Día Internacional de la Lengua Materna.
Cada 21 de febrero se celebra el Día Internacional de la Lengua Materna, con la idea de conmemorar y reivindicar el idioma nativo: el primero que se adquiere luego del nacimiento y a través del cual –según los expertos– se llevan a cabo los primeros vínculos afectivos, la relación con el entorno, el desarrollo cognitivo, psicológico y emocional en esos primeros años de vida.
Ese proceso se diferencia enormemente de las lenguas extranjeras que se pretendan estudiar después. Y es que, como se dice, las lenguas que no son maternas se pueden aprender, pero no adquirir. Hay una fina diferencia en el desarrollo de incorporación entre ambas.
La elección de la fecha fue en conmemoración del 21 de febrero de 1952, cuando un grupo de estudiantes en Bangladesh fueron reprimidos por la policía mientras reclamaban que su lengua materna, el bangla, fuera reconocida como lengua oficial. Tres jóvenes manifestantes fueron asesinados.
Tanto la UNESCO como las Naciones Unidas fueron las encargadas de proclamar y acordar esta fecha para apoyar, sobre todo, el reconocimiento y práctica de las lenguas maternas, y evitar su extinción.
Según distintas estadísticas, una lengua comienza un proceso de desaparición cuando la hablan menos de mil personas. Hoy, un tercio de los idiomas del mundo están en peligro de extinción.
Visibilizar la importancia de conservarlas no es una forma de excluir la pluralidad lingüística, sino que, por el contrario, se intenta posicionar ese primer idioma de un modo armonioso con las distintas lenguas. Y es que la diversidad de idiomas no solo fomenta la ampliación de perspectivas y cosmovisiones, sino que abre también distintas posibilidades de entender e interpretar aquello se presenta como realidad.
A nivel mundial, el español o castellano es el segundo idioma que más se habla, solo superado por el chino mandarín y seguido por el inglés. Son más de 500 millones quienes lo hablan y el 90 % de ellos se encuentra en América.
En la Argentina, además, hay más de veinte pueblos originarios que hablan al menos 15 lenguas: toba, pilagá, mocoví, wichi, nivaclé, chorote, tapiete, ava-guaraní, mbya, guaraní, quechua, tehuelche, mapuche, vilela –considerada extinta en los 60– y chaná –que había permanecido oculta durante casi 200 años, según las últimas investigaciones–.
Evitar la pérdida de un idioma es conservar no solo una forma de ver las cosas, sino también la memoria, la historia, la imaginación, las diversas oportunidades de ser y hacer. Porque como expresó alguna una vez el escritor argentino, Julio Cortázar, la relación con las palabras no se diferencia de la relación con el mundo.