un contenido de nitratos más bajo.