Día Mundial Contra la Hepatitis.
En 2010, la 63º Asamblea Mundial de la Salud designó al 28 de julio como Día Mundial contra la Hepatitis, con el objetivo de educar e informar sobre las hepatitis virales y lograr que se comprenda mejor que estas enfermedades representan un grave problema de salud pública mundial.
Promueve la sensibilización de gobiernos y poblaciones para que adopten medias se prevención, control, diagnóstico y tratamiento, e impulsen a nivel mundial, iniciativas y estrategias a realizar por el sector salud.
La hepatitis es la inflamación del hígado causada por diversos factores, principalmente por virus, aunque puede existir hepatitis bacterianas y hepatitis tóxicas por consumo de alcohol, venenos, fármacos.
La hepatitis viral es una enfermedad transmisible, aguda y crónica; ha alcanzado especial magnitud en todo el mundo y es considerada un problema para la salud pública, comparable a otras enfermedades transmisibles importantes, como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), la tuberculosis y el paludismo.
A pesar de la enorme carga que supone para las comunidades de todas las regiones del mundo, hasta hace poco la hepatitis prácticamente se había pasado por alto como prioridad sanitaria y para el desarrollo.
Sin embargo, con la aprobación de la resolución sobre la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, las hepatitis víricas dejarán de ser una enfermedad oculta. La meta 3 del objetivo 3 de dicha agenda es especialmente pertinente: hace un llamamiento a adoptar medidas específicas para combatir las hepatitis vírica.
Conforme a su agresividad, los virus de la hepatitis y han sido designados con letras que van de la A a la E:
- Los tipos B y C conducen a la enfermedad crónica en cientos de millones de personas y, en conjunto, son la causa más común de cirrosis hepática y cáncer.
- Las hepatitis A y E suelen ser causadas por la ingestión de alimentos o agua contaminada.
- Las hepatitis B, C y D suelen producirse como resultado del contacto parental con fluidos corporales infectados. Los modos de transmisión de estos virus incluyen la recepción de productos contaminados con sangre o sus hemoderivados, o procedimientos médicos invasivos con equipos contaminados. Además, la transmisión de la hepatitis B ocurre de la madre al recién nacido durante el parto, de un miembro de la familia al infante, y también por contacto sexual.
Las hepatitis víricas B y C afectan a 325 millones de personas en el mundo, y causan 1,4 millones de muertes al año. Son la segunda enfermedad infecciosa más mortífera después de la tuberculosis, y hay nueve veces más personas infectadas por estos virus (VHB y VHC) que por el VIH.
Por otro lado, es importante recordar que en la actualidad el mundo entero atraviesa por una terrible crisis sanitaria debido al virus del COVID-19.
Los mensajes que se propusieron se relacionan con las estimaciones de morbilidad y mortalidad por estas enfermedades a escala mundial y regional por lo que las temáticas son prioritarias para la eliminación de las hepatitis como amenaza de salud publica, a escala mundial y regional y propone los siguientes tipos de mensajes:
- No podemos esperar más para establecer objetivos nacionales sobre la eliminación de la hepatitis. Para eliminar las hepatitis víricas del mundo en 2030 hay que empezar trabajando en todos los países.
- No podemos esperar más para atender a las personas más vulnerables con hepatitis. Por ejemplo, los recién nacidos o los consumidores de drogas inyectables están más expuestos y corren más riesgos. Debemos salvarles la vida.
- No podemos esperar más para establecer servicios esenciales contra la hepatitis.
- No podemos esperar más para movilizar a las comunidades contra la hepatitis.
- No podemos esperar más para convencer a los responsables políticos de que se comprometan y actúen ahora para financiar las actividades de eliminación de la hepatitis.
De este modo en esta conmemoración es importante generar conciencia sobre las hepatitis, que inflaman el hígado y causan consecuencias como la cirrosis y el cáncer de hígado.
Para lograrlo, los sistemas de salud deben garantizar el acceso a pruebas y el tratamiento para todas las personas con hepatitis virales, así como medidas preventivas como la vacunación.