Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), estableció el día 28 de abril como el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, con el objetivo de fomentar la prevención de los accidentes y las enfermedades en el lugar de trabajo.
La campaña para este 2022 se centra en la participación y diálogo social para conseguir una cultura de seguridad y salud positiva.
El lema es: «Actuar juntos para construir una cultura de seguridad y salud positiva».
La globalización junto a los grandes cambios tecnológicos ha venido generando profundas transformaciones en la economía mundial.
Los fenómenos de globalización encierran una paradoja; la salud de los trabajadores es un requisito de desarrollo, pero el desarrollo deteriora su salud.
El efecto de la globalización sobre la economía no es homogéneo. Afecta particularmente a las empresas pequeñas, de reciente formación y escaso desarrollo tecnológico.
En el campo de la salud ocupacional, la globalización golpea a los trabajadores más pobres y a aquellos quienes tienen mayores dificultades para adaptarse a las nuevas tecnologías. Así mismo, dado que la flexibilización generaliza la práctica del “trabajo independiente”, los trabajadores bajo esta modalidad son vulnerados, puesto que no tienen derecho a seguro por riesgos profesionales.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), reveló que 7.600 personas mueren por día en el mundo como consecuencia de accidentes de trabajo o enfermedades profesionales. Por esto, la seguridad y salud en el trabajo, es decir, la prevención de los accidentes y enfermedades profesionales, no podrá mantenerse ajena a los cambios que la globalización que la economía está originando en la sociedad. El gran desafío, en este campo, será el de convertir las dificultades que conlleva la adaptación a la nueva situación, en oportunidades para el desarrollo futuro de la seguridad y salud en el trabajo.
La pandemia del COVID 19, es una oportunidad para crear nuevas capacidades colectivas para hacer frente a futuras crisis y mitigar sus efectos sobre la salud y la seguridad en el trabajo. El plan de recuperación debe permitir reforzar el papel de los interlocutores sociales. El diálogo social es un instrumento esencial para anticiparse a los cambios en el mundo laboral derivados de las transiciones ambiental, digital y demográfica y gestionar dichos cambios. Es una herramienta muy valiosa para las empresas y para la sociedad en su conjunto, indispensable para la generación de políticas en la materia a través de la negociación, participación e intercambio permanente de todos los interlocutores involucrados; empresarios, profesionales y técnicos, gobiernos, los trabajadores y sus representantes.
En un mundo en vías de globalización en el que los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales suponen un costo de aproximadamente 1,25 billones de dólares al año, tenemos que globalizar también las prácticas adecuadas en materia de seguridad y salud en el trabajo.
Es necesario que este proceso sea conducido por organizaciones de trabajadores fuertes. Los gobiernos, a su vez, deben proporcionar el marco adecuado. Debemos encontrar también mejores formas de utilizar las tecnologías de la información y las comunicaciones que impulsan la globalización para crear mayor conciencia sobre las cuestiones relativas a la seguridad y la salud y promover una cultura de la seguridad.