Día Mundial de los Defectos Congénitos
Existen casos que no son defectos de gran envergadura y se pueden detectar una vez nacido el niño, sobre todo los de tipo funcionales, que no producen una malformación congénita, pero sí la disfunción de algún órgano o sistema.
Estos niños son diagnosticados muchas veces por el seguimiento pediátrico debido a que no crecen bien, tienen dificultad para el aprendizaje, o sufren alguna patología según el órgano afectado.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año, cerca de 8 millones de niños nacen con un defecto congénito en el mundo. Las anomalías congénitas causan el 10% de todas las muertes de recién nacidos y muchos de los bebés que sobreviven corren el riesgo de cargar con una discapacidad de por vida si no tienen acceso oportuno a una atención de alta calidad.
Sin embargo, la carga de muerte y discapacidad es diferente según el lugar de nacimiento y desproporcionadamente alta en países de ingresos bajos y medios.
En América Latina y el Caribe, los defectos congénitos representan la segunda causa de muerte neonatal e infantil después de la prematuridad.
En este contexto, dar visibilidad y promover el abordaje adecuado, es fundamental para avanzar en una atención que permita prevenir y también mejorar la calidad de vida de las personas que nacen con alguna anomalía congénita, así como la de sus familias y comunidades.
En 2025, se estableció el 3 de marzo como el Día mundial de los Defectos Congénitos para sensibilizar sobre la importancia de desarrollar e implementar programas de prevención, así como mejorar la calidad de los servicios de salud y la atención que reciben tanto las personas con defectos congénitos como sus familias.
En el servicio de Maternidad se controla a las embarazadas y por lo que se puede ver en las imágenes se puede realizar un diagnóstico etiológico, es decir saber la causa del problema para poder asesorar a la mamá y a la familia y, sobre todo, tratar al bebé desde el momento en el que nace.
El el diagnóstico es importante no sólo para el niño, sino para la familia, porque las personas sanas pueden ser portadoras de información genética que tenga errores y cuya manifestación en la descendencia va a depender de cómo se combina esa información con errores con la proveniente del otro progenitor.
En este sentido, es fundamental que la mujer sea prudente y consciente de que si tiene posibilidades de quedar embarazada, la prevención de los defectos congénitos empieza desde antes del embarazo, la salud de la mamá debe ser óptima desde antes de buscar un bebé. Hay muchos defectos, sobre todo los más frecuentes, y muchas veces más graves, que se pueden prevenir simplemente con un estilo de vida saludable, incorporación de vitaminas como el ácido fólico que promueve la multiplicación de las células del embrión y evitan defectos muy importantes como la anencefalia y la espina bífida.
Otro factor que es muy frecuente, son las medicaciones que se usan para realizar abortos farmacológicos, los cuales son potentes vasoconstrictores; estos cierran la irrigación de los vasos placentarios, haciendo que muchas estructuras en el embrión se infarten y, en muchos casos, en vez de producirse el aborto del bebé, nace un niño con daños neurológicos severos comprometiendo sectores importantes del cerebro.
Entre el 4 y 5% de los nacidos vivos, luego de la detección intraútero, tiene una problemática congénita constatable al nacimiento, a esto se le suma la gran cantidad de abortos espontáneos que se producen por animalías congénitas que generalmente se dan de forma natural. Al mismo tiempo, también se detectan dificultades en niños que están en crecimiento y no cumplen con las pautas correspondientes a su edad, estos son a lo largo de la infancia, personas que se enferman con más frecuencia y más facilidad, que requieren de intervenciones quirúrgicas y rehabilitación por lo que deben tener mayores cuidados.