Día Mundial de Protección de la Naturaleza.
Desde el año 1972, el 18 de octubre se celebra el Día Mundial de Protección de la Naturaleza, que tiene como objetivo concientizar sobre el daño que el ser humano le produce al ambiente y llevar adelante iniciativas tendientes a erradicar actos que lo perjudiquen.
Esta jornada internacional tiene su origen en una carta abierta elaborada por Juan Domingo Perón.
En 1972 escribió: “ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobreestimación de la tecnología. Es necesario revertir de inmediato la dirección de esa marcha, a través de una acción mancomunada internacional».
El Secretario General de las Naciones Unidos, el austríaco Kurt Waldheim, impresionado por aquel texto dispuso que a partir de entonces, el 18 de octubre sea declarado como Día Mundial de Protección de la Naturaleza.
Sin embargo, desde entonces no hemos cesado de explotar y destruir los ecosistemas de nuestro planeta. Cada tres segundos, el mundo pierde una superficie de bosque equivalente a un campo de fútbol y ya hemos perdido el 50% de los arrecifes de coral. Si el calentamiento global no cesa, para el año 2050 habrán desaparecido alrededor del 90% de ellos. Durante los últimos tres años no cesaron de aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero. Bajo esta dinámica, el planeta está a un paso de un cambio climático potencialmente catastrófico. La pandemia por COVID-19 también demostró que la pérdida de los ecosistemas puede ser un hecho de extrema gravedad, pues estamos creando las condiciones ideales para que los patógenos -como es el caso de los coronavirus- se propaguen entre los seres humanos.
En la actualidad las Naciones Unidas promueven el Decenio sobre la Restauración de Ecosistemas (2021/2030). Restaurar los ecosistemas significa prevenir, detener y revertir el daño que estamos causando a la Naturaleza; dejar de explotarla y comenzar a curarla. Se trata de una misión global para revivir miles de millones de hectáreas, desde bosques hasta tierras de cultivo, desde la cima de las montañas hasta las profundidades del mar. Solo con ecosistemas saludables podemos mejorar los medios de vida de las personas, contrarrestar el cambio climático y detener el colapso de la biodiversidad.
Nuestra Ciudad de Buenos Aires tiene cada día menos naturaleza, cada día menos espacios verdes públicos y menos árboles; en consecuencia, una biodiversidad que se empobrece y se degrada. Es necesario que el Gobierno porteño se sume a la iniciativa de las Naciones Unidas para llevar adelante una política pública estratégica para restaurar los ecosistemas urbanos de la Ciudad.
Fuente: Defensoría del Pueblo de la CABA.