Día Mundial del Agua.
Recordarnos el objetivo anual del Día Mundial del Agua, el cual se celebra a nivel internacional cada 22 de marzo, desde el año 1993.
En nuestro planeta, 2.000 millones de personas -el 26% de la población- no disponen de agua potable y 3.600 millones -el 46%- carecen de acceso a un saneamiento gestionado de forma segura, según informes de la UNESCO de 2023. Asimismo, se espera que esta escasez empeore en los próximos años, a medida que se agrave el cambio climático.
Y es que, aunque el 70% de la superficie de la Tierra está cubierta de agua, se calcula que únicamente el 0,5% es utilizable y disponible.
Este recurso, aunque vital, no está asegurado; necesita ser conservado y protegido bajo la idea de que no es un recurso por el que competir, sino un derecho humano.
El nacimiento del Día Mundial del Agua se remonta a 1992, cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomendó su creación durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Río de Janeiro, también conocida como Cumbre de la Tierra, en Brasil.
Líderes gubernamentales, organizaciones no gubernamentales y actores de la sociedad civil participaron en esta reunión internacional, que tenía como objetivo abordar el desafío de lograr un desarrollo económico sostenible que considere la conservación medioambiental. En esta misma conferencia, además de la propuesta del Día Mundial del Agua, nació también la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y la Declaración de Río.
Posteriormente, en el año 1993, la ONU declaró oficialmente la celebración del Día Mundial del Agua, a través de una resolución pública; y fue este, en consecuencia, el primer año en el que se celebró. En adelante, se ha utilizado esta efeméride como una herramienta de concienciación que sirve, además, para realizar balance de cuál es la situación actual de los recursos hídricos.
Desde el año 2003, esta fecha es utilizada por la ONU para lanzar el Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el mundo, en el que se realiza una evaluación de la situación de este recurso.
Su principal objetivo es el de proporcionar a los gobiernos información y herramientas que impulsen una toma de decisiones justas, y aunque inicialmente, este documento era publicado cada tres años, a partir del 2014, con la situación hídrica empeorada, el informe empezó a ser anual.
El informe, además, destaca la transversatilidad de la problemática y de sus impactos, y escoge cada año una temática diferente sobre la cual situar el foco. Así, en el año 2021, la ONU empleó el lema «Valoremos el agua» para poner sobre la mesa la necesidad de reconocer, medir y expresar el valor del agua para incorporarlo en la toma de decisiones.
En el año 2022, el lema fue «Aguas subterráneas: hacer visible lo invisible», en 2023, la proclama elegida fue “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”, y este año, se ha escogido «Agua para la paz».
El agua tiene las dos caras de la moneda: es un recurso con potencial para generar la paz, pero también conflicto. «Cuando el agua escasea o está contaminada, o cuando las personas tienen un acceso desigual o nulo, pueden aumentar las tensiones entre comunidades y países», explica Naciones Unidas.
La ONU especifica también que la vulnerabilidad es mayor para aquellas personas que dependen de agua que atraviesa fronteras internacionales, y que en la actualidad, son más de 3.000 millones.
Asimismo, este organismo argumenta que a medida que aumenten los impactos del cambio climático y crezca la población, la necesidad de proteger y conservar este recurso se volverá más apremiante, debido a que su capacidad para generar tensiones se verá incrementada, tanto entre países como dentro de ellos.
«Cuando cooperamos en materia de agua, creamos un efecto en cascada positivo, promoviendo la armonía, generando prosperidad y fomentando la resiliencia frente a los desafíos comunes», concluye la ONU.
Este Día Mundial del Agua viene acompañado por tres mensajes clave, que se construyen en torno a la mencionada relación entre el agua y la paz. Esto es lo que la UNESCO te pide que sepas:
- El agua puede crear paz o desencadenar conflictos. Si el agua potable escasea o si la gente tiene dificultades para acceder a ella, las tensiones entre comunidades pueden aumentar. En este aspecto, cooperar podría equilibrar necesidades y estabilizar el planeta.
- La prosperidad y la paz dependen del agua. A medida que los países implementen en sus políticas la gestión del cambio climático, de las migraciones masivas y de la inestabilidad política, deberán poner en el centro de los planes la cooperación hídrica.
- El agua puede sacarnos de una crisis. La unión en torno al aprovechamiento justo y sostenible del agua (desde las acciones internacionales hasta las de nivel local) crear un efecto de cascada en positivo y fomentar la armonía entre comunidades, generar prosperidad y fomentar resiliencias frente a los desafíos.